Contrato De Amor

—Me educaron para ser una buena noble, pero también una buena esposa, aunque todo eso lo aprendí desde que cumplí doce años, mi vida antes de eso, fue algo caótica—

—¿Podrías contarme?— la quería conocer

—Mi madre murió cuando yo aún era niña, entonces quedé bajo el cuidado de mi padre y su primera esposa, fue el momento en el que aprendí a sobrevivir en lugar de vivir— la melancolía, invadió su corazón.

—Si es algo difícil, dejémoslo para otro momento— vio el cambio inesperado en su rostro.

—Está bien, ya es parte del pasado. Cómo decía, había veces en los que me dejaban días sin comer o me castigaban por cualquier cosa que se les ocurriera. Yo siempre fui una niña muy curiosa y por esa razón, me dediqué a preguntar y aprender por cuenta propia, así varias personas que me veían con lástima, me ayudaban. Gracias a que en el territorio del conde, no todos lo aprecian, me instruyeron en la caza y así aprendí a utilizar el arco, también soy buena con la lanza, sobre la cocina, eso lo aprendí gracias a las esposas de los campesinos, que me enseñaron a preparar cada presa que llegaba a cazar, fue una etapa única en mi vida, una que disfruté muchísimo— sonreía al recordar.

—Ya veo. ¿Se molestaría si invito a sus padres entonces?— no sabía cómo iba a tomar la decisión de traer al conde a la fiesta que estaba realizando en secreto.

—Si hay una forma en la que él pueda llevarme de vuelta, solo tendría dos opciones. Yo puedo huir o simplemente aceptar lo que el destino tenga preparado para mí. Usted puede hacer lo que quiera, no le puedo prohibir nada, solo le agradecería que mencionara solo al conde, pues soy huérfana de madre— siguió comiendo sin darle tanta importancia.

—Johana— tomó su mano, ya que estaba a su lado —nadie va atener más poder que tu en este ducado, además no podrá reclamar que eres su hija, porque ya todo está preparado— se mostró seguro ante lo dicho.

—Así que piensa traerlo aquí. Si usted lo asegura, creeré en su palabra— no estaba segura de lo que iba a pasar más adelante y mucho menos tenía idea de su próximo encuentro con aquella familia que pensaba acabar con su existencia, se soltó del agarre, con la excusa de beber un poco de agua.

—Tranquila, primero tendremos que lidiar con mis padres— su rostro expresaba fastidio.

—¿Ellos vendrán?— se puso algo nerviosa.

—De hecho nos encontraremos en una villa a dos días de aquí, es ahí donde se hacen las reuniones familiares. Antes debes saber algo importante— volvió a tomar su mano.

—¿Sucede algo malo?— no entendía.

—Ellos han estado presionando para que me case, por eso al ver la oportunidad, la tomé, pero no solo fue eso, la verdad es que yo…— no sabía cómo expresar sus sentimientos.

—Está bien puede decirlo— podía ver su nerviosismo.

—Me gustas, muchísimo. Desde aquel día a lado del lago, me gustaste.— miró a otro lado.

—Entenderá que no puedo abrir mi corazón tan fácil, realmente apenas si conozco lo relacionado con ese tema, aunque no le puedo negar que siento una sensación extraña cuando está cerca de mi— se había ruborizado.

—Podemos aprender juntos— le sonrió.

—Debo decir que usted ya me lleva ventaja duque— era evidente a lo que se refería, aunque si podía, quería molestar a Donatello.

—Bueno, eso… yo prometo que jamás me enamorado, ellas sabían a lo que se atenían cuando aceptaban estar conmigo— se defendió.

Siendo mujer, Johana sintió una ligera molestia al escucharlo, pero tenía razón, cada quien era libre de decidir cuando se le daba la oportunidad. Quizás muchas de las jóvenes, simplemente pensaban en una manera de subir de posición, aunque no lo lograron.

—Por cierto, ¿tu prometido era un marqués?, nada alejado a mi posición, ¿por qué no pelear por él?— quería saber si existía alguna posibilidad que en un futuro, Johana pudiera cambiar de opinión.

—Sabe duque, lo pensé. Una noche cuando iba a verlo, escuché claramente como planeaban deshacerse de mi, él y mi hermana. A decir verdad no me sorprendió, era lógico que prefirieran a una hija legítima y no al estorbo que había dejado una mujer que jamás fue querida— no le dolía su desprecio, pero si el motivo del porque pensaban asesinarla, por una estúpida compensación.

—Yo lo lamento tanto— se puso de pie y la abrazó.

Johana por primera vez en mucho tiempo había abierto su corazón y contó parte de su vida, o la resumió en su totalidad. Se dejó llevar y lloró libremente, sentía confianza a lado de aquel hombre.

—»Jamás nadie podrá hacerte daño, tendrán que pasar sobre mi cadáver para que alguien se atreva a tocarte«— era cruel aquel abrazo para él, pues sentía el dolor que la castaña había guardado por mucho tiempo.

Algunos de los empleados presentes, se retiraron cuando vieron al duque abrazarla, sabían que debieron darles privacidad desde hacia tiempo, pero no pudieron hacerlo, ahora sentían cierta lástima por Johana, mientras que otros algo de empatía, pues nunca pensaron que alguien tan amable como la castaña, hubiera sufrido tanto en su anterior casa, otra persona en su lugar, le tomaría odio al mundo, al final cada persona es diferente y hace lo que mejor le parece.

—Pero eso ya es pasado, ahora quiero vivir mi presente y no pensar en el futuro, quizás más adelante, cuando nuestro trato se termine, pueda comenzar en otro lugar donde nadie me conozca, eso lo veré en el proceso— se separó de él, limpiando las lágrimas que aún quedaban en su rostro.

—¿Y si no quiero dejarte ir?— la tomó de los hombros, mientras la miraba fijamente.

—Bueno, eso solo usted podría decidirlo, pues si por mi fuera, después de firmar los papeles de matrimonio, estaría encantada de vivir a su lado por el resto de mi vida— era algo serio lo que decía.

—Entonces así hagámoslo, digamos que ese contrato no tiene valor y casémonos sin fecha de expiración— volvió abrazarla, estaba feliz.

—Pero quiero tener el contrato, testigos también. Así tendré algo que me respalde cuando usted cometa algún error— se veía lo inteligente que era al pensar en ello.

—¿A qué te refieres?— no entendía.

—Usted ha tenido infinidad de conquistas, así que no pienso arriesgarme por algo así, necesito un documento donde se explique las consecuencias que tendría un engaño de su parte, además de no aceptar concubinas o segundas esposas— era totalmente cierto que la malicia corría por sus venas.

—Yo jamás te haría algo así— se sentía dolido

—Nadie lo asegura y de todos los hombres que he conocido, todos han mentido, entonces quiero protegerme por cualquier cosa— lo miró con seriedad.

—Ella tiene razón general— Stephan había interrumpido.

—Tu no te metas— gritó

—Yo le ayudaré señorita Chian, me encargaré de hacer el papeleo y también seré su testigo, junto con Blas— lo vio venir a lo lejos, así que lo comprometió en el asunto.

—Hecho, se lo agradezco capitán—

—Llámame Stephan— sonrió burlón hacia su primo.

—Puedes llamarlo solo capitán— sus celos florecían.

Johana solo sonrió para sus adentros, era lindo ver como se comportaba aquel hombre, cuando en batalla le podían temer.