Para Emma Blake, una joven decidida y de fuertes convicciones, casarse con un hombre como Nicholas Marshall, el imponente magnate empresarial, jamás estuvo en sus planes. Sin embargo, el destino y una jugada cruel del poder los ha unido en un acuerdo imposible de rechazar: un matrimonio por conveniencia que podría salvar la vida de su familia y las finanzas del imperio Marshall.
Nicholas es frío, calculador y tiene una reputación impecable en los negocios, pero detrás de su fachada de acero esconde secretos oscuros y una necesidad insaciable de control. Para él, este matrimonio no es más que un trato, una forma de proteger su legado familiar
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Capitulo 8
El viento frío de la noche acariciaba la piel de Emma mientras caminaba por la terraza del lujoso hotel donde se celebraba la fiesta. El eco lejano de la música y las risas llegaba desde el interior, pero ella necesitaba un momento para ordenar sus pensamientos. Todo lo que Nicholas le había revelado aún giraba en su mente, y aunque deseaba creer que podían superarlo juntos, una parte de ella temía lo que estaba por venir.
De repente, una figura oscura apareció en la penumbra, su silueta recortándose contra la tenue luz de la luna. Emma frunció el ceño, su corazón acelerándose. Al principio pensó que era Nicholas, pero algo en la postura del hombre la hizo sentir un escalofrío de advertencia. Dio un paso hacia atrás, preparándose para regresar al interior cuando la figura habló.
"Así que esta es la famosa esposa de Nicholas." La voz era grave, cargada de una frialdad que envió una descarga de adrenalina por su cuerpo.
Emma se detuvo en seco, el miedo comenzando a recorrer su cuerpo como un veneno. "¿Quién eres?" preguntó, su voz más firme de lo que se sentía.
El hombre dio un paso hacia adelante, lo suficiente para que Emma pudiera distinguir su rostro a la luz de la luna. Tenía una mirada dura, llena de rencor. "Me sorprende que Nicholas no te haya mencionado. Pero claro, él no es del tipo que comparte sus... fracasos."
"Responde a mi pregunta," insistió Emma, sin ceder terreno. A pesar del miedo que la invadía, no estaba dispuesta a mostrarse débil.
El hombre sonrió, una sonrisa cruel que no alcanzaba sus ojos. "Soy alguien que Nicholas intentó destruir hace años. Alguien que él pensaba que había dejado en el pasado. Pero me subestimó, y ahora estoy aquí para saldar cuentas."
Emma sintió que el mundo se tambaleaba bajo sus pies. "¿Qué quieres de nosotros?"
"Justicia," dijo el hombre, su tono gélido. "Nicholas ha vivido demasiado tiempo bajo la sombra de sus mentiras y traiciones. Es hora de que pague por ello... y lamentablemente para ti, eso incluye destruir todo lo que ha construido. Su matrimonio, su imperio, su vida."
Emma apretó los puños, la furia y el miedo luchando por el control. "No te dejaré destruirnos."
El hombre soltó una risa amarga. "Tú no tienes ni idea de con quién te has casado, ¿verdad? Pero pronto lo descubrirás. Y cuando eso ocurra, desearás no haberlo conocido jamás."
Antes de que Emma pudiera responder, la figura se desvaneció en las sombras, dejándola sola en la terraza con el eco de sus amenazas reverberando en su mente. Estaba temblando, pero no era solo por el frío de la noche. Las palabras del hombre seguían retumbando en su interior, sacudiendo las bases de la confianza que comenzaba a construir con Nicholas.
Apenas tuvo tiempo de procesar lo sucedido cuando Nicholas apareció detrás de ella, con el ceño fruncido. "¿Estás bien? Pareces alterada."
Emma lo miró, con su corazón latiendo con fuerza, pero decidió no decir nada... aún. "Sí, estoy bien," respondió, aunque sabía que la calma que intentaba proyectar se desmoronaría pronto.
Nicholas se acercó, envolviéndola en su brazo, pero Emma sintió el peso de la revelación del extraño apretándole el pecho. ¿Podía realmente confiar en Nicholas? ¿O el enemigo a la vista traería más oscuridad de la que ella estaba preparada para enfrentar?
Sin saberlo, Emma acababa de abrir la puerta a un enemigo del pasado, uno que no se detendría hasta que destruyera todo lo que amaba.
