Matteo Bushida Lombardi desde pequeño vio a sus padres amarse por sobre todas las cosas, y pensó que él había encontrado un amor igual, pero todo lo perdió por culpa de aquella noche.
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Nueve
Un mes después de aquella noche horrible la misma sirvienta que cuidó la última brutal golpiza que recibió Mia entraba a hurtadillas en su habitación con algo escondido debajo de sus ropas.
- Siga las indicaciones de la caja señorita, perdone que no me quede.
Le entregó muerta de miedo lo que traía escondido entre la blusa y se fue.
Mia entró al baño y pasó el seguro antes de leer detenidamente las instrucciones y hacer lo que indicaba.
Dos rayas rosadas fue el resultado y al verlas su mundo terminó de caerse.
- Livia, necesito hablar con ese amigo tuyo, Matteo.
Le dijo a la otra chica lo más bajo que pudo, ya estaba más que convencida de que Livia no era de fiar pero no tenía otra forma de llegar hasta el hombre que le había hecho aquello, ella estaba perdida, no sabía que más hacer pues cuando su padre se enterara de su situación no iba a suceder nada bueno.
- ¿Tanto te gustó que quieres más?- le preguntó con sarcasmo.
- Tengo que hablarle.
- Ni loca Mia ¿Tú no sabes quien es él? Pertenece a una familia muy poderosa, hay quien dice que tienen vínculos con la mafia, a gente como él no se le molesta.
Livia sabía por Franco que el joven no quería saber de Mia pues creía que ella había sido quien lo había drogado, en cambio Mia sabía que si quería que su supuesta hermana la ayudara debía lanzarle su secreto.
- Dile que estoy embarazada, que necesito verlo.
Embarazada, eso sonó en los oídos de Livia como magia, Franco se estaba encargando de acrecentar el odio en Matteo contra la mujer que supuestamente lo había usado así que ella iba a poner su granito de arena, a lo mejor se deshacía de la molestia de una vez por todas.
- Está bien, le escribo y después te digo.
Mia volvió a su habitación y no habían pasado ni cinco minutos cuando la puerta de esta tronó, su padre ya sabía la buena nueva.
Otra golpiza acompañada de injurias contra su madre, la que según el hombre que la había engendrado era una zorra y ella lo había heredado, por suerte ahora estaba esperando los golpes y pudo aguantar con fuerza.
- ¡Quiero que te vayas de mi casa ahora!- le gritó cuando detuvo los golpes- Eres una vergüenza desde el día que naciste, no te quiero cerca de mi nombre y de mi familia.
Livia sonreía desde el pasillo, la respuesta al mensaje que había enviado llegó.
Pero lo que ella le había escrito al joven no era precisamente lo que Mia le había dicho.
- Hola Matteo, soy Livia. - escribió- No sé si recuerdas a mi amiga, la que me acompañó a la fiesta de Sorrento, dice que está loca por repetir otra noche como aquella contigo, que vas a divertirte como nunca, que si puede ser hoy mismo.
No pasó nada y el joven estaba respondiendo y su respuesta la puso muy feliz.
- Mia- Livia entró en la habitación de la chica como si nada- Uf que golpe tan feo tienes ahí- le dijo en tono de burla señalando al pómulo izquierdo- Pero bueno, a lo que venía, Matteo respondió y no te va a gustar.
Dio reproducir a un mensaje de voz y esperó a ver la reacción de la otra para tener un motivo más de satisfacción.
- Dile a esa cualquiera que si algún día se aparece delante de mi, con mis propias manos voy a acabar con ella y con todo lo que tenga que ver con ella, no va a quedar ni una gota de sangre de ella o de quien sea que esté con ella para que alguien sepa que alguna vez existieron, voy a acabar con toda su estirpe, que lo mejor que puede hacer es desaparecer para siempre.
Mia tocó su vientre y un escalofrío la recorrió, los golpes de su padre no habían sido suficientes y ahora tenía una nueva amenaza sobre ella, tenía que escapar de aquel lugar.
- Gracias Livia- le dijo.
- Lo que sea.- le contestó y salió muy feliz de la habitación.
Mia fue detrás de ella y cerró la puerta con seguro para llamar a su tía Anneta no quería que nadie supiera que se comunicaban.
- Mia, dime que pasa¿Porqué llamas a esta hora?- Anneta sabía que si la chica la llamaba en un horario que había más gente en la casa por algo era.
- Tengo que irme de aquí, mi padre me echó de la casa, estoy embarazada.
- ¿Embarazada?¿De quién? - le preguntó confusa, ella no sabía lo que había sucedido, eso iba a provocar que volviera y Mia no podía permitirlo.
La chica sollozó al teléfono.
- Olvida que hice esa pregunta Mia, ahora escucha bien.¿Recuerdas que mamá me dijo la última vez que nos vimos que yo sabía donde buscar?
- Sí- le contestó calmando su llanto.
- ¿Todavía duermes en la que era nuestra habitación?
- Sí- volvió a decir sin entender mucho.
- Cierra bien la puerta y cuando lo hagas quita la fotografía de los abuelos de la pared.
La puerta ya estaba cerrada, así que la chica fue a donde estaba la fotografía.
- Ya- le avisó.
- Busca una pequeña mancha azul en el papel tapiz.
- Aquí esta.
- Pues ahora haz lo que yo te diga.¿Lista?
- Sí.
- Aprieta tres veces seguidas la mancha y separa el dedo, después una vez y por último cuatro.
Mia lo hizo tal cual su tía le dijo y una pequeña puerta se abrió ante ella.
- Tía es una caja fuerte.- le comentó asombrada.
- A eso se refería mamá, pero yo no tuve tiempo de buscar, ahora has lo siguiente, ponte una blusa elastizada pero que te quede bien apretada y pon todo lo que está en la caja dentro de ella y encima ponte una sudadera grande para que no se note lo que llevas, cierra la caja y pon el cuadro en su lugar, cuando vayas a salir de la casa trae contigo solamente algunas fotografías y muy poca ropa así te dejan ir tranquilamente, cuando salgas de la casa ve con Arturo y dile que te ayude a llegar a Perúgia en autobus, recuerda en autobus.- le repitió- Yo voy a esperarte allí.
La chica hizo todo lo que le dijo su tía y como la otra lo había previsto en el momento de salir la esposa de su padre la detuvo.
- ¿Qué llevas en esa bolsa? No me extrañaría que te robaras algo.
- Solo las fotografías de mi madre y algo de ropa.- le contestó sin levantar la vista.
- Tú- le dijo Emilia a una de las chicas del servicio que estaba allí- Vira todo en el suelo y revísalo.- la joven titubeó por un momento- ¡Ahora!- le gritó a la pobre mujer que de un sobresalto apuró la encomienda.
- No hay nada de valor señora.- le dijo mostrando las cosas tiradas.
- Ya, vete a lo tuyo y tú recoge tus mierdas y desaparece de mi vista, ya te hemos soportado demasiado tiempo por aquí.
Y dándole la espalda dejó a la chica agachada en la entrada de la casa poniendo otra vez todo en su bolso para al fin marcharse.
Ojalá puedan ser felices y que hagan pagar a los culpables
llegaron Guilia y Jim a qué su hijo le relaté que fue lo que pasó esa noche que fue y como sucedió hasta llegar a la habitación donde estaba Mia.
Que comience la investigación y que caiga la Livia junto al padre y la madre y también a Franco porque el otro ya lo mandaron al infierno.