Elena nunca había imaginado que su vida cambiaría de manera tan drástica al cumplir diecisiete años. Criada en una tranquila ciudad costera, sus días transcurrían entre las aulas del instituto y las tardes en la biblioteca local, donde su amor por la historia y el arte florecía. Sin embargo, todo dio un giro inesperado cuando su padre, un renombrado historiador, recibió una oferta de trabajo que no podía rechazar.La oferta provenía de Adrian, el misterioso dueño de una galería de arte en la lejana ciudad de Ravenwood.
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Capítulo 4 : El Comienzo del Viaje a Ravenwood
El sol apenas asomaba en el horizonte cuando Elena y su padre se encontraban en el bullicioso aeropuerto, listos para comenzar su viaje hacia la enigmática ciudad de Ravenwood. La terminal estaba llena de gente apresurada, pero para ellos, el momento tenía un aire de calma anticipada. Las maletas estaban cargadas con todo lo necesario para la nueva vida que les esperaba.
"¿Estás lista para esto?", preguntó el padre de Elena mientras se aseguraba de que todas sus pertenencias estuvieran en orden.
"Sí, papá, estoy lista", respondió ella, tratando de ocultar la mezcla de nervios y emoción que sentía en su estómago. A pesar de la incertidumbre, había algo en este viaje que le prometía una aventura como ninguna otra.
Después de pasar por el control de seguridad, se dirigieron a la puerta de embarque. El vuelo no era directo; primero tendrían que hacer una escala en una ciudad más grande antes de tomar un pequeño avión hacia Ravenwood. A medida que se acomodaban en sus asientos, Elena sacó su cámara, decidida a documentar cada momento.
"Voy a extrañar este lugar", murmuró ella, mirando por la ventana mientras el avión despegaba.
"Yo también, Elena", dijo su padre, poniendo una mano sobre la suya. "Pero piensa en todas las nuevas oportunidades que nos esperan. Este es un nuevo comienzo para ambos."
El vuelo transcurrió sin contratiempos, y pronto aterrizaron en la ciudad donde harían su escala. Aprovecharon el tiempo para estirar las piernas y comer algo antes de abordar el avión más pequeño que los llevaría a su destino final. Mientras caminaban por la terminal, Elena no pudo evitar notar las diferencias entre la ajetreada ciudad y las imágenes de la tranquila Ravenwood que había visto en la guía.
"Este lugar es tan diferente de Ravenwood", comentó ella.
"Sí, pero esa es la belleza de viajar", respondió su padre. "Cada lugar tiene su propia magia. Estoy seguro de que encontraremos la nuestra en Ravenwood."
Finalmente, llegó el momento de abordar el vuelo hacia Ravenwood. El pequeño avión tenía un aire íntimo y acogedor, lo que aumentaba la sensación de aventura. A medida que el avión despegaba y se elevaba por encima de las nubes, Elena se sintió invadida por una mezcla de expectación y tranquilidad.
"Es increíble pensar que pronto estaremos en un lugar completamente nuevo", dijo ella, mirando por la ventana.
"Así es", dijo su padre con una sonrisa. "Una nueva ciudad, nuevas personas, nuevas experiencias. Es como empezar de cero."
El vuelo fue corto, y en poco tiempo, el avión comenzó su descenso hacia Ravenwood. A medida que la ciudad se hacía visible, Elena quedó maravillada por la vista. La arquitectura gótica, los callejones oscuros y el vasto bosque que rodeaba la ciudad se desplegaban ante sus ojos como una escena sacada de un cuento de hadas.
"Es incluso más hermoso de lo que imaginaba", susurró.
"Sí, es realmente impresionante", coincidió su padre. "Estoy seguro de que vamos a amar este lugar."
El avión aterrizó suavemente en el pequeño aeropuerto de Ravenwood, y pronto se encontraron recogiendo sus maletas y dirigiéndose hacia la salida. Un aire fresco y un tanto misterioso los recibió al pisar tierra firme. Elena respiró hondo, sintiendo una nueva energía recorrer su cuerpo.
"Bienvenidos a Ravenwood", dijo su padre, sonriendo mientras miraba a su alrededor.
Un taxi los esperaba para llevarlos al hotel donde se hospedarían temporalmente mientras encontraban un lugar definitivo para vivir. Durante el trayecto, Elena no pudo apartar los ojos de la ventana, absorbiendo cada detalle de la ciudad. Las calles empedradas, las antiguas farolas y las imponentes edificaciones la llenaban de una extraña familiaridad, como si de alguna manera siempre hubiera pertenecido a este lugar.
"Papá, esto es... increíble", dijo ella, maravillada por la atmósfera única de Ravenwood.
"Lo sé, Elena. Es exactamente lo que necesitábamos", respondió él, compartiendo su entusiasmo.
El taxi se detuvo frente a un elegante hotel de estilo victoriano, y ambos bajaron para registrarse. Una vez en su habitación, Elena se dejó caer en la cama, exhausta pero emocionada por lo que vendría.
"Mañana iremos a la galería de arte a conocer a Adrian, el propietario", dijo su padre mientras desempacaba algunas cosas. "Será interesante ver qué nos tiene preparado."
"Sí, tengo muchas ganas de conocerlo y ver la galería", respondió Elena. "Pero por ahora, creo que necesito un poco de descanso."
"Descansa, hija. Hemos tenido un largo día de viaje", dijo su padre, acariciándole el cabello. "Mañana será otro día lleno de nuevas aventuras."
Elena cerró los ojos, dejándose llevar por el suave murmullo de la ciudad que se filtraba por la ventana abierta. Sus pensamientos viajaban entre la emoción de lo desconocido y la seguridad de tener a su padre a su lado. Mientras se adormecía, soñó con las maravillas que Ravenwood les depararía y con la esperanza de que este nuevo comienzo fuera tan prometedor como parecía.
El viaje había sido largo y agotador, pero el destino prometía ser todo lo que habían imaginado y más. Y así, mientras la noche caía sobre Ravenwood, Elena y su padre se preparaban para la nueva vida que les esperaba, confiados en que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
