"Mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tenía todo lo que siempre había deseado: padres amorosos, una hermana que era mi mejor amiga y un novio que se suponía que me amaba desinteresadamente. Pero un día, al descubrir secretos ocultos que giraban en torno a mí, sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies. ¿Cómo podría haber estado tan ciega?, ¿cómo puede confiar tanto en esas personas?; estos secretos estaban a punto de sacudir los cimientos de mi familia y destruir mi relación."
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Capitulo XXII ¿Embarazada?
Punto de vista de Leo
Kristen había llegado de su viaje, solo pensar todas las noches que había pasado con mi tío me hacía hervir la sangre. Tenía que borrar las huellas de el de su cuerpo así me tocará despellejarla viva.
Tenía todo planeado, está noche terminaría con esa relación y haría a Kristen mi mujer. Está noche me encargaría de borrar todas las huellas que mi tío haya dejado en ella.
Punto de vista de Kristen
Después de regresar de la luna de miel empecé a sentirme mal, así que decidí ir al doctor, no le dije nada a Gabriel para no preocuparlo, ya bastante tenía con el trabajo y la presión que tenía por parte de los Montenegro.
Llegue a la clínica y una doctora muy amable me recibió. “Señora Linares, ¿en qué puedo ayudarla?”, me pregunto amablemente.
“Desde hace unos días me he estado sintiendo mal. Realmente estoy preocupada, ya que llegue de viaje hace una semana y temo haber contraído algún virus en el extranjero”, respondí honestamente.
“Ok, no se preocupe, puede que sea un resfriado u otra cosa”, dijo la mujer con una sonrisa cómplice. “¿Dígame cuáles son sus síntomas?”, pregunto con profesionalismo.
“He sentido algunos mareos, además por las mañanas siento náuseas y algunas comidas no las tolero”, explique pausadamente.
“Ok, ¿cuándo fue la última vez que vio su periodo?”, pregunto la mujer tecleando en su computadora.
“Realmente no recuerdo, siempre he sido muy irregular y por eso no le prestó atención”, respondí sinceramente.
“Muy bien, le enviaré a realizar un par de pruebas de laboratorio, vaya con mi enfermera para que le tome la muestra”, fui con la enfermera y cuando vi la aguja casi me desmayó, siempre le había tenido fobia a las inyecciones, recuerdo que cuando era niña gritaba como si me estuvieran matando cada vez que me llevaban a ponerme las vacunas o para realizarme algún examen médico.
Una vez me extrajeron la sangre, espere a que los resultados estuvieran listos, estaba muy nerviosa por lo que pudiera salir en los resultados. Fui hasta la cafetería, ya que se me había antojado un jugo bien frío de naranja. Después de esperar por una hora, la doctora me invitó a pasar nuevamente a su consultorio, me pidió sentarme para empezar a leer lo que había escrito.
“Bien, al parecer todo está bien, no tiene anemia, ni problemas de azúcar, ya le tomé la tensión y está normal para su estado”, no entendía nada de lo que la doctora decía, sería que ella pensaba que yo también era médico.
“¿Si todo está bien, entonces por qué me siento tan mal?”, pregunté ante el silencio de la doctora.
“Señora Linares, usted está bien físicamente, no se alarme, sus síntomas son normales en una mujer embarazada. Felicitaciones por su bebé”, la doctora dijo aquellas palabras dejándome en shock, no lo podía creer, estaba embarazada, estaba esperando un hijo de mi esposo. La felicidad no me cabía en el pecho, enterarme de que voy a tener un hijo de mi amor es una experiencia llena de emociones intensas. Siento una inmensa alegría y felicidad, es como si mi corazón estuviera rebosado de amor. La idea de tener una nueva vida dentro de mí me hacía sentir completa. Aunque tengo mucha ansiedad al pensar si seré una buena madre, tener un bebé es una responsabilidad muy grande, esta noticia está cambiando todo mi mundo, muero de ganas por decírselo a Gabriel, ansío ver su reacción.
Me despedí de la doctora y pensé ir a visitar a mi esposo a la empresa, no podía esperar más para decirle la gran noticia. Salí a la calle para tomar un taxi, como no quería que Gabriel supiera donde estaba, en la mañana salí de la casa en un taxi.
En la salida de la clínica había uno parqueado y sin fijarme en el conductor me subí a este. Le di la dirección de la empresa de Gabriel y me recosté en el asiento cerrando los ojos. Estaba muy emocionada y solo pensaba en como darle la noticia a Gabriel.
Cuando abrí los ojos vi que no íbamos a la empresa, el taxista se desvió hacia un lugar extraño. “¿Por qué tomo este camino?”, le pregunté asustada.
“Tranquila hermosa, ya casi llegamos”, la voz del taxista me pareció conocida y para mi desgracia así era. Ese hombre era Leonardo, me sentí atrapada, desesperada, intenté abrir la puerta del auto, pero esta tenía seguro.
“¿Qué pretendes?, ¿por qué me estás llevando contigo?”, pregunté con firmeza.
“Eres mía y hoy consumaremos nuestro amor”, respondió Leonardo mientras conducía.
“Estás loco, tú estás casado con mi hermana y yo con tu tío al que amo profundamente”, le dije tratando de persuadirlo.
“Calla, tú me amas a mí y hoy me lo demostrarás”, en ese momento sentí un miedo helado recorriendo mi cuerpo, Leonardo estaba como loco y podía hacerme daño. Ahora tenía que pensar en mi bebé y en la manera de salir bien librados de esto”.
Llegamos a una casa a las afueras de la ciudad, este idiota me saco del auto a la fuerza, y me obligó a entrar a la casa. No sé en que momento puso un trapo lleno de algo en mi nariz y fue cuando perdí el conocimiento.
Desperté en la cama desnuda con Leonardo a mi lado. En ese instante entro Gabriel encontrándome en esa situación. Leonardo se despertó y miro a su tío con una sonrisa burlona.
“Te lo dije tío, Kristen es mía y te hemos estado engañando desde hace tiempo”, escuché a Leonardo diciendo mentiras.
“Eso no es cierto. Tú me trajiste aquí a la fuerza”, quise explicarme, pero Gabriel me interrumpió con una voz llena de odio.
“Eres una cualquiera, aquí no hay nada que explicar, todo está claro. Pensé que eras diferente, pero veo que eres igual a todas, una interesada. No quiero verte nunca más en mi vida y ni pienses en ir a mi casa, porque te mando sacar a patadas.
Gabriel se fue dejándome ahí a merced de ese desquiciado, yo no tenía fuerzas para defenderme y Leonardo empezó a atacarme.