Amor Cruzado

### Capítulo 4: La Tormenta

El clima en el campus había cambiado drásticamente en los últimos días. Las nubes grises se acumulaban en el cielo, y la lluvia parecía ser un eco de la tensión que se había apoderado de la relación entre Tomás y Vanessa. A pesar de sus esfuerzos por comunicarse, las diferencias entre ellos se habían vuelto más evidentes, y la frustración comenzaba a acumularse.

Era una tarde de miércoles cuando la tormenta finalmente estalló. Vanessa había estado sintiéndose ansiosa durante toda la semana. Había intentado hablar con Tomás para aclarar las cosas, pero cada vez que se sentaban a conversar, algo estallaba. Tomás parecía estresado por la carga académica y, aunque ella intentaba ser comprensiva, sentía que su pareja se estaba distanciando más.

Esa tarde, se encontraron en la biblioteca para estudiar juntos. Vanessa había llegado con la esperanza de que el ambiente académico los ayudaría a reconectar. Sin embargo, a medida que pasaban las horas, la frustración de Tomás era palpable. Se pasaba la mano por el cabello con frecuencia y suspiraba cada vez que Vanessa intentaba hacer una pregunta sobre la tarea.

—Tomás, ¿puedes concentrarte un momento? —preguntó Vanessa, sintiéndose cada vez más ignorada.

—Lo siento, es solo que tengo muchas cosas en la cabeza —respondió él, sin mirarla.

Vanessa sintió que su paciencia se agotaba. —¿Desde cuándo nuestras conversaciones se han convertido en un monólogo? No estoy aquí solo para ser una oyente.

Tomás se volvió hacia ella, la sorpresa en sus ojos rápidamente se transformó en frustración. —No estoy tratando de ignorarte, Vanessa. Estoy tratando de cumplir con mis responsabilidades. No puedo permitirme distraerme ahora.

—Siempre es lo mismo contigo. Estás tan atrapado en tus estudios que te olvidas de cómo comunicarnos. —La voz de Vanessa se elevaría, y su frustración se convirtió en una tormenta de palabras.

—No puedo creer que estés diciendo eso. Siempre has sabido que la escuela es importante para mí. —Tomás se cruzó de brazos, sintiéndose atacado.

—Sí, lo sé, pero eso no significa que puedas dejar de lado nuestra relación. —Vanessa sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero se obligó a mantener la compostura. —Me siento sola en esto.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que deje de estudiar para prestarte atención? No puedo. No puedo dejar que mis calificaciones bajen solo porque estás molesta. —Tomás levantó la voz, y el eco de su frustración llenó la biblioteca.

Vanessa sintió que el corazón le latía con fuerza. Esa no era la conversación que había querido tener. —No estoy pidiéndote que dejes de estudiar. Solo quiero que me escuches, que me veas. —Su voz temblaba, y finalmente, las lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos.

Tomás, al ver su reacción, se sintió culpable, pero la ira seguía nublando su juicio. —No sé qué más quieres de mí. Estoy haciendo lo mejor que puedo.

—No sé si eso es suficiente, Tomás. —Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerse. —A veces siento que estoy luchando sola en esta relación.

La tensión en el aire se intensificó. Tomás se quedó en silencio, y las lágrimas de Vanessa caían libremente ahora. Era un momento de quiebre, y ambos sabían que las palabras que estaban intercambiando podrían tener consecuencias duraderas.

Finalmente, Tomás habló, su voz más suave, pero aún tensa. —Tal vez deberíamos tomarnos un tiempo. Necesito concentrarme en mis estudios.

Las palabras resonaron en el aire como un trueno. Vanessa sintió un nudo en el estómago. —¿Eso es lo que realmente quieres? ¿Terminar nuestra relación?

—No lo sé. Solo creo que sería mejor para ambos. —Tomás se sintió abrumado por la situación.

Vanessa se levantó, su corazón roto. —Si eso es lo que crees, entonces tal vez deberíamos hacerlo. —Dicho esto, salió de la biblioteca, dejando a Tomás atrás, sintiéndose perdido y herido.

