Hamilton, un príncipe rebelde que nunca ha encajado en el mundo de la realeza. Obligado a seguir el camino que su familia ha trazado para él, Hamilton sueña con una vida de libertad, lejos de las responsabilidades del trono. Sin embargo, todo se complica cuando su corazón comienza a latir por Esmeralda, una humilde criada del palacio. Su amor prohibido pone en peligro no solo sus vidas, sino también el destino del reino.
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capitulo 2
Tomo el pañuelo y lo meto en mi bolsillo, por mi descuido Esmeralda será castigada, no, no es mi culpa, nadie le dijo que no mirara por donde iba.
–Príncipe, ¿estás bien? ¿Qué pasó aquí? (Habla Francisca viniendo hacia mí).
–A una camarera se le rompieron unos vasos, no es gran cosa. (Hablo). ¿Volvemos al pasillo?
Sí, claro. (Dice que siga adelante y la sigo).
–Te preguntaba si tu padre te trajo aquí sin tu cons timiento.
–De hecho me preguntó si quería casarme y por supuesto le dije que sí, pero no con alguien que no conocía. (Dice entrando al salón, le doy la mano y ella me da un baile).
Fue cuando mi padre dijo que sería contigo con quien me casaría, si la familia real así lo
deseaba, yo estaba muy feliz y mi padre también porque él realmente quiere unir nuestros reinos.
–No quiero entristecerte, pero debes saber que no habrá matrimonio, no me casaré contigo ni con ninguna otra mujer que esté en este salón o reino. (Hablo y su sonrisa comienza a desaparecer).
–Mi hermano como siempre es un gran bromista, claro que se va a casar porque no tiene poder de elección, ¿no hermano? (Nicolás aparece y habla sonriendo).
Ni siquiera se parece a mi serio hermano que antes arrastró mi cuerpo por el interior del palacio, ya que ahora está haciendo bromas a pesar de que no es el momento adecuado para hacerlo.
–Buenas noches, Alteza. (Francisca habla haciendo una reverencia).
–Buenas noches, siéntete libre. (dice Nicolás sonriendo levemente). Hermano, ¿viste por casualidad a Esmeralda? Hace tiempo que no la veo.
–Se metió en problemas como siempre y mamá se la llevó. (Hablo y Nicolas tiene una expresión de preocupación en el rostro).
–¿Qué quieres decir con que mamá se la llevó? ¿Ser castigado? (Habla Nicolás).
–Será mejor que le preguntes a mamá, ella viene para acá. (Digo mirando a mamá que viene caminando elegantemente hacia nosotros).
Aunque mamá tiene más de cuarenta años, eso no la hace como otras mujeres del reino, ya que tiene los mejores recursos para cuidar su apariencia, lo cual creo que es innecesario, ya que tiene una belleza natural única.
–Mi reina, ¿dónde está Esmeralda? (Nicolás habla formalmente como siempre y mamá lo ignora).
–Hamilton, tu padre y yo queremos hablar contigo. (Mamá habla y se da vuelta). Francisca, tú también, querida.
–Sí, Alteza. (Francisca habla y va con mamá, si eso es lo que estoy pensando no me gustará).
Nicolás narrando...
Al igual que mi hermano Hamilton, también me apasiona la aventura y cuando era más joven me apodaban el príncipe salvaje, cosa que a mi madre no le gustaba nada. Esto hizo que mi madre me buscara maestros estrictos para enseñarme etiqueta, por eso llamo a mi padre mi rey y a él mi reina o alteza.
Como no soy el primero en llegar al trono, a mis padres no les importa si practico esgrima o un arte que implique técnicas de combate.
–Su Alteza, le hice una pregunta. (Hablo parándome frente a ti).
–Ella lo cometió, ¿dónde crees que debería estar? (Por supuesto, porque no lo pensé).
Salgo de la habitación y voy a buscar a Esmeralda.
Siempre he estado en contra de los castigos corporales que se llevan a cabo aquí en el reino porque siempre van más allá del límite. ¿Qué hizo Esmeralda para ser castigada esta vez?
La última vez quemó la cena real y la excusa fue que alguien dijo que Hamilton le pidió que la ayudara a entrar al Palacio sin que mis padres lo vieran. Conociendo a mi hermano, definitivamente es una mujer.
El castigo aquella vez fue que no comió durante cinco días y la pobre se desmayó al tercer día por el hambre y el cansancio, pues aún sin comer seguía obligada a realizar sus trabajos de palacio.
Voy a la sala donde normalmente se castiga a los empleados y como era de esperar encuentro a Esmeralda allí llorando, encogida en un rincón de la sala.
—Esmeralda. (Me acerco a ella, le toco el brazo y se asusta). Tranquilo, soy yo, Nicolás.
–Su Alteza, le juro que no lo hice a propósito, no quería romper esos platos pero tropecé con un trozo de tela que estaba en el suelo del pasillo. (Esmeralda dice llorando mucho).
