Mia está en un gran problema.
Luego de la muerte de su madre, un extraño hombre que dice ser su padre aparece en la vida de Mia, poniendo de cabeza su mundo entero. El mundo que pensó que era un mito se convierte en su realidad. No solo existen los hombres lobos, sino que ella también lo era, precisamente un beta. Confundida con los acontecimientos, Mia hace lo que mejor sabe hacer: adaptarse.
Sin embargo, ella no esperaba que su burbujeante personalidad la metiera en más de un aprieto cuando descubre que es la compañera destinada de uno de los príncipes alfas de sangre pura.
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No importa cuánto lo intentes
La habitación se enfrascó en un profundo silencio tras las palabras sin sentido de Bastian.
Dios, ¿qué le pasaba?, ¿acaso estaba loco?, ¿por qué me trae a colación? Incluso si no estuviera comprometido, no creo que quiera casarme con él. Ya sea un príncipe o no. Además, aún soy joven. ¡No quiero casarme tan joven! Y menos con alguien que recién conozco.
— ¡Eres tan desagradable! — le dijo Leila, después, sus ojos llameantes me observaron como si viera algo aún más desagradable, sentí un ligero escalofrío recorrer mi columna vertebral. Sí antes le caía mal, ahora estaba segura de que me odiaba.—. Me voy. Esto es ridículo.
Tuve un mal presentimiento, en cuanto escuché sus palabras. Parecía que mis días dentro de esta academia no iban a ser llevaderos. Después de la salida de Leila, Bastian la siguió, sus labios sonreían de manera maliciosa mientras se despedía.
Él no parecía ser una buena persona, a pesar de su personalidad afable, parecía alguien que guardaba profundos secretos, alguien insondable y podía darme cuenta de que yo no le agradaba, quizás por eso dijo aquel comentario desagradable.
— Nos vemos, Emily. Adiós, rubiecita.
Emily sacudió la cabeza mientras me daba una mirada llena de desagrado. Luego me arrastró fuera de la cama. Me quise zafar de su agarre, pero sus manos sujetaban mi brazo como tenazas. Además de que su fuerza era sobrehumana. No había forma de alejarme de ella.
¿Cómo podía ser tan fuerte?
— ¿A dónde vamos? — le pregunté — No estás planeando asesinarme, ¿cierto?
— Vamos a arreglar esta situación. — respondió con fiereza.
— ¿Qué pasa? ¿Qué piensas hacer? — le pregunté con genuina curiosidad.
— Vamos a arreglar este enredo — repitió mientras me arrastraba fuera de la enfermería.
Pensé que yo era la única que actuaba de manera irrazonable, pero por lo visto esta peculiaridad venía de familia.
— Es mejor que te calles. Tu voz me molesta.
***
Cuando llegamos a la salida de la academia. Observé a Carl entre la multitud que estaba yendo a casa. Emily detuvo sus pasos haciendo que la observé con curiosidad, ¿qué estaba planeando?
No tuve que esperar demasiado para descubrir lo que ella quería hacer.
— ¡Escúchenme! — dijo parándose encima del capot de un auto. Su mirada era firme, su cabello revoloteaba con el viento. Parecía una especie de heroína que estaba luchando por la justicia. No pasó mucho tiempo para que la multitud dispersa se agrupe a su alrededor.
— ¿Qué pasa?
— ¿Por qué está haciendo esto?
— ¿Quién sabe?
— Parece que tiene un anuncio importante que decir.
— ¡Cool!
— Será que perdió una apuesta.
— Miren ahí está su madrastra.
— ¡Esa mocosa es la amante del duque!
— ¡Qué pésimo gusto tiene!
Escuché los murmullos a mi alrededor con vergüenza mientras pensaba lo que Emily estaba tratando de hacer. Tal parece que mi identidad ya no sería un secreto. Sin embargo, no me sentí feliz con este resultado. Después de todo, mi corazón se había roto en el proceso.
— ¡Mia no es la amante de mi padre! ¡Ella es mi hermanastra! Así que dejen de esparcir esos absurdos rumores si no quieren tenerme de enemiga!
Ante sus palabras la multitud estalló en murmullos, muchos empezaron a cuestionar el origen del rumor y otros empezaron a tomar fotografías de la situación.
Luego de que dijo aquello, Emily bajó del capot del auto y se dirigió hasta donde estaba Carl esperando.
No sabía cómo sentirme ante su declaración, sabía que lo hizo por presión y que no era su intención revelar nuestra relación, ya que, ella claramente me odiaba, pero, sin importar cuan ingenua estaba siendo, mi corazón se sintió blando por dentro debido a la esperanza que su acto me dio.
Quizás, solo quizás nuestra relación podría tener redención.
Emily no parecía una mala persona, solo esperaba que con el pasar del tiempo, nuestra relación sea más llevadera. Mientras pensaba en esto sin ninguna expectativa en mente la seguí.
— Buenas tardes, señorita — saludo Jack en cuanto me vio.
— Hola, Jack — dije subiendo al auto.
Después de que subí, el auto se puso en marcha. El ambiente dentro era un poco sofocante. Emily miraba por la ventana, Carl revisaba su celular y yo los miraba a ellos. Sentía que si no daba el primer paso en esta relación, nunca íbamos a avanzar y tendríamos que estar incómodos entre nosotros para siempre. Pensé que tal vez luego de que Emily se hubiera desahogado las cosas ya no serían tan incómodas entre ella y yo.
Dicen que para iniciar una conversación debemos buscar algún tema en común, pero por más que me devane la cabeza no pude encontrar un tema del que hablar con ellos. Ambos parecían inaccesibles. Y no creo que quieran hablar sobre ídolos, doramas, animes o libros, conmigo. Ni siquiera conocía sus pasatiempos por lo que la opción más viable era el clima.
— El clima parece un poco frío. Será que lloverá — comenté mirándolos.
Ya sea Emily o Carl ninguno dijo nada ante mi intento de conversación. Intentemos de nuevo. Hablemos de las tareas. No, no podía hacerlo, ya que estábamos en grados diferentes. ¿Qué puedo decir? Moda, autos, tecnología, chicos…
— Me preguntó qué estará haciendo mi padre — murmuré sin pensar.
Mis palabras parecieron accionar un interruptor en Emily, porque dejó de mirar por la ventana para luego mirarme con frialdad.
— No importa cuánto lo intentes, nunca te consideraré mi hermana. Así que bájate de esa nube en la que estás subida. Ya sea hoy o mañana te seguiré odiando. Es mejor que no actúes como si fuéramos amigas o algo más porque no lo somos y nunca lo seremos. Solo harías el ridículo. ¿Acaso eso no te quedó claro?
— ¿Por qué me odias tanto? — le pregunté ante su arrebato — Sabes, Emily, no tengo la culpa de los errores que hayan cometido nuestros padres — agregué con ligereza esperaba que Emily entendiera mi punto, pero por lo visto espere demasiado.
— Tu sola existencia me recuerda todo lo que sufrió mi madre, lo triste y sola que estaba. Sí, no tienes la culpa, pero eres el fruto de su error. Tal vez estoy siendo irracional, pero en este momento no me importa. Te odio.
Emily suspiró como si estuviera conteniendo sus emociones, a su lado Carl me dio una mirada mortal antes de colocar una mano sobre la espalda de Emily a modo de consuelo.
— Lo entiendo. No los molestaré más.
Así como entendí que mi madre no me quería también entendí que mi relación con ellos no iba a llegar a ningún lado. No iba a insistir. Mientras bajaba del auto y miraba la mansión enfrente de mis ojos, me sentí sola.