El Abrigo De Tu Tio

Selin esa mañana intento que viera las cosas de otra manera, pero para mí era difícil, como evitar que el sol se vuelva oscuridad, cuando todos necesitamos de su luz para vivir, yo necesitaba esa luz para encontrar una salida y salir de juego del destino que se empeñaba a jugar conmigo. Odiaba al amor, porque sus caricias eran engañosas que solo te mostraban lo bonito aun principio, para luego mostrar su otra cara, que era el sufrimiento.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos ahogándome en mis tristezas, que no me di cuenta cuando llegamos al Hospital Alemán, donde mis padres tenían su obra social y la prepaga.

Selin pidió laboratorio por mí, ya que me encontraba en un estado algo desorientada y deprimente. Tomó de mi brazo y me llevó al ascensor, cuando estaba por apretar el botón escucho una voz que se dirige a mí.

—¿Estás bien? — me preguntó un hombre con ambo de color blanco.

Levante bien la vista para ver de quien se trataba, esa voz se me hacía conocida, volvía a aterrizar en ese momento "¿no puede estar pasando otra vez?, maldita sea", pensé.

— Estoy bien— respondí.

—Tu rostro no dice eso.

— Mi rostro siempre dice otra cosa, el que me conoce bien lo sabe.

Selin no entendía nada de lo que estaba pasando en ese momento, solo guardo silencio.

— Si no estas muy apurada me gustaría hablar unos minutos.

— Tú y yo no tenemos nada de que hablar.

— ¿Segura...?

Lo pensé por unos segundos —Bueno, está bien, en 20 minutos nos vemos en la cafetería del frente— dije y me fui con Selin por las escaleras, no quise compartir con él el ascensor.

—¿No me digas que ese el tío de Ezequiel?—me Interrogó mi amiga.

— Es él — conteste de mala gana.

— ¡Es muy lindo!..., amiga si resulta que estás embarazada, ¿Qué vas a hacer?

— No quiero pensar en eso sin antes estar segura si estoy o no embarazada.

Llegamos al sector de laboratorio, firme unos papeles, y la extraccionista me introdujo una aguja en el brazo para sacarme una muestra de sangre. Luego me dijo que los resultados lo tendría en 24 horas en mi correo.

La luz radiante de la mañana opacaba un poco mi vista, al salir del hospital, Selin me dejó en la cafetería y se fue. Se me heló la sangre de pensar que este tipo podía ser el padre de mis hijos.

Abrí la puerta para entrar, él ya estaba ahí sentado esperándome, amaba el olor a café, pero en estos momentos no podía ni olerlo. Con mucho esfuerzo evité sentir su fragancia.

— ¿Quieres algo de tomar?— me preguntó cuando me senté.

— No, gracias— le respondí algo cortante.

— Lo que pasó esa noche fue un error, ¿Estás de acuerdo con eso verdad?— su arrogancia me enfado un poco.

Asentí con la cabeza, era obvio que para este tipo no significaba nada, bueno tampoco para mí, pero no tenía que ser tan frío y brusco con las palabras.

— Esa noche estaba alcoholizada, y tú te aprovechaste de eso.

- Ja, ja, ja. ¿Estás bromeando?, ¡aprovecharme yo!... ¡Estás diciendo estupideces!, yo jamás haría eso, todo lo que paso fue consentido. Y créeme me arrepiento de haberte salvado esa noche, podías haber caído en los brazos de un pervertido sucio y violador, tal vez te hubiesen hasta secuestrado esa noche en el estado que estabas. ¡Y me dices que me aproveché! Ja, ja, ja.— se alteró un poco.

— Bueno, ¡entoces te tengo que agradecer por ofrecerme hospitalidad esa noche!...Voy a recalcar lo que dijiste, lo que pasó entre nosotros fue un error, del cual no me gustaría que por ningún motivo se entere Ezequiel, evitemos malos entendidos. Vos con lo tuyo y yo con lo mío.

—Estoy de acuerdo, no quiero lastimar los sentimientos de Ezequiel. Sé que aún te ama. Y bueno, si vuelven seremos familia y ahí si nos volveremos a ver.

- Si hay algo que deseo en estos momentos es salir por completo de la vida de ambos. Ya veo de donde heredo la infidelidad Ezequiel. Se creen los amates del mundo, pero ya les tocará estar del otro lado— Le dije y me fui.

Estaba alterada, quería desaparecer de este caos que no me dejaba respirar bien. Estaba por cruzar la calle sin fijarme, cuando Derek me tomó del brazo eh impidió que cruce, porque el semáforo ya se había vuelto verde.

— ¿Por qué no tienes cuidado?— me gritó.

Enojada quite mi brazo de su mano.

— Te vez linda también cuando estás enojada, si no serías la ex de Ezequiel te volvería mi amante por tiempo completo— dijo para que me enfadara más.

—Lástima que no sos de mí gustó, en cuanto a amantes soy muy exigente a la hora de estar con alguien. Si me metí en tu cama fue por efectos del alcohol, sino jamás te hubiese abierto mis piernas.

—Ja, ja, ja... se notaba que era tu primer amante, dime, ¿cuántas veces te acostaste con Ezequiel?

— Si hablas de mi virginidad, pues sí, lástima que te la entregue a ti. El sexo no solo es penetración, también influye muchas otras cosas más, si deseas puedes preguntarle a Ezequiel todas esas noches húmedas que teníamos, porque al resto dudo que los conozcas.

Derek quedo mudo, nuestro enfrentamiento concluyó cuando cruce la avenida. Hablar de esa forma me recordó todo lo que había pasado esa noche con él. "Debí callarlo con un beso atrevido", dije para sentirme algo mejor. Después de todo, lo había pasado bien.

Mi corazón se sentía vacío, uno de mis planes cuando era niña era encontrar a mi compañero de vida, enamorarme y entregarle mi virginidad. Todos esos planes ahora se habían desbordado, porque la vida había encontrado con que entretenerse y me eligió para ser su marioneta metiéndome en este encierro.

Tanto tiempo me había guardado para mi noche de bodas, y en una noche de locura lo había perdido todo. Había experimentado otro tipo de deseo, siempre pensé que con Ezequiel perdería la virginidad, pero el destino me había desvinculado de esa idea. Aún mi cuerpo recordaba sus caricias, sus besos, no quería desprenderse de esos momentos únicos. A decir verdad quería más de ese tipo de conexión que se tiene cuando tu cuerpo comparte su calor con otro. Toda esa fisiología que había estudiado en teoría lo había experimentado en cuerpo y no era suficiente, quería más.