Lilith, que trabaja en un club exclusivo como mesera, un día llama la atención de un cliente muy importante, ¿qué pasará ahora?
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CAPITULO 17
Me levanté de la cama, todavía estaba adolorida, tome la ropa del mueble, la puse sobre la cama, era un suéter blanco cuello de tortuga, un vestido verde con pequeñas manchas blancas, un juego de ropa interior blanco, unas zapatillas, un bolso, y un lazo para el pelo, abrí el bolso, y todas mis cosas estaban dentro.
Me puse toda la ropa, seque y peine mi cabello en una coleta, puse el lazo, saque el polvo del bolso, me lo puse, y un poco de brillo de labios, con ropa me veía como un ser humano otra vez, y no como ganado.
Tome el bolso, y salí de la habitación, fui directo al comedor, la señora Laura estaba hay, esperando, me indico sentarme en una silla, yo me senté.
Ella fue a lo que parecía ser la cocina, y me trago un tazón con sopa de vegetales y pescado, por el olor, supe que tenía pescado.
Lo coloco frente a mí, con una cuchara, después dio un paso atrás, de a poco comencé a comer, estaba deliciosa, pero no sé por qué, después me dé tragarla me dejaba un sabor amar en la boca, no es la sopa, después de probar los vegetales y el pescado me di cuenta.
Era mi mente que tenía el recuerdo de aquel beso amargo, es algo que sé será muy difícil de olvidar.
Después terminar la sopa, me trajo un postre, era un pudin de chocolate, que irónico, este es el postre favorito de la abuela y yo, los fines de semana, íbamos a una pequeña cafetería a comer pudin de chocolate, yo tomaba un jugo y ella café amargo.
Me comí el pudin, también estaba muy delicioso, sin embargo, borraré este recuerdo de mi mente, solo recordaré el pudin que he comido con la abuela en la cafetería los fines de semana, cuando todo en nuestras vidas iba bien.
— ¿Podemos irnos?, me preguntó la señora Laura, sacándome así de mis pensamientos.
— Si, le contesté.
Me pare de la silla, tome mi bolso del respaldo de la silla, y seguí a la Señora Laura hacia afuera.
Salí de la casa, el auto nos esperaba a fuera, me detuve un momento a observar el paisaje, y para mi sorpresa, la bella de aquel lugar se extinguió ante mis ojos, ya los últimos rayos del sol tocando el lago, no era una visión hermosa, y la hermosa casa, solo se volvió un lugar, donde mis gritos de dolor se quedaron encerrados.
Me di la vuelta, la señora Laura tenía la puerta del auto abierta, entre, y luego ella, cerro la puerta y el auto arrancó.
El camino fue silencio, lo prefería, me quedé mirando atrás del cristal de la ventanilla del auto, como el día se volvió lentamente noche, y la oscuridad cubrió todo, el sonido de un celular, me saco de mis pensamientos, mire mi bolso y no era el mío, lo tenía en vibración, entonces me di cuenta de que era el celular de la señora Laura, ella atendió la llamada.
— Si, señor, vamos en camino al departamento. Está bien, entonces, la llevaré al Club.
Cerro la llama, y le indico al chófer ir al Club, ¿por qué quiere que vaya al club?, no creo que sea para nada bueno, no pude solo dejarme en ese departamento, ¿por qué tengo que ir a ese lugar?
Una hora después, el auto se detuvo frente al club, su brillante nombre, en luz azul, resaltaba en la noche, “Club Blue Moon”.
El portero del Club me abrió la puerta del auto, salí, mire hacia atrás, la señora Laura, se quedó adentro, la puerta del auto sé cerro, me di la vuelta, y entre al Club, todo estaba igual, el humo, el olor a cigarro, los clientes elegante por fuera, pero pedidos por dentro por todas partes, con las damas de compañía.
Mire hacia arriba, y hay estaba él, en el mismo lugar, con Susan a su lado, tomando ese vino caro, desde dónde estaba podía ver la botella, subí las escaleras, camine hacia donde estaban y me quedé de pie, esperando a que me dirigiera la palabra.
— Te ves diferente, me dijo Susan en forma burlona, mientas acariciaba el pecho del señor Sawiris.
Ella piensa que me importa lo que ella haga con él, que equivocada está esta mujer, de verdad, me gustaría que él ya no quiera verme, esa sería mi mayor suerte.
— Siéntate. Me dijo sin mirarme.
— Si señor.
No había levantado la vista para verme, hasta que me senté en la silla, entonces me miró, como si sus ojos verdes quieran atravesarme, le dio una fumada al puro, agarró a Susan por la nuca, y la beso, frente a mis ojos, sin embargo, nunca dejo de mirarme, no tuve ninguna reacción.
La soltó rápido, y ella comenzó a toser, el humo la estaba ahogando, pobre mujer, si yo tuviera que vivir para siempre, o tener sentimientos por un hombre así, que calamidad sería.
Puso el puro en el cenicero, vertido vino en su copa, la dejo en la mesa, y me dijo.
— Tomate.
— No quiero.
¿Qué pretende este hombre?, convertirme en una alcohólica, no lo voy a hacer, en ningún parte del contrato dice, que tengo que beber, así que no lo voy a hacer, volverme una persona dependiente del alcohol para olvidar la realidad que vivo, voy a vivir esta realidad lo más lúcida posible.
— Tomate la copa de vino, ¡he dicho!
Me alzó la voz, incluso Susan se asustó, pero me mantuve firme, no se me movió ni un pelo, aunque esté hombre es imponente, ya no tenía miedo a perder nada, y aunque vendí mi cuerpo, nunca dije que iba a vender mi voluntad.
— No lo voy a tomar.
Tomo la copa de vino y me la tiró en la cara, mojándome toda, parpadee, para que no me entrara en los ojos, ese fue el único movimiento que hice, solo deje que el vino se deslizara, mi suéter blanco se manchó, pensé que eso iba a detenerse después del baño de vino, pero no, volvió a llenar la copa, se paró con ella en la mano y me dijo.
— Tomate la copa. Lo dijo mientras me pasaba la copa.
— No. Dije sin levantar la vista.
Tomo un trago de la copa, dejo caer la copa al suelo, me levanto por el cabello de la silla, y me besó con el vino en la boca, tenía que tragarlo o ahogarme con el vino en mi boca.