Tres amigos, tres historias diferentes. Un solo destino.
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Renzo Duquesne.
Soy Renzo Duquesne, soy profesor de idiomas y también de matemáticas y química, trabajo en el colegio institucional del pueblo, llegue a este pueblo hace muchos años, y pues no puedo decir nada de mi pasado porque la verdad es que no lo recuerdo. Solo sé que un día me desperté y estaba en un hospital, no recordaba nada sobre mí y fue un hombre con acento ruso que se acercó a mí y me dijo lo que había sucedido.
Resulta que yo era un espía, y mí esposa también, ambos trabajábamos para los rusos y en una misión, fuimos descubiertos, a mi esposa la mataron y a mí me dejaron casi muerto, afortunadamente sobreviví y así nuestra pequeña hija que tan solo tenía meses, no se quedó huérfana del todo.
Fueron ellos los que me mandaron aquí, me dieron una nueva identidad y me dijeron que aquí estaría a salvo, siempre y cuando no fuera a ninguna parte. Yo estaba asustado, la verdad es que no tener recuerdos es muy difícil, pero ellos me dijeron que era mejor así, porque lo que viví fue horrible y por mi salud mental, era mejor que no lo recordara. Sé qué tal vez tuvieron razón en su momento, pero de eso ya van muchos años, y ni un solo flash pasa por mi mente.
Pero bueno, no me quejo de la vida que he llevado hasta ahora, la verdad es que me siento un hombre muy afortunado por lo que tengo y lo que hago. No me he enamorado de nadie, la verdad es que en este lugar, la mayoría de las mujeres están casadas y las que no, pues son muy jóvenes para mí, así que soy un padre soltero abnegado.
Hablando de otras cosas, debo decir que hay cosas que en la vida no cambian, un árbol que nace torcido y un mal hábito arraigado sin interés de dejarlo. Y eso es lo que sucedía con los jóvenes Leal, sus padres los dejaban hacer lo que quisieran y si algun problema ocasionaban, todo lo solucionaban con dinero. Es verdad, soy un simple profesor de secundaria, pero en cuanto supe que ese Bruno acosaba a mi hija, me puso a investigar todo sobre esa familia en la capital, y así es como descubrí, que ese par de bribones, eran en realidad unos delincuentes.
Según el informe, habían ido muchas veces a la comisaría, y siempre habían salido bien librados, los acusaban de violación. A algunas las drogaban y a otras las tomaban por la fuerza, luego con mucho dinero las callaban y si no era suficiente las amenazaban de muerte. Todo eso lo conocían sus padres, pero según ellos, sus hijos jamás harían ese tipo de cosas.
Con esa información y sabiendo que mi hija era acosada por uno de ellos, me vi obligado a tomar medidas, sabía que hablar con sus padres no serviría de nada, y menos advertirle a él, porque estaban acostumbrados a pisotear a la gente y hacer lo que quisieran. Por esa razón, busque la manera de proteger a mi hija, no me importaba lo que tuviera que hacer ni como terminara eso.
— ¿Que es esto papá?
— Lo que ves hija, es un boleto de bus, te vas a ir allá por un tiempo no determinado, mientras veo que hacer.
— ¿Qué? Pero papá, debiste preguntarme primero si yo quería ir, no puedes tomar esta decisión por mí.
— Hija, es por tu bien, sabes que nunca te he ocultado nada, y está no será la primera vez que lo haga, mira esto.
Le pase los documentos con la investigación, ella debía verlo por sus propios ojos, cuando vi su expresión, supe que estaría de acuerdo en irse.
— ¿Tan peligrosos son? Esto es terrible.
— Así es, ¿Ves porque te quiero sacar de aquí? Ese tipo si le da la gana puede hacerte mucho daño, así que para evitar, lo mejor será que te saque de aquí y que nadie sepa dónde estás.
Para mi hija no fue fácil, aquí estaba toda su vida y sus amigos, pero esto tenía que ser así. Quiso despedirse de sus amigos, pero no se lo permití porque era muy arriesgado.
— No te preocupes hija, podrás mantenerte en contacto con ellos virtualmente, y cuando todo esté seguro, podrás regresar. Por ahora, lo más importante es tu seguridad.
Esa noche, la acompañé a la central de buses y me aseguré de que abordara el bus sin problemas. Le di instrucciones claras de mantenerse en contacto conmigo a través de un correo electrónico que habíamos creado juntos.
Ahora, con mi hija a salvo en otra parte, me enfrentaría a los Leal y haría todo lo posible por poner fin a sus fechorías. No podía permitir que siguieran dañando a jóvenes inocentes. Era hora de actuar, y estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias.
Desde aquel día, mi vida había dado un giro inesperado, pero sabía que había tomado la decisión correcta. No podía permitir que mi hija se convirtiera en otra víctima de la maldad de los Leal. Estaba listo para luchar por ella y por todos aquellos que habían sufrido a manos de esos delincuentes.
— Señor Alonso, disculpe que venga así de repente a su casa, pero es que necesito hablar con usted.
Me aparecí en casa del señor Alonso, quien era el abuelo de Rodrigo, uno de los amigos de mi hija, era también el mayordomo de los Leal, y si yo iba a hacer algo al respeto contra los crímenes de esos dos, tenía que buscar aliados.
— Profesor Duquesne, bienvenido, disculpe que lo reciba en estas fachas, pero no me he sentido bien los últimos días, dígame en qué puedo servirle.
— Lamento molestarlo señor Alonso, pero la verdad es que esto es muy importante, y también delicado, así que no me quedo más que buscarlo a usted, que creo es la persona indicada para guiarme en este asunto.
— Me está preocupando profesor, por favor siga y permítame servirle un café.
Entré a la casona y allí le conté en voz baja todo lo que había averiguado sobre los Leal, también de cómo había tenido que sacar a mi hija del pueblo a causa de esa amenaza.
— Ay profesor, la verdad es que no se qué decirle, llevo toda mi vida trabajando para los Leal, y la verdad es que el viejo señor Leal y su difunto hijo Gilberto, no eran así, si el señor Gilberto no hubiese muerto repentinamente, Lucio y su familia jamás hubieran pisado estas tierras y quizás sus hijos no estarían tan desatados como lo están ahora.
— Entiendo señor Alonso, pero la situación es grave y alguien tiene que detenerlos antes de que causen más daño. Necesito su ayuda para poder hacer justicia.
— Profesor, usted cuenta con mi apoyo. Haré todo lo que esté a mi alcance para ayudar a poner fin a esta situación. No puedo permitir que la familia Leal siga haciendo daño a la gente inocente.
Juntos trazamos un plan para exponer los crímenes de los Leal y llevarlos ante la justicia. Sabíamos que no sería fácil, pero estábamos dispuestos a luchar hasta el final.