La noche había llegado a su fin, pero la calma que Emma sintió en los brazos de Nicholas se desvaneció rápidamente al día siguiente. El sol apenas despuntaba cuando Nicholas recibió una llamada que lo dejó pálido, sus dedos apretando con fuerza el teléfono. Emma lo observaba desde la cama, notando la rigidez en su postura, como si algo oscuro y amenazante se hubiese infiltrado en su vida.
“¿Qué sucede?” preguntó Emma, su voz suave, pero cargada de preocupación.
Nicholas no respondió de inmediato. Sus ojos se mantenían fijos en un punto distante, mientras su mente parecía estar en otro lugar. Finalmente, colgó la llamada y se volvió hacia ella, su expresión más cerrada de lo habitual.
“Es nada, solo un asunto de negocios,” respondió con un tono que intentaba ser casual, pero Emma no se lo creyó ni por un segundo.
Ella se levantó de la cama, acercándose a él con cautela. “Nicholas, por favor, no me mientas. Puedo sentir que algo no está bien.”
Él suspiró profundamente, pasando una mano por su cabello, como si las palabras fueran demasiado pesadas para pronunciarlas. “Alguien del pasado ha regresado, alguien que creí haber dejado atrás hace mucho tiempo.”
Emma frunció el ceño, preocupada. “¿Quién?”
“Marcus Santoro,” respondió Nicholas, y con solo pronunciar ese nombre, el ambiente en la habitación se volvió tenso. “Él y yo... tuvimos algunos desacuerdos en el pasado. Pensé que habíamos resuelto todo, pero al parecer, no fue suficiente.”
El corazón de Emma dio un vuelco al escuchar ese nombre. Había oído rumores de Marcus, un empresario con una reputación peligrosa, conocido por utilizar tácticas sucias para destruir a sus enemigos. Pero nunca imaginó que Nicholas habría tenido una historia con alguien como él.
“¿Qué quiere ahora?” preguntó Emma, sintiendo cómo una sensación de miedo comenzaba a crecer en su pecho.
“Destruirme,” respondió Nicholas con frialdad, sus ojos brillando con una mezcla de ira y determinación. “Ha estado planeando esto durante años, esperando el momento adecuado para golpearme donde más me duele.”
“¿Y dónde es eso?” susurró Emma, temiendo la respuesta.
Nicholas la miró intensamente, sus ojos oscuros y serios. “A ti. Nuestro matrimonio. Todo lo que hemos construido.”
El silencio que siguió fue sofocante. Emma sintió que el suelo bajo sus pies se tambaleaba. No había esperado que su relación, ya de por sí complicada, fuera amenazada por alguien tan peligroso como Marcus. Pero ahora, la amenaza era real, y Nicholas estaba atrapado en una guerra que podría destruirlos a ambos.
“¿Qué vamos a hacer?” preguntó, buscando alguna señal de esperanza en la expresión de Nicholas.
“Proteger lo que es nuestro,” dijo él con determinación, acercándose a ella y tomando sus manos con firmeza. “No dejaré que Marcus nos destruya. Pero esto no va a ser fácil. Tendremos que ser fuertes, más fuertes que nunca.”
Emma asintió, sintiendo cómo el miedo y la incertidumbre se mezclaban con una nueva resolución. Estaba dispuesta a luchar por su matrimonio, por Nicholas, por todo lo que estaban construyendo juntos. Pero sabía que enfrentarse a alguien como Marcus no sería una tarea sencilla.
“Estoy contigo,” dijo, su voz firme a pesar de sus temores. “No importa lo que pase.”
Nicholas la miró con gratitud y algo más, una chispa de admiración por su valentía. Pero detrás de esa mirada, Emma pudo ver que él también estaba asustado, aunque lo disimulaba bien.
“Voy a hacer todo lo posible por mantenerte a salvo, Emma,” prometió Nicholas, su voz baja pero cargada de sinceridad. “Lo que sea necesario.”
Mientras las primeras luces del amanecer se colaban por las ventanas, Emma supo que su vida estaba a punto de cambiar. Marcus Santoro no solo era una amenaza para Nicholas, sino también para ella. Y ahora, con el enemigo a la vista, tendrían que enfrentarse juntos a las sombras del pasado que amenazaban con destruir todo lo que habían comenzado a construir.