Entre La Razón Y La Piel

~Liam

___________

Estaba sentado en uno de los sillones más alejados de la biblioteca, rodeado de archivos desordenados en la mesa, revisaba las anotaciones que Baudelaire me había sugerido el día anterior. Tenía la laptop abierta, con varias ventanas desordenadas que había abierto por la inercia que me estaba causando la presión. No lo había dicho en voz alta, pero todo esto me tenía estresado de sobremanera. Mis dedos se movían con rapidez, alternando entre el lápiz de grafito en las hojas y lo digital, aunque mi mente estaba trabajando más lento de lo que me gustaría. Estaba bastante concentrado cuando escuché una voz femenina, tan familiar que no necesité voltear para saber quién era, y que rompió toda mi atención.

—Hola —me sonrió al llegar, con una calidez inconfundible que no tenía las mínimas ganas de devolver. Levanté la vista, simulando interés. No tenía intenciones de ser grosero y le devolví el saludo a la brevedad, prestándole atención apenas—. Oh, lo siento ¿Estás ocupado? —preguntó Camile con una expresión de tristeza al ver mi falta de entusiasmo.

Sé que pude haberle aclarado que no era un buen momento y que sinceramente no quería ver a nadie, pero la chica era bastante más sensible de lo que podía manejar si eras directo con ella, y yo no tenía el soporte de intentar apaciguar su bajón emocional.

—Sí, un poco —respondí, mientras era irremediablemente arrastrado a una conversación que no quería tener. Seguía tecleando dentro de un archivo—. Estoy trabajando en el ensayo de la conferencia.

—Ah, sí —dijo, juntando las manos, como si estuviera emocionada por mí, como si fuera un logro para ella también—. Había olvidado felicitarte por eso.

Lo que me vino a la mente de inmediato fue preguntarme por qué le importaba tanto. Pero claro que lo sabía, Camile ni siquiera pertenecía a la facultad de Derecho; ella estudiaba psicología, en otro edificio. Pese a eso, tenía la peculiar costumbre de aparecer aquí más de lo necesario, podría asegurar que pasaba más tiempo en nuestro edificio que en el suyo, y no era tanto por Allison, lo más seguro es que esa no estaba entre sus razones principales.

Y no es por malentenderme, no me desagradaba para nada su presencia, al contrario de su mejor amiga, ella era bastante amable conmigo. En exceso, yo diría, era evidente que había desarrollado algún tipo de sentimiento, se sentía atraída por mí. Sabía que estaba mal de mi parte no decirle las cosas directamente, pero no sabía cómo, ¿qué debía hacer? Tampoco quería verme presuntuoso al suponer que todo el mundo estaba interesado en mí.

¿Y si me equivocaba y quedaba en ridículo "aclarándole" que yo no sentía nada, a una persona que capaz tampoco lo sentía por mí? Pero no. Estaba seguro de que esta no me fallaba, había confirmado muchas veces que ella sí. Pero si terminaba teniendo razón, tampoco quería herirla.

—Gracias —dije con una leve tonalidad tajante.

Y fue el “gracias” más seco que había dado en mucho tiempo, incluso yo noté lo distante que sonaba. La sonrisa de Camile vaciló y luego su expresión de alegría se transformó en una ligera inquietud.

—Oye, ¿qué ocurre? —preguntó, tomó una silla y se sentó frente a mí. La forma en que me observaba, con esos ojos grandes y brillosos, casi me hizo sentir mal por el desdén de mi actitud, no quería que me mirara así. Y lo que dijo después fue peor—. Te había traído algo de comer —dijo con una voz suave que contrastaba con la mía.

Me quedé en silencio, me daba mucho pesar contestar de esa forma cuando hacía cosas así, pero realmente estaba ocupado con algo importante. Me sentía atrapado entre mi necesidad de estar solo y la simpatía que sentía por ella.

—La verdad, no tengo hambre —respondí, viendo cómo su rostro se apagaba, era precisamente lo que intentaba evitar—. Pero igual te lo agradezco.

Dejó su mochila a un costado.

—¿Qué te pasa? —era una pregunta amable, pero no sabía la repercusión que tenía, solo quería que me dejara solo.

El tono de su voz me desbalanceó, así que detuve mis acciones, apoyando las manos en la mesa y la observé. Exhalé ligeramente antes de darle una respuesta.

—No es nada. Creo que solo estoy un poco estresado con todo acerca del ensayo. Es todo.

Se quedó en silencio, observándome, como si estuviera esperando algo más, pero al final asintió mientras se ponía de pie.

—De acuerdo —dejó un toper con sándwiches en la mesa—. Pero come algo cuando puedas, ¿sí? Hablamos cuando estés más libre.

Se despidió con una sonrisa que intentaba parecer natural, pero yo sabía que le había afectado. La vi alejarse, la observé hasta que desapareció entre las filas de las estanterías y las personas que iban y venían. Cuando ya no pude verla, me arrepentí un poco, noté cierta frustración en su tono, pero no podía hacer mucho al respecto, mi capacidad para lidiar con gentilezas parecía haberse reducido a cero ese día.

Me pasé la mano por el cabello, sintiéndome un poco culpable por la forma brusca en que le había respondido. Tomé el recipiente que había dejado sobre la mesa, analizándolo mientras dejaba que la culpa me carcomiera. Lo abrí, sintiéndome peor al mirar la comida cuidadosamente preparada y ordenada.