–Sé que no viniste a propósito. (Digo tomando su mano mientras lentamente la hago levantarse).
–Lo juro por el alma de mis padres. (Dice aún llorando y la abrazo, rápidamente separa su cuerpo del mío y gime de dolor).
¿Qué fue? ¿Te duele la espalda? Muéstramelo. (Hablo y ella niega con la cabeza. ¿Qué hizo mi madre esta vez?).
–No es nada señor, no les duele. (Esmeralda habla sollozando).
–Da la espalda. (Digo y ella niega con la cabeza). Esmeralda, no te pregunté, te ordené que me das la espalda. (Hablo y ella me mira con sus ojos cafés, pero están rojos de tanto llorar).
–Su Alteza, por favor. (Ella habla y la hago darse la vuelta).
Ni siquiera necesito quitarte el vestido para ver qué tenía porque está todo rasgado por detrás, dejando visibles las heridas sangrientas y, al parecer, fueron hechas con látigos. ¿Cómo pudo hacerle esto a Esmeralda, cómo pudo hacerle esto a un ser humano?
–¿Fue mi madre quien hizo esto? ¿Lo hizo sola? (Hablo y ella se queda en silencio). ¡Responder! (Grito y ella se asusta).
No. (Dice llorando).
–¿Quién fue? ¿Mi padre? (Hablo y ella voltea mirándome). Habla rápido, sino voy a ir donde mi madre y ella misma contestará delante de toda esa gente.
–El rey nunca hizo eso, es bueno conmigo. (Esmeralda habla mientras las lágrimas corren por su rostro). Era Celson.
–Por supuesto que mamá no se ensuciaría las manos y enviaría a alguien más a hacer esto en su lugar, como ese bastardo de Celson aceptó hacerte esto. (digo enojado, juro que si lo encuentro lo mato con mis propias manos).
–Por favor no le haga nada señor, solo cumplía órdenes. (Esmeralda se arrodilla y me suplica). Pregunto, mi señor.
¿Cómo puede alguien preocuparse por la persona que le hizo daño? Esto es una prueba de lo buena persona que es Esmeralda.
¿¡Eso es!? No te arrodilles ante mí, no vuelvas a hacer eso, por favor (la hago levantarse). Si tienes que arrodillarte, sólo adora y agradece a Dios, ¿entiendes?
Sí, señor. (Esmeralda habla sollozando). No le hagas daño, por favor.
–Está bien, no lo voy a matar, pero… (no termino de hablar y Esmeralda cae inconsciente en mis brazos). ¿Esmeralda? ¿Lo que le pasó?
La llevo en brazos, quería llevarla al médico pero eso está al otro lado del palacio y tendríamos que pasar por el pasillo, no quiero llamar la atención de mis padres ni de los invitados. .
Llevo a Esmeralda a mi habitación y la acuesto en mi cama.
Después de unos minutos finalmente recupera la conciencia.
–Gracias a Dios despertaste, casi estaba llamando al médico. (Hablo y ella salta de la cama, las sábanas están sucias con su sangre).
–Te ensucié las sábanas, ahora mismo las voy a lavar. (Dice que quiere quitarse las sábanas, dejando la cama desordenada pero la detengo).
–Déjalo ahí, necesitas una ducha para que pueda tratar tus heridas. Siéntate aquí y ya vuelvo.
(La hago sentar en la cama). No te levantes.
Corro al baño y lleno la bañera con agua tibia. Consigo algunos medicamentos y vendas.
Regreso a la habitación y encuentro a Esmeralda todavía sentada con expresión triste.
–Ven a darte una ducha rápida para que pueda cuidarte. (Digo tomando su mano y haciéndola levantarse).
–Pero señor… (Como sé que ella lo negará, doy un paso adelante y la interrumpo).
–No te preocupes, ahora mismo le pediré a alguien que te proporcione un vestido, mientras no llega el vestido puedes ducharte aquí (la llevo al baño de mi habitación y le paso una toalla, y Cierre la puerta. ). Estoy aquí esperándote.
Salgo de la habitación y le pido a una criada que traiga un vestido a mi habitación, lo bueno de ser príncipe es que nadie me cuestiona.
Regreso a la habitación y no escucho ningún ruido proveniente del baño, lo que me hizo darme cuenta que aún no ha comenzado a ducharse, después de 15 minutos sigue el mismo silencio así que decido ir allí para averiguarlo. si
todo está bien para ella porque ya se estaba preocupando, ¿qué pasa si se vuelve a desmayar?
—Esmeralda. (La llamo pero no responde).
–Esmeralda, ¿está todo bien ahí? (No hay respuesta nuevamente).
Abro lentamente la puerta, temerosa de que le haya pasado algo malo, veo su ropa en el suelo pero no escucho ningún ruido así que decido abrir más la puerta y miro para ver si todo está bien.
