Diana es una chica que fue criada en un orfanato, donde al cumplir la mayoría de edad debe emprender su camino. Mientras tanto fue ocultada del sacerdote del orfanato por una monja, ya que aún no era capaz de alzar el vuelo sola. Veremos qué le dejará el futuro a la joven Diana
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Capítulo 4
Al otro día Diana salió del orfanato bien temprano en la mañana, justo cuando estaba frente a la entrada del mismo dispuesta a marchar chocó con una persona distraída, resultó ser un sacerdote, sus miradas se cruzaron unos segundos.
- Perdón dijo ella asiendo una reverencia.
- Perdóname usted señorita, dijo él.
Diana retomó la marcha y se marchó a toda prisa de la presencia del sacerdote, al parecer por su apariencia juvenil era él tal Alexandro, el nuevo sacerdote del lugar. Solo esperaba que no se hubiese dado cuenta de que salía de allí, sino las cosas se complicarían y mucho para ella.
Llegó a su trabajo y rápidamente se colocó el uniforme y fue hacia su habitación, ya dentro de poco tendría su primer cliente del día, pero en su cabeza tenía la mirada de aquel hombre, el sacerdote Alexandro tenía unos ojos hermosos, color miel, su cabello era del mismo color, jamás había visto unos ojos tan profundos como esos.
Seguía sumergida en sus pensamientos cuando tocaron a la puerta, de un salto corrió abrirla creyendo que era su primer cliente, pero, en cambio, era su jefe, al parecer se había propuesto perseguirla, como decían los empleados, era próxima víctima. Ella lo atendió correctamente y indicó que podía pasar que otra cