En un futuro distópico devastado por una ola de calor, solo nueve ciudades quedan en pie, obligadas a competir cada tres años en el brutal Torneo de las Cuatro Tierras. Cada ciudad envía un representante que debe enfrentar ecosistemas artificiales —hielo, desierto, sabana y bosque— en una lucha por la supervivencia. Ganar significa salvar su ciudad, mientras que perder lleva a la muerte y la pérdida de territorio.
Nora, elegida de la ciudad de Altum, debe enfrentarse a pruebas físicas y emocionales, cargando con el legado de su hermano, quien murió en un torneo anterior. Para salvar a su gente, Nora deberá decidir hasta dónde está dispuesta a llegar en este despiadado juego de supervivencia.
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Una cruel realidad
Capítulo Diecinueve
El día amaneció en la habitación donde los cinco competidores se habían acomodado. El aire estaba cargado de una mezcla de ansiedad y expectativa, como si pudieran sentir la inminencia de la nueva prueba que les esperaba. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando las caras cansadas de Marcus, Jared, Nora, Mateo y Lian. Mientras la temperatura exterior ya comenzaba a subir, el interior del refugio se sentía como una trampa, un último bastión antes de que el verdadero horror comenzara.
Argus apareció en la habitación, su presencia dominante hizo que todos se callaran. Con una mirada seria y un tono de voz autoritario, comenzó a hablar.
—Escuchen con atención —dijo Argus, su voz resonando en la pequeña sala—. Las reglas de la tercera tierra son simples pero letales. Esta vez, se enfrentarán en una sabana. No hay tiempo limitado. El juego continuará hasta que solo queden dos de ustedes vivos, ya sea en días, semanas o incluso meses.
El silencio se hizo palpable. Las palabras de Argus retumbaron en sus mentes, y el peso de la realidad se hizo más presente. Nora sintió un escalofrío recorrer su espalda. La idea de tener que esperar indefinidamente, de vivir con el miedo constante de que alguien más fuera a atacarla, era abrumadora.
—No se permitirá ninguna forma de comunicación con el exterior —continuó Argus—. Los padres de la patria están observando. Quieren asegurarse de que no se formen lazos que puedan amenazar el sistema que han establecido.
Marcus, que había estado de pie cerca de la ventana, se volvió hacia Argus con un gesto de frustración.
—¿Qué significa eso para nosotros? —preguntó, su voz cargada de impotencia. La mirada de Argus se endureció.
—Significa que tú y Jared deben alejarse de Nora y de los demás como tu y yo lo habíamos hablado ayer . La amistad es una debilidad en este juego, y los padres de la patria no lo tolerarán.
El rostro de Marcus se tornó sombrío. No podía creer lo que estaba escuchando. Era como si los padres de la patria quisieran convertirlos en monstruos, alejándolos de la humanidad que todavía les quedaba.
—¿Alejarnos de ella?, pensé que solo era un capricho que se les pasaría —replicó, su voz elevándose—. ¿Y dejarla sola? ¿Así simplemente?
Argus lo miró fijamente, sin mostrar signos de compasión.
—Es por su propio bien, Marcus. Si no, correrán el riesgo de ser eliminados tu debes solo preocuparte por pasar la tercera tierra . La sabana no perdona, y tampoco lo harán sus enemigos.
Jared asintió, mirando a Marcus con una mezcla de empatía y resignación.
—No tenemos elección, amigo. Es la única forma de sobrevivir.
Marcus bajó la mirada, sintiendo que un peso le oprimía el pecho. Su conexión con Nora había sido su único rayo de esperanza en este mundo oscuro, y ahora se lo estaban arrebatan. Sin decir más, se alejó, dejando un vacío en el aire que resonaba con el eco de su frustración.
Nora los observó alejarse, sintiendo un torbellino de emociones. ¿Por qué tenían que hacerles esto? Había algo cruel en el sistema que los había atrapado, y esa crueldad se extendía a sus corazones. Sin poder evitarlo, se sintió sola, incluso en medio de la multitud.
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Más tarde, los cinco fueron conducidos a un helicóptero que los llevaría a la tercera tierra. La sensación de desesperación aumentaba a medida que se acercaban a su destino. Cuando el helicóptero se elevó, Nora se asomó por la ventana, viendo cómo el paisaje se transformaba rápidamente de las tierras áridas de la segunda tierra a la vasta sabana que se extendía como un océano dorado.
Al aterrizar, el motor del helicóptero se detuvo, y Argus les indicó que bajaran. La sabana se extendía ante ellos, un paisaje hermoso pero traicionero, lleno de posibilidades y peligros ocultos.
—Aquí es donde comenzará su prueba —dijo Argus, mirando a cada uno de ellos con una intensidad que los hizo sentir vulnerables—. Recuerden: solo dos de ustedes sobrevivirán. Todo lo demás es irrelevante, no habrá agua no habrá comida, solo ustedes contra la naturaleza
Nora se giró hacia sus compañeros, viendo la mezcla de determinación y miedo en sus rostros. Jared, con su mirada resuelta; Mateo, que intentaba mantener la calma; Lian, que observaba a los demás con un aire de indiferencia. Y Marcus, que ya se había distanciado, aunque su presencia aún resonaba en su mente.
Con un último vistazo a Argus, los cinco se dispersaron corriendo para poder ocultarse ya que todos eran enemigos a partir de ese instante , cada uno tomando su propio camino en la vasta sabana. Nora respiró hondo, el aire caliente llenando sus pulmones mientras comenzaba su viaje, sintiendo el sol abrasador sobre su piel.
Cada paso que daba la alejaba más de la seguridad, más hacia lo desconocido. Pero también la empujaba a tomar decisiones que podrían cambiar su vida para siempre. La sabana podía ser un enemigo mortal, pero también un lugar para demostrar su valentía.
Mientras avanzaba, su mente corría con pensamientos sobre lo que había dejado atrás. La conexión con Marcus, la camaradería con Jared y Mateo. No podía evitar preguntarse si habría una forma de volver a reunir a todos, de encontrar una manera de sobrevivir juntos en este cruel juego.
A medida que avanzaba por la sabana, Nora escuchó un ruido a lo lejos. Alzó la vista, sintiendo que su corazón latía más rápido. Una sombra se movía entre los arbustos, y la tensión se apoderó de su cuerpo. Sabía que el peligro estaba más cerca de lo que pensaba, y tenía que estar preparada.
En un instante, el juego había comenzado. Nora se encontraba en el centro de un campo de batalla, donde la amistad y la humanidad eran solo recuerdos lejanos. La sabana no sería indulgente, y ella tenía que encontrar su camino. ¿Sería capaz de enfrentarse a los demás y a sus propios demonios? La respuesta estaba en el aire, flotando como el polvo dorado que se levantaba bajo sus pies.