La veo completamente desnuda y con el cabello suelto, mirándose en el espejo, que hermoso cuerpo parece haber sido diseñado exclusivamente para ella, su rostro tiene una belleza exagerada, sin esa ropa de sirvienta es simplemente una perfecta pelirroja.
Esta debe ser la primera vez que ve su cuerpo entero porque los empleados no tienen derecho a tener ni un trozo de espejo roto.
Mientras prácticamente devoraba a Esmeralda con la mirada, alguien tocó la puerta lo que me hizo salir rápidamente de la puerta del baño porque si Esmeralda me viera definitivamente pensaría que era un pervertido.
Abro la puerta y era la criada a quien le ordené que le trajera un vestido a Esmeralda y me dijo que el baile ya había terminado, los invitados se habían ido todos.
Cuando
me di la vuelta Esmeralda ya estaba en la habitación vestida solo con una toalla y aparece en mi mente la imagen de ella desnuda.
–Um, aquí está el vestido. (Digo poniendo el vestido sobre la cama). Siéntate para que pueda curar tus heridas.
Baja un poco la toalla, dejando visibles también su espalda y sus heridas.
Estoy tratando las heridas de Esmeralda lo más posible, además de estas heridas tiene otras cicatrices, pobrecita, no merece pasar por nada de esto.
–Ya terminé, ahora vístete. (Hablo). Te estaré esperando afuera.
Salgo de la habitación mientras espero que termine de vestirse, escucho mucho ruido proveniente de la habitación de al lado que pertenece a Hamilton y me preocupo por ir allí.
–Hermano, ¿qué estás haciendo? (Digo quitando la espada de tu mano). ¿Qué pasó?
–Tus padres decidieron que me casaré con Francisca porque ella es una buena pareja para mí.
(dice Hamilton enojado). Quieren hacerme rey casándome con esa mujer por la que no siento nada.
–Hermano, cálmate, encontraremos una solución. (Digo tomando tu hombro). Intentaré hablar con ellos.
–¿Como si ni siquiera me hicieran caso? Papá sólo escucha a mamá y a nadie más. (Hamilton tiene razón en eso, cuando se trata de asuntos importantes, papá simplemente escucha a mamá).
–Encontraremos la manera. (digo abrazándolo).
–Si no olvidan esta absurda idea, puedes estar seguro de que algo haré sin preocuparme si les falto el respeto. (Hamilton habla y me separo de él, necesito saber cómo está Esmeralda).
–Está bien, ahora cálmate. (Digo dirigiéndome hacia la puerta). No hagas nada que te haga arrepentirte más tarde.
Voy a mi habitación y ya no encuentro a Esmeralda, sino que encuentro a mi madre.
–¿Dónde estuviste todo el baile? (dice mamá molesta). Todos vinieron a ver a la familia real pero, por supuesto, uno de mis hijos tenía que buscar una mujer pura para satisfacerse, ¿verdad? (Mamá lo dice y no entiendo).
–No sé a qué te refieres. (Hablo y ella señala mi cama la cual tiene manchas de la sangre de Esmeralda, por lo que piensa que me estaba contentando con una mujer pura).
–¿Preferiste tener sexo antes que ir a ver el negocio que beneficiará a nuestro reino? (dice mamá cruzándose de brazos).
–Lo que llamas negocio es la vida de mi hermano, vas a hacer que se case con un extraño. Y vas a dejar de hacerle estos castigos corporales a Esmeralda o cualquier otro empleado, ¿entiendes? (Hablo molesto).
–¿Qué te hace pensar que tienes derecho a hablarme así? (Mamá dice enojada pero no me importa).
–La pregunta sería “¿qué te hace pensar que tienes derecho a hacerle daño a una buena persona como Esmeralda?”, ¿qué tienes? (Hablo y recibo una fuerte bofetada).
–Será mejor que aprendas a hablarme correctamente, soy tu madre, tu reina. (Mamá sale de mi habitación dando patadas).
–Mierda, tengo que encargarme de esto e ir a buscar a Esmeralda. (Digo quitando las sábanas de mi cama).
Salgo de la habitación y le entrego las sábanas a la primera criada que encuentro y le pido que ponga unas nuevas en mi habitación.
Voy a la cocina, al comedor y al salón pero no hay Esmeralda, decido ir al jardín y allí encuentro a Celson, el caballero que golpeó a Esmeralda.
–Buenas noches, Alteza. (Celson habla inclinándose, le doy un puñetazo en la cara haciéndolo caer y le doy una patada en el abdomen, se retuerce de dolor).
–Si te atreves a tocar a Esmeralda otra vez, aunque sea por orden de mi madre, te mato, ¿entiendes? Te arrancaré la cabeza con mi espada. (Hablo y le doy otra patada en el abdomen).
–Sí, mi señor. (Celson habla aún acostado mientras se sostiene el abdomen).