Mientras caminaba hacia su casa, la lluvia comenzó a caer, como si el cielo reflejara su dolor. Las gotas golpeaban su rostro, pero no se detuvo. Se sentía devastada. La relación que una vez había sido una fuente de felicidad se había convertido en un campo de batalla emocional. Se sentía desorientada, sin saber qué había salido mal.

Finalmente, llegó a su apartamento y se dejó caer en el sofá. La lluvia seguía cayendo, y el sonido se convirtió en un eco de su tristeza. Se sentía sola y perdida, y la idea de no tener a Tomás en su vida la llenaba de desesperación. No quería que todo terminara así, pero sentía que no había otra opción.

En su desesperación, decidió buscar consuelo en alguien que siempre había estado ahí para ella: Santiago. Se tomó un momento para respirar profundamente, y luego le envió un mensaje: “¿Puedo pasar? Necesito hablar”.

Santiago, que estaba en su casa revisando un guion, recibió el mensaje y sintió un impulso de preocupación. Sabía que algo no estaba bien. Rápidamente respondió: “Claro, ven cuando quieras”.

Unos minutos después, Vanessa llegó, empapada y con el rostro visiblemente cansado. Santiago la recibió con una expresión de preocupación.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, llevándola adentro y ofreciéndole una toalla.

Vanessa se secó el rostro y se sentó en el sofá, sintiéndose aliviada de estar con él. —Tomás y yo tuvimos una discusión. Fue horrible.

Santiago se sentó a su lado, intentando ser un apoyo. —Cuéntame todo. Estoy aquí para ti.

Con cada palabra que Vanessa compartía, Santiago sentía que su corazón se rompía un poco más por ella. Ella le habló de la discusión, de cómo se sentía sola y de la decisión de Tomás de tomarse un tiempo. La tristeza en su voz era palpable, y no podía evitar sentir compasión por su dolor.

—No puedo creer que las cosas hayan llegado a este punto. —Vanessa se pasó las manos por el cabello, sintiéndose frustrada. —Siempre pensé que sería diferente.

Santiago la miró con empatía. —Las relaciones son complicadas. A veces, las personas necesitan espacio para encontrar su camino. Pero eso no significa que no te importe.

—Lo sé, pero ¿por qué tiene que ser así? Siempre pensé que el amor significaba apoyarse mutuamente, no apartarse. —Las lágrimas comenzaron a caer nuevamente, y Santiago sintió un impulso de consolarla.

—A veces, el estrés y la presión pueden afectar la forma en que nos comunicamos. Tal vez Tomás no se da cuenta de cómo te sientes. —Santiago dijo, tratando de encontrar una luz en la oscuridad.

Vanessa asintió, pero la desilusión en sus ojos era evidente. —He intentado hablar con él, pero parece que no escucha. A veces siento que estoy hablando con una pared. —Se secó las lágrimas con fuerza.

Santiago sintió una mezcla de tristeza y frustración. Quería ayudarla, pero no sabía cómo. —¿Y si tratas de hablar con él de nuevo? Quizás esta vez puedas expresarle cómo te sientes realmente.

—No sé si quiero hacerlo. Estoy tan herida por lo que dijo. —Vanessa se sintió atrapada en sus emociones.

Santiago se sentó más cerca de ella, intentando ofrecerle consuelo. —Es normal sentirse así. Pero también es importante que no te cierres. Si sientes que hay algo que vale la pena salvar, deberías intentarlo.

—No sé si vale la pena. —Vanessa miró hacia el suelo, sintiéndose perdida. —Quizás sea mejor dejarlo ir.

Santiago sintió un nudo en el estómago al escucharla hablar así. No quería que se rindiera tan fácilmente. —A veces, las relaciones pasan por momentos difíciles, pero eso no significa que deban terminar. Hay que luchar por lo que se quiere.

Vanessa lo miró, sintiendo que sus palabras resonaban en su corazón. —Tienes razón, pero no sé si tengo la fuerza para hacerlo.

