Mi nombre es Carolina estoy casada con Miguel mi primer amor a primera vista.
pero todo cambia en nuestras vida cuando descubro que me es infiel.
decido divorciarme y dedicarme más tiempo y explorar mi cuerpo ya que mis amigas me hablan de un orgasmo el cual desconozco y es así como comienza mi historia.
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Capítulo 3
(Carolina sale de su trabajo tras una larga jornada y respira profundo mientras revisa la hora. Su rostro muestra cansancio, pero también determinación. Se dirige al colegio de su hija, estaciona el auto y la espera en la puerta. Después de unos minutos, la joven sube al vehículo con una sonrisa.)
—¡Hola, mamá! ¿Cómo estuvo tu día? —pregunta entusiasmada la adolescente.
—Movido, como siempre. ¿Y el tuyo?
—Bien, aunque tuvimos un examen sorpresa. Pero creo que me fue bien.
(Carolina sonríe y mira a su hija con orgullo mientras conduce.)
—Pensé que podríamos dar una vuelta antes de ir a casa. ¿Qué te parece si pasamos por la oficina de tu papá para sorprenderlo?
(La hija asiente emocionada.)
—¡Sí! Hace tiempo que no lo vemos en su oficina.
(Carolina estaciona frente al edificio donde trabaja Miguel. Ambas bajan y entran al lobby, saludando al guardia. Suben en el ascensor y, al llegar al piso de Miguel, la secretaria levanta la vista de su escritorio, visiblemente sorprendida al verlas).
—¡Señora Carolina! ¿Cómo está usted? —pregunta la secretaria con una sonrisa tensa.
—Bien, gracias, quería sorprender a Miguel. Está adentro, ¿verdad?
(La secretaria se pone de pie rápidamente, tratando de disimular su nerviosismo.)
—Eh… NO, señora. El señor Miguel… salió.
(Carolina frunce el ceño, extrañada.)
—¿Salió? ¿A esta hora? Es raro, nunca deja la oficina tan temprano.
(La secretaría baja la mirada y finge revisar unos papeles.)
—Sí, tenía una reunión importante con un cliente.
(La hija de Carolina observa la escena en silencio, notando cómo la secretaría evita hacer contacto visual.)
—Bueno, no importa —dice Carolina, forzando una sonrisa—. Le diré que pasamos cuando regrese.
—Claro, señora. Le avisaré.
(Carolina toma la mano de su hija y ambas se dirigen al ascensor. Una vez dentro, la joven mira a su madre con una mezcla de preocupación y curiosidad.)
—¿Crees que papá de verdad estaba en una reunión?
(Carolina suspira, fingiendo calma, pero su mente está llena de dudas.)
—Eso espero, hija. Eso espero.
(El ascensor cierra sus puertas, dejando a ambas con el incómodo silencio de la incertidumbre.)
(Al llegar a casa, Carolina y su hija dejan las cosas en la entrada. Carolina se quita los zapatos y se acomoda en el sofá, mientras su hija hace lo mismo. La joven se estira perezosamente, dejando caer su mochila en el suelo.)
—¿Qué te parece si vemos una película? —pregunta Carolina mientras enciende la televisión.
—¡Sí! Pero que sea algo divertido. Nada de dramas, que ya tuvimos suficiente hoy —responde la hija con una sonrisa traviesa.
(Carolina se ríe suavemente, tratando de sacudirse las inquietudes que la visita a la oficina de Miguel le dejó.)
—¿Qué tal una comedia?
—Perfecto. Yo escojo.
(La hija toma el control remoto y comienza a buscar entre las opciones mientras Carolina saca su teléfono.)
—¿Pizza? —pregunta Carolina, levantando la mirada.
—¡Obvio! La de siempre, ¿no?
(Carolina asiente y marca el número de la pizzería.)
—Buenas noches, quiero ordenar una pizza familiar mitad pepperoni y mitad hawaiana, por favor.
(Su hija le lanza una mirada rápida.)
—Y no olvides las papas con queso.
(Carolina sonríe.)
—Ah, y unas papas con queso también. Gracias.
(Colgando el teléfono, Carolina se hunde en el sofá y respira profundamente. Su hija la observa mientras selecciona la película.)
—Mamá, ¿estás bien? —pregunta con un tono más serio.
(Carolina gira la cabeza, sonriendo para tranquilizarla.)
—Claro, solo estoy cansada. Ha sido un día largo.
—¿Segura? Porque en la oficina de papá te veías un poco… rara.
(Carolina se acomoda en el sofá, evitando la mirada inquisitiva de su hija.)
—Todo está bien, cariño. Vamos a disfrutar de la película, ¿sí?
(La hija asiente, aunque no parece convencida. La película comienza, llenando la sala con risas y diálogos animados. Minutos después, llega la pizza, y ambas se acomodan aún más en el sofá, dejando las preocupaciones a un lado, al menos por un rato.)
(La película llega a su fin, y Carolina mira de reojo a su hija, que está estirándose perezosamente en el sofá.)
—Ya es tarde, mamá. Creo que es hora de ir a dormir.
—Sí, tienes razón, cariño. Mañana será un día largo.
(La hija se levanta, llevando su plato vacío hacia la cocina. Carolina la sigue con la mirada, sonriendo ligeramente.)
—¿Seguro que tienes todo listo para mañana?
—Sí, mamá. Buenas noches.
(Carolina la observa subir las escaleras, desapareciendo en el pasillo. Luego apaga las luces de la sala y recoge el pequeño desorden antes de dirigirse a su cuarto. Al entrar, cierra la puerta y se deja caer sobre la cama, exhausta. Mira el reloj del buró: son las 11:15 p.m.)
(Suspira profundamente, su mente regresando sin querer a la conversación del almuerzo con sus amigas. Recuerda cada palabra, cada comentario lleno de risas y complicidad que la dejó completamente desconcertada.)
Un orgasmo... ¿Cómo es posible que nunca hayas tenido uno?
(Frunce el ceño, dando vueltas en la cama mientras abraza una almohada. Las palabras de sus amigas parecen martillar su mente.)
—¿Será eso lo que me falta? —murmura para sí misma, casi temerosa de la respuesta.
(Sus pensamientos se desvían hacia Miguel, hacia cómo las cosas entre ellos han cambiado con el tiempo. Antes todo era pasión, caricias furtivas, risas compartidas. Ahora, todo parece reducido a rutinas y formalidades.)
—¿Será la rutina lo que nos está separando? —susurra, con un nudo en la garganta.
(Se lleva una mano a la frente, intentando calmar su mente, pero es inútil. La inseguridad y las dudas la envuelven, dejándola con una sensación de vacío y tristeza que no sabe cómo llenar.)
"¿Es esto lo que quiero para el resto de mi vida?"
(Cierra los ojos, decidida a descansar, pero sus pensamientos no la dejan en paz). Se siente atrapada en un bucle de emociones y preguntas sin respuesta.