Adam es un gángster y una madrugada, cae en una trampa, al descubrir que estaba siendo traicionado por su novia, con su mayor rival, durante esta trampa, termina gravemente herido y es salvado por Samantha, una mujer sencilla, que más tarde descubre que trabaja en uno de sus hoteles, ella es una hermosa mujer que está pasando, como él, por una desilusión amorosa. Después de que Samantha le salve la vida, Adam empieza a protegerla de su rival, que se entera de que le ha salvado la vida y se obsesiona con ella.
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¿Me he mezclado con la mafia?
Caio escuchó todas las respuestas de Samantha y sacó una tarjeta del bolsillo, entregándosela.
- Por ahora te doy las gracias por haberme ayudado y no haber llamado a la policía, me lo llevaré para que lo traten como es debido, pero quiero que me llames si tienes algún problema, si crees que te están siguiendo, o si alguien se te acerca queriendo saber de este asunto, necesito que me llames inmediatamente - Caio lo dijo todo de forma muy seria y precisa.
- ¿Quieres decir que si la policía viene a buscarme? - ella tenía dudas.
- En realidad no, pero puede que te busquen otras personas, nuestros enemigos, por ejemplo, después de todo, ayudaste a salvarle la vida.
- Espera, ¿estás insinuando que podrían empezar a perseguirme por salvarle la vida? O mejor dicho, ¿por ayudar a salvarla? - preguntó con una expresión de incredulidad y asombro.
Caio se limitó a asentir, dejándola sin saber qué pensar.
- Genial, muy bien, ¿ustedes qué son? ¿La put@ mafia? - estaba muy nerviosa.
Samantha ya había empezado a decir palabrotas de nuevo, como siempre que se ponía nerviosa, acababa diciendo lo que no debía cuando estaba en ese estado, y por la expresión que puso el hombre a su pregunta, la respuesta era sí.
- Tío\, tienes que estar de broma\, ¿verdad? - necesitaba una respuesta clara.
- Por eso te di mi tarjeta, Adam tiene enemigos poderosos, pero es un hombre de principios, tú le ayudaste y puedes estar seguro de que se esmerará en pagar esa deuda, eso incluye tu protección, ya que te pusiste en riesgo por esa ayuda -habló mirándola a los ojos, para que ella estuviera segura de que todo era cierto.
- Pero ahora necesito llevármelo, cuanto más tarde en buscar tratamiento, mayor será el riesgo, ¿puedo pedir a los hombres de fuera que entren? - pidió permiso, ya que era su casa.
Ella no estaba en condiciones de responder nada más, solo hizo un gesto con la cabeza, indicando que tenía su permiso.
Caio se dirigió a la puerta dejándolos pasar, les ordenó que llevaran a Adán con cuidado hasta el auto, él llegaría enseguida, los hombres lo cargaron de la manera que él les pidió, mientras Caio reforzaba su petición con Samantha.
- Gracias de nuevo y no olvides llamarme si me necesitas, ¿cómo te llamas? Así sabré que eres tú cuando te llame.
Samantha pensó un poco antes de contestar, al principio tuvo miedo de decir su nombre, pero después de pensarlo mejor, decidió hablar, si fueran a hacer algo con ella, ya lo habrían hecho, estaba sola y ellos armados, era fácil silenciarla allí, no necesitaba saber su nombre para eso.
- Me llamo Samantha y si tengo algún problema, te llamaré.
Caio confirmó con la cabeza y también salió de la casa, ella se dirigió a la puerta, la cerró y salió revisando todas las ventanas, para asegurarse de que también estuvieran cerradas.
Después de revisar todo, Samantha volvió a mirar esa tarjeta, no podía creer que se había metido en una estafa como esa, su vida era realmente desafortunada últimamente, todo el control que tenía sobre ella había desaparecido, lo que le había ganado muchos dolores de cabeza.
Como todos ya se habían ido, ella necesitaba una ducha y se dirigió hacia el baño, al entrar pudo ver todo el desorden que aún había, había sangre por varios lugares de la baldosa, aún tenía que limpiar todo antes de su ducha, su suerte era que su turno en el hotel ese día, era más tarde, ya era temprano en la mañana y necesitaba dormir un poco antes de ir a trabajar.
En cuanto Caio subió al coche, llamó al médico que los atendía, en aquella situación y circunstancia, el tratamiento no podía ser hecho en un hospital común, porque involucraría preguntas y a la policía.
- Doctor Carlos, necesito que revise la situación de Adán, le dispararon y no sé si la bala fue extraída de la forma correcta, la fiebre está comenzando.
- Voy a prepararlo todo aquí, entre por la parte de atrás para no llamar la atención - contestó el médico dándole las instrucciones a Caio.
La llamada se cerró y Caio dio orden de ir a la clínica privada, entendía que la recomendación del médico era por la posición de Adam, si algún enemigo lo veía herido podría querer aprovechar la oportunidad para acabar con él.
Adam no era conocido en Seattle como mafioso, pero como reputado CEO, propietario de varios establecimientos, tenía enemigos, tanto en el mundo empresarial, como en el criminal.
Nada más llegar, ya había un equipo esperando a Adam en la parte de atrás, lo pusieron en una camilla y se lo llevaron para ser atendido, Caio dudaba si avisar a Andrew de la situación de su hermano, era el segundo en la sucesión y quizás era mejor avisarle a él.
Caio volvió a coger el móvil y llamó a Andrés que tardó un poco en contestar, él solía estar en fiestas constantemente, diferente a Adán que tenía toda esa carga a sus espaldas y siempre estaba recibiendo cargos del ayuntamiento.
Al cabo de un rato contestó y Caio empezó a pasarle la información.
- Andrés, Adán fue herido, está siendo atendido en la clínica ahora, pero creo que lo peor ya pasó, ya le sacaron la bala y el doctor Carlos ya lo está examinando.
- Ya me voy, cuando llegue me explicas toda la situación, solo no le digas a Sophia, déjame hablar personalmente -dijo Andrew levantándose de la cama del hotel donde estaba con una persona con la que pasó la noche.
En cuanto se mencionó ese nombre, los pensamientos de Caio se dirigieron a ella, Sophia era la hermana menor de Adán, tenía diecinueve años y él estaba enamorado de ella en secreto desde que tenía diecisiete, no tenía el valor de expresar ese sentimiento, porque era la hermana de su jefe, y su posición era inferior a la de ella.
Lo peor era saber que tal vez muy pronto, tendría que verla casarse con otra persona, Adam llevaba un año teniendo problemas con el consejo, porque querían concertarle un matrimonio arreglado, algo que Adam juró no permitir.
Siempre chocó con las costumbres bárbaras y descerebradas que regían los bajos fondos y, tras hacerse con el poder, intentó cambiarlo todo, al menos dentro de su propia organización.