Santiago la observó, sintiendo que su deseo de protegerla crecía. —Siempre tendrás mi apoyo. Si decides luchar, estaré aquí para ayudarte en cada paso.

La conexión entre ellos se sentía más intensa en ese momento. Vanessa sintió una calidez en su pecho, pero también un profundo dolor por la situación con Tomás. —Gracias, Santiago. No sé qué haría sin ti.

A medida que la conversación continuaba, Santiago se dio cuenta de que quería ser más que un amigo para ella. La forma en que se miraban, el deseo de consolarla, todo eso lo llevaba a cuestionar sus propios sentimientos. Pero sabía que debía ser cauteloso. La tormenta emocional que enfrentaba Vanessa era complicada, y no quería aprovecharse de su vulnerabilidad.

Esa noche, Vanessa se quedó en casa de Santiago. Hablaron durante horas, compartiendo historias y recuerdos. La conexión entre ellos crecía, pero la sombra de Tomás seguía presente. Santiago se preguntaba cómo podría ayudar a Vanessa sin cruzar la línea que separaba la amistad del amor.

Finalmente, la conversación se desvaneció y ambos se quedaron en silencio, sintiendo la carga de la situación. Vanessa se sentía un poco más ligera, pero la incertidumbre sobre su relación con Tomás seguía pesando en su mente.

Al día siguiente, Vanessa decidió que necesitaba enfrentar sus sentimientos. Aunque la idea de hablar con Tomás la aterrorizaba, sabía que no podía seguir huyendo. Era hora de aclarar las cosas, y si eso significaba arriesgarse, entonces estaba dispuesta a hacerlo.

Santiago la apoyó en su decisión. —Recuerda que tienes el derecho de hablar sobre lo que sientes. No te dejes intimidar. —Le sonrió, infundiéndole confianza.

Con el corazón latiendo con fuerza, Vanessa se dirigió a la casa de Tomás. Llamó a la puerta, sintiendo que el miedo y la esperanza chocaban en su pecho. Cuando Tomás abrió la puerta, su expresión era una mezcla de sorpresa y preocupación.

—Hola, Vanessa. —Dijo Tomás, sin saber qué esperar.

—Hola. Necesitamos hablar —respondió ella, sintiendo que su voz temblaba.

Ambos se sentaron en el salón, y el silencio llenó el espacio. Vanessa respiró hondo, preparándose para expresar todo lo que había guardado en su corazón. Sabía que era el momento de ser valiente.

—He estado pensando mucho sobre nosotros. —Empezó, sintiendo que las palabras se acumulaban en su garganta. —No quiero que esto termine. Pero siento que tenemos que ser honestos sobre lo que estamos sintiendo.

Tomás la miró, sintiendo una mezcla de temor y esperanza. —Yo también he estado pensando en lo que pasó. No quería que llegáramos a este punto.

—Entonces, hablemos. Quiero que me digas cómo te sientes. —Vanessa lo miró a los ojos, sintiendo que había una oportunidad para sanar.

A medida que la conversación avanzaba, ambos comenzaron a abrirse. Las palabras fluyeron, y aunque hubo momentos de tensión, también hubo momentos de comprensión. Vanessa se dio cuenta de que Tomás también había estado lidiando con su propia carga emocional.

Después de hablar durante un tiempo, ambos se sintieron más aliviados. Habían dado un paso hacia la reconciliación, y aunque el camino aún sería complicado, sabían que la comunicación era clave para superar las tormentas.

Cuando finalmente se despidieron, Vanessa sintió que había encontrado un nuevo comienzo. Sin embargo, en el fondo de su corazón, sabía que la tormenta no había terminado por completo. La relación con Tomás seguía siendo delicada, y el papel de Santiago en su vida comenzaba a complicarse aún más.

Mientras se alejaba, sintió una mezcla de esperanza y temor. La vida estaba llena de incertidumbres, y ahora más que nunca, se dio cuenta de que el amor y la amistad pueden ser complicados, pero también pueden ser la fuerza que nos guíe a través de las tormentas.