No, esto no puede ser cierto. Esa mujer no pudo destruir mi vida aún más de lo que ya lo ha hecho. ¿Qué más quiere de mí?, ¿acaso planea mi muerte?. No, si me quisiera muerto lo estaría. Quiere que pase mi vida postrado, arrastrándome como un gusano.
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Verdad
Alberto: ¡no sigas probando mi paciencia Dorian!.
Dorian: una última advertencia, cuidado con tú té de todas las noches, puede que un día se convierta en tu última comida.
Alberto: no sé qué le pasa, pero este intento de llamar la atención es muy desagradable. Llamaré a un psiquiatra, no estás bien.
Dorian: ya te lo dije, dejé de ser tu hijo, márchate y nunca vuelvas.
Alberto: no estoy para tus juegos. Hablaremos cuando la sensatez vuelva a tu cabeza si es que alguna vez tuviste.
Pero algo lo inquietaba, había notado la sutil diferencia en el mirar de su hijo, siempre que lo miraba en sus ojos había ese rastro de anhelo, como inconscientemente buscaba su aprobación, pero eso había desaparecido sus ojos ya no tenían cariño sino resentimiento y eso lo hacía dudar. No tenía razones para ello, su esposa nunca había mostrado una actitud hostil, pero lo que dijo, como había muerto su madre. Había algo allí no sabía que era verdad o mentira, pero sin dudas había algo extraño en esa situación.
Rosalin: ¿que quería?.
Alberto: hacer perder mi tiempo como siempre.
Dorian: enfermera, ¿dónde están mis pertenencias?
Enfermera: enseguida las traigo... aquí tienes
Dorian: gracias, tomo mi teléfono y marco a la única persona en quién confío. Cristofer ¿puedes venir por mi?.
Cristofer: ¿dónde estabas?, hace más de dos semanas que no sé nada de ti.
Dorian: estoy en el hospital. Necesito tu ayuda.
Cristofer: mándame la dirección, iré de inmediato.
Dorian: gracias. Tengo que desaparecer, pero volveré y ajustaremos cuentas Rosalin. Pagarás por todo el daño que me has causado.
Rosalin: cariño, aún no duermes .
Alberto: no, estoy buscando especialistas para Dorian. No puede quedarse inválido.
Rosalin: te traje tú té. No quiero sonar cruel pero talvez esto sirva de lección para que recapacite en su actuar.
Alberto: tal vez, duerme yo lo haré en un rato.
Rosalin: está bien, no dejes que él té se enfríe
Alberto: !!!! .... Descuida... lo tomaré. Miro de reojo, se ha acostado. Ese niño ha logrado sembrar la duda. No hace mucho comenzó a darme té antes de dormir, pero ¿cómo Dorian lo supo?. Se ha dormido. Me levanto con cuidado. En la habitación siempre tengo una de esas mini botellas de licor, tomo una vierto su contenido en el baño y echo ese té. Pongo la taza vacía donde siempre, guardo bien la botella y me acuesto.
Rosalin: despierto, ya se ha ido. ¿Donde iría tan temprano?, veo la taza vacía y no puedo evitar sonreír, pronto seré viuda.
Alberto: Miguel, eres la única persona en quien confío. Has sido mi secretario por más de 15 años.
Miguel: ¿que sucede señor?, sabe que puede confiar en mí.
Alberto: mi hijo me ha dicho algo, no lo creí. Pero había tanta tristeza en sus palabras que ha logrado hacerme dudar. Lleva ésta botella a un laboratorio, quiero que investiguen que tiene. Demás está decir que nadie debe saberlo, sobre todo mi esposa y el resultado solo puedes dármelo a mí.
Miguel: si señor, lo haré cuánto antes.
Alberto: ¿que estoy haciendo?. Ese niño me ha contagiado su locura.
Miguel: ya han pasado tres días, tengo los resultados en mis manos, cuando entró a la oficina me encuentro a mi jefe de rodillas, está tosiendo sangre. ¿Estas bien?, ¿que ha sucedido?.
Alberto: no lo sé, solo no me siento bien.¿Esos son los resultados?.
Miguel: sí, pero debemos ir a un hospital.
Alberto: ¡no!, ¡quiero verlos ahora!. Creo que mi hijo tenía razón. Abro el sobre, arsénico!!!! Esa maldita cof ...cof
Miguel: vamos al hospital.
Alberto: no, guarda esos papeles, nadie debe verlos.
Miguel: está bien pero primero....
Alberto: ¡no! guárdalos ¡ahora!.
Miguel: enseguida regreso.
Alberto: maldición, como pude equivocarme tanto. Si esto es cierto lo que me dijo... no, no quiero pensar en eso. Me incorporo, limpio mis manos y mi boca con un pañuelo, maldición. Alina ¿no sé si podrás perdonarme?.
Miguel: señor ¿ya está mejor?
Alberto: sí, encárgate de que todos sepan, sobre todo mi esposa, que hubo una emergencia y tuvimos que irnos en un viaje de negocios al extranjero.
Miguel: ¿qué planea?.
Alberto: veré un amigo en América. Él es uno de los mejores médicos que conozco, y lo más importante confío en él. Tengo que saber hasta dónde llega el efecto de ese veneno.
Miguel: prepararé todo para nuestro viaje.
Alberto: y también en este tiempo que no estaremos, quiero que aproveches nuestra ausencia para mandar a investigar la muerte de mi esposa, la vida de mi hijo y si Adrián es mi hijo biológico.
Miguel: sí señor, así se hará.
Rosalin: llego a la empresa, ¿dónde está mi esposo?.
Secretaria: lo siento señora Rosalin, el señor Alberto tuvo que irse en un viaje de emergencia a América. Una de las empresas tiene dificultades y fueron a resolver el problema, dejó dicho que se pondría en contacto con usted.
Rosalin bien. Supongo que me iré de compras🤷
Miguel: ya llegamos señor, el médico lo está esperando.
Alberto: bien
Connor: es bueno verte, hace años no nos reuníamos.
Alberto: lo sé, es una lástima que sea en estas circunstancias.
Connor: ¿qué sucede?, me contactaron con mucho misterio.
Alberto: mi esposa me ha dado, hace no sé cuánto tiempo pequeñas dosis de arsénico.
Connor: ¡¿qué?!, vamos hagamos los estudios necesarios. Eso es grave.
Alberto: tomo mi teléfono, hola cariño, lo siento tuve un viaje de emergencia y no pude avisarte.
Rosalin: me lo dijeron en la empresa, ¿es muy grave?.
Alberto: sí, no sé cuándo volveré.
Rosalin: está bien, te extrañaré.
Alberto: yo también.
Connor: ¿cuándo te volviste tan hipócrita?, acaso no es ella quién te ha intentado matar.
Alberto: por esa misma razón no debe sospechar que desconfío de ella.
Connor: ya han salido algunos de los resultados de las pruebas y no son muy alentadores. Te mandaré estos medicamentos para aliviar los síntomas y limpiar los rastros del veneno en tu cuerpo. Lamentablemente el daño está hecho, pero al menos no morirás de inmediato.