El Horizonte de Nosotros es una cautivadora historia que explora las complejidades del amor y la identidad. Chris, un joven profesor de cosmología, vive atrapado en un conflicto interno: su homosexualidad reprimida choca con los rígidos prejuicios impuestos por sus creencias religiosas. Su vida dará un giro inesperado cuando conozca a Adrián, un hombre carismático y extrovertido que, a pesar de ser padre de un niño pequeño, descubre en Chris algo que lo atrae profundamente.
En este encuentro de mundos opuestos, ambos se verán enfrentados a sus propios miedos y deseos. ¿Podrá Chris superar sus barreras internas y abrirse al amor que le ofrece Adrián, o será consumido por la culpa y la autonegación, conduciendo a su autodestrucción?
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El significado de la navidad en la familia de Chris
La Navidad para Chris siempre había sido un tiempo de conexión con su familia, particularmente con su abuela, quien representaba un refugio emocional para él. Esa mañana, como cada año, partieron de madrugada hacia la terminal de buses para tomar el colectivo que los llevaría al pequeño pueblo donde vivía la abuela. A pesar de los regalos modestos y genéricos que llevaban, como títulos de "la mejor madre del mundo" o algún adorno navideño sencillo, la abuela los recibía con la misma alegría de siempre: gritos efusivos y abrazos cálidos que llenaban el aire de amor.
Una de las tradiciones que más disfrutaba Chris era cortar una rama de pino del patio de su abuela para adornarla como el árbol de Navidad. Aunque el árbol nunca era simétrico ni particularmente bello, para él tenía un significado profundo. En ese acto, se sentía útil y conectado con su abuela, quien le confesaba que preparar el árbol formaba parte de una promesa que había hecho muchos años atrás: mientras viviera, cada Navidad tendría un árbol decorado.
Chris y su abuela compartían un vínculo único. Ambos tenían los mismos ojos, un detalle físico que parecía reforzar la conexión emocional entre ellos. Durante las tardes navideñas, cuando el bullicio disminuía, se sentaban juntos a descansar y hablar. La abuela, que frente a los demás era extrovertida, divertida y generosa con los visitantes, en privado le mostraba a Chris un lado más vulnerable.
Le contaba sobre su preocupación constante por la situación económica de su hija, la madre de Chris, y cómo eso le quitaba el sueño. Aunque era demasiado orgullosa para admitirlo directamente, dejaba entrever que sufría de ansiedad y quizás incluso depresión, algo que insinuaba a través de chismes sobre su vecina Rafaela. "¿Qué es eso de depresión?", decía con tono curioso, aunque en el fondo sabía que describía lo que ella misma sentía.
Chris, por su parte, hablaba de sus estudios, de sus preocupaciones por el futuro y, aunque de forma sutil, mencionaba a Adrián. Su abuela parecía intuir algo sobre las tendencias de su nieto. Aunque no le gustaba la idea completamente, tenía una mentalidad más abierta que la madre de Chris y, en su amor por él, lo aceptaba tal como era.
Una tradición familiar era cenar juntos a las doce de la noche. Sin embargo, la ansiedad de la abuela la llevaba a insistir en que se sentaran a las once, lo que provocaba discusiones con su hija. Chris, acostumbrado a estas fricciones, optaba por no intervenir, reflexionando que, dado su avanzada edad, debía tratar de complacerla en lo posible. Finalmente, cedían a los deseos de la abuela, y, como era previsible, la comida se consumía antes de la medianoche. Sin embargo, la familia permanecía en la mesa compartiendo anécdotas, historias de otros tiempos y risas.
La mesa donde celebraban era vieja y desgastada, pero tenía un gran valor sentimental para la abuela. Había pertenecido a su propia abuela, y sentarse en la cabecera le daba un aire de autoridad y nostalgia que todos respetaban. Después de la comida, salían juntos al patio para observar los fuegos artificiales, abrazándose bajo el cielo iluminado, celebrando la unión familiar en esa fecha especial.
Minutos después de la medianoche, mientras la familia seguía disfrutando de la noche, Chris recibió un mensaje que lo tomó por sorpresa. Era de Adrián. En la imagen que acompañaba el mensaje, Adrián aparecía vestido formalmente, con su hijo pequeño al lado. Ambos lucían radiantes, pero lo que más llamó la atención de Chris fue el dibujo adjunto: un árbol de Navidad y, debajo de él, dos figuras que claramente representaban a Chris y Adrián.
