En un barrio marginado de la ciudad, Valentina, una chica de 17 años con una vida marcada por la pobreza y la lucha, sueña con un futuro mejor. Su vida cambia drásticamente cuando conoce a Alejandro, un ingeniero de 47 años que, a pesar de su éxito profesional, lleva una vida solitaria y atormentada por el pasado. La atracción entre ellos es innegable, y aunque saben que su amor es imposible, se sumergen en una relación secreta llena de pasión y ternura. ¿como terminara esta historia?
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Capítulo 4: Las Primeras Sombras
Los días pasaron rápidamente, y Valentina se encontró regresando a la fábrica cada mañana, sumergiéndose más en el proyecto de rehabilitación. Cada vez que veía a Alejandro, su corazón latía con más fuerza. La conexión entre ellos crecía, cada conversación estaba llena de risas y miradas cómplices. Sin embargo, con el tiempo, también comenzaron a surgir pequeñas preocupaciones en su mente.
Un día, mientras estaban pintando, Valentina notó que Alejandro parecía más distraído de lo habitual. Sus ojos estaban en la obra, pero su mente parecía vagar en otro lugar. Cuando Valentina se acercó para preguntarle si todo estaba bien, él se detuvo, mirando el suelo por un momento antes de responder.
“Solo tengo algunas cosas en las que pensar,” admitió, su tono algo sombrío. “A veces, es difícil dejar el pasado atrás.”
“¿Te preocupa algo?” preguntó Valentina, preocupada por la expresión en su rostro.
Alejandro suspiró, pasando una mano por su cabello. “Es solo que he hecho algunas elecciones en mi vida que no siempre han sido las mejores. Este proyecto es mi forma de redimirme, de hacer algo que valga la pena.”
Valentina sintió un dolor en su pecho al escuchar su sinceridad. “Todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos,” dijo ella, sintiendo que sus palabras resonaban en ella misma.
Alejandro le devolvió la mirada, y por un breve momento, Valentina sintió que había una verdad profunda en sus ojos. “Tienes razón,” dijo él. “Pero a veces, los errores nos persiguen, no importa cuán lejos intentemos escapar.”
Mientras continuaban trabajando, Valentina se preguntó cuáles serían esos errores que lo atormentaban. La curiosidad la consumía, pero sabía que no podía forzar a Alejandro a hablar si no estaba listo. La jornada terminó y se despidieron como siempre, pero Valentina no podía sacarse de la cabeza la inquietud que había sentido en su voz.
Esa noche, Valentina regresó a casa con su mente agitada. Compartió un poco sobre su día con su abuela, pero se sintió incapaz de hablar sobre Alejandro y los problemas que parecía estar enfrentando. En el fondo, no quería preocuparse más de lo que ya lo hacía. Se prometió que, al día siguiente, intentaría ser más observadora y entender mejor lo que sucedía con él.
Al día siguiente, cuando llegó a la fábrica, la atmósfera era diferente. La mayoría de los trabajadores estaban más callados de lo habitual, y había un aire de tensión en el ambiente. Al buscar a Alejandro, lo encontró hablando con un hombre de aspecto serio y adusto, que se presentó como el nuevo supervisor del proyecto. Valentina sintió un escalofrío al ver la manera en que Alejandro se mostraba sumiso, como si la autoridad del hombre lo intimidara.
“Lo siento, pero no estoy seguro de que este lugar sea lo que se necesita,” dijo el supervisor, con una voz firme. “No podemos desperdiciar recursos en una fábrica que no generará beneficios. Hay que enfocarse en proyectos que traigan rentabilidad.”
Valentina sintió que su corazón se hundía al escuchar esas palabras. La pasión de Alejandro por rehabilitar el espacio no parecía importar. Observó cómo su expresión se tornaba sombría, y aunque intentó acercarse a él, se contuvo. No quería interrumpir la conversación.
“Entiendo tu punto, pero hay algo más que solo beneficios económicos,” respondió Alejandro, su voz apenas audible. “Este lugar puede ser un hogar para muchos, una oportunidad para ayudar a la comunidad.”
“Quizás, pero eso no es lo que estamos buscando,” replicó el supervisor, con desdén. “Las decisiones deben basarse en números, no en sueños.”
Valentina sintió que la frustración de Alejandro se intensificaba. En ese momento, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Se acercó al grupo y dijo con determinación: “Disculpa, pero creo que deberíamos darle una oportunidad a este proyecto. La comunidad necesita un espacio donde reunirse y sentirse segura. No todo en la vida se puede medir en dinero.”
El supervisor la miró con sorpresa, y Alejandro giró la cabeza hacia ella, sus ojos destellando admiración. “Valentina, yo...”
“Él tiene razón,” interrumpió Valentina, dirigiéndose a Alejandro. “Si estamos hablando de la comunidad, ¿no es eso lo que realmente importa?”
El supervisor se cruzó de brazos, evaluando la situación. “Tendrás que convencer a otros de eso,” dijo, y luego se alejó, dejando a Valentina y Alejandro solos.
La tensión se disipó un poco, y Valentina se volvió hacia Alejandro. “Lo siento si me entrometí,” dijo, un poco avergonzada. “Pero creo que este lugar puede marcar la diferencia.”
“No, no, eso fue increíble,” respondió Alejandro, su rostro iluminándose con una sonrisa. “Tienes razón, y estoy agradecido de que lo dijeras. A veces, siento que la lucha es inútil, pero tú… tú me recuerdas por qué empecé todo esto.”
Mientras el día avanzaba, Valentina sintió que había hecho algo importante. Sin embargo, la inquietud de Alejandro seguía presente. Algo más estaba pasando en su vida, y ella no podía evitar preguntarse qué sería. Pero, por el momento, se enfocó en las pequeñas victorias y en el vínculo que seguía creciendo entre ellos.
A medida que se despedían, Alejandro la miró de manera intensa. “Gracias por tu apoyo. Te necesito en este proyecto más de lo que imaginas.”
Valentina sonrió, sintiendo una mezcla de orgullo y emoción. Pero mientras regresaba a casa, no pudo evitar pensar en las sombras que parecían acercarse a su vida. Alejandro estaba lidiando con algo más grande que ellos, y ella sabía que pronto tendrían que enfrentarlo. El futuro que habían comenzado a construir juntos podría estar en peligro, y el miedo comenzaba a tomar forma en su corazón.