Elena crece sola, sobreviviendo en un mundo de tiburones. Un amor inmenso por los motores el cual le transmitió su padre, Mecánica Angel a diario lucha por liderar un mercado dominado totalmente por hombres.
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La prueba
Finalmente, el día había llegado, no logre pegar el ojo, pero estaba feliz por la oportunidad que la vida me daba. 4.50 de la mañana tocaba el portero eléctrico de ese gran portón para que me dieran acceso al taller de mis sueños, no demoraron en abrir y segundos después personal de seguridad comenzaba a revisarme y pedirme identificación. Demasiada seguridad creía hasta que pude divisar
el espacio que me rodeaba, era extraordinario, una mansión majestuosa divisaba y las grandes puertas que daban acceso al taller, ahora entendía porque tanta seguridad, era una mina de oro en herramientas de nuevas tecnología, sin mencionar los autos de alta gama estacionados supongo para su reparación.
Luego de constatar mi identidad y pasar la revisión de seguridad me llevaron hasta el sitio de prueba, allí solo se encontraba un motor colgando y unas cuantas herramientas.
Unos minutos después, Elena se puso frente a mí y comenzó a explicarme en que consistía la prueba, debía armar y desarmar un motor completamente en menos de 5 horas, esa sería la primera fase, luego iríamos a otro espacio donde debía encender un auto y luego de revisar por arriba tenía que tener una idea de que ocurría con el vehículo.
Ella tomó asiento cerca de donde me encontraba, coloco un cronómetro y mi tiempo comenzó, tenía los nervios a mil, pero me obligue a calmarme y comenzar la mejor oportunidad que se me había ofrecido hasta ahora, luego de haber arrancado di fin a mi armado del motor, el sudor corría por mi frente y la expectativa si lo había logrado o no me estaba cortando la respiración.
Cuando se colocó junto a mi deje de respirar, lentamente fue acercando el cronómetro a mi cara para poder mirar el tiempo corrido, no podía creerlo, cuatro horas treinta y seis minutos. Lo había logrado y no cabía en mi cuerpo de la felicidad y la euforia que tenía, pero debía guardar mi comportamiento. Y seguía la segunda fase; escuchar el auto en marcha y tratar de descifrar que tenía averiado.
Muy amable se me ofreció una bebida y un pequeño descanso antes de iniciar la segunda fase, charlamos sobre la vida, me presento a Julio, un hombre mayor quien ya estaba jubilado, pero seguía colaborando en pequeñas tareas en el taller como el orden de repuestos en su respectivo sitio.
Dio inicio a la segunda fase, sin agrandarme, puedo decir que fue extremadamente fácil lograr descubrir la falla, un inyector de combustible defectuoso, no lograba rociar el combustible debidamente e impedía el buen arranque.
Para terminar me dijo que pronto se comunicaría para darme la respuesta. De esa manera salí de ese hermoso lugar y más nervioso que antes debido a la espera.
Ese día almorcé con mi madre y el resto de la familia, tratando de no pensar mucho y volverme loco por la incertidumbre. A la mañana siguiente más temprano de lo normal llegue a mi trabajo, ocupándome sin descanso para no pensar y que los nervios se me activaran, así transcurrió toda la semana, ya daba por perdido el empleo.
Era domingo 27 de octubre, cumpleaños número 5 de mi único sobrino Bruno. Realizaba un pequeño asado en su honor cuando Llega hasta mí, mi madre con su bastón y me comunica que en la puerta me buscan, me pareció raro hasta que la vi parada frente a la puerta, Elena. Demasiado bella para la vista de cualquier mortal y en ese instante mis nervios salieron a flote de una manera bestial.
Buenos días, ¿cómo estás, Alexander? Y con esa sola pregunta iniciamos un pequeño , pero ameno
diálogo, hasta que antes de darme la noticia que fuera, le pedí si gustaba compartir una pequeña comida que realizábamos en honor a un pequeño miembro que cumplía años, se quedó seria debatiendo internamente si aceptar o no hasta que por la gracia de dios se acercó mi madre y no le dejo otra opción, diciendo luego continúan sobre trabajo, algo que más tarde le agradecí.