El dibujo incluía una nota manuscrita:
"No tengo nada para regalarte, pero este dibujo expresa el cariño que tengo por ti."
El corazón de Chris comenzó a latir rápidamente. Se sonrojó y, después de varios segundos de duda, respondió con un simple "Gracias". Sin embargo, el mensaje lo dejó despierto toda la noche, con una mezcla de emociones y pensamientos confusos.
"¿Qué significa este mensaje? Adrián tiene un hijo, no creo que quiera algo conmigo. ¿Es esto solo un gesto amistoso o hay algo más detrás?"
Chris no podía evitar mirar el dibujo una y otra vez. Aunque las líneas eran simples y el trazo del dibujo tenía cierto aire amateur, cada detalle parecía cargado de intención. Las dos figuras bajo el árbol lo hacían sentir parte de algo íntimo, especial, algo que no estaba acostumbrado a experimentar en su caótica vida familiar. ¿Por qué me dibujó junto a él? ¿Qué quiere decir con “el cariño que tengo por ti”? ¿Es solo una expresión amistosa o hay algo más detrás de esas palabras?
Adrián siempre le había parecido fascinante, pero hasta ahora, Chris había intentado mantener sus emociones bajo control. Se decía a sí mismo que no podía permitirse sentir algo por alguien como él, un hombre con un hijo, un hombre que aparentemente tenía su vida definida en un camino muy diferente al suyo. Sin embargo, este gesto desató una serie de pensamientos y emociones que Chris no sabía cómo manejar.
Por un lado, estaba la confusión. Adrián siempre había sido abierto y cálido, pero jamás había dado indicios claros de algo más allá de la amistad. Sin embargo, este mensaje parecía traspasar una línea. ¿Era posible que Adrián compartiera los mismos sentimientos que él había intentado reprimir?
Por otro lado, estaba el miedo. Chris había construido su vida en torno a la fe, en torno a las expectativas de los demás y a una imagen que había intentado proyectar de ser un hombre correcto y conforme a los valores que le inculcaron desde pequeño. Pero cada vez que pensaba en Adrián, sentía que su mundo se tambaleaba. ¿Qué significaría para su vida aceptar lo que realmente sentía? ¿Qué dirían su familia, su comunidad, el pastor que había intentado guiarlo en sus dudas?
Y finalmente, estaba la esperanza. Por mucho que intentara ignorarlo, una parte de él quería creer que tal vez, solo tal vez, Adrián estaba abriendo una puerta, un camino que Chris nunca se había permitido explorar. El dibujo, con su simpleza y sinceridad, era como un pequeño faro en la oscuridad de sus incertidumbres.
Mientras seguía reflexionando, la voz de su abuela interrumpió sus pensamientos:
—¿Qué tanto miras, Chris? Pareces enamorado.
Chris levantó la vista rápidamente, sonrojado.
—Nada, abuela. Solo un mensaje de un amigo.
Ella lo observó con una sonrisa sabia, pero no insistió. En su corazón, Chris sabía que no podía quedarse solo con sus pensamientos. Quería entender lo que Adrián realmente sentía, pero también necesitaba entenderse a sí mismo.
"Tal vez... debería hablar con él," pensó finalmente. Después, se rió de sí mismo, sacudiendo la cabeza como si con ese gesto pudiera disipar las ideas que comenzaban a asentarse en su mente. Qué tonto soy, se dijo, tratando de racionalizar lo que sentía. Es un hombre con un hijo, alguien que seguramente está enfocado en su familia. Además, es popular entre las mujeres; lo he visto en acción, siempre rodeado de miradas y sonrisas coquetas. ¿Qué sentido tiene que piense siquiera que podría sentir algo por mí?
Chris dejó el teléfono a un lado, pero sus pensamientos seguían girando alrededor del mensaje y el dibujo. Intentó convencerse de que estaba exagerando, que todo era producto de su imaginación. Creo que a veces soy un paranoico. Todo esto no es más que mi mente jugando conmigo. Seguro que ese dibujo no tiene mayor significado. Solo es un gesto amable, algo que haría cualquier amigo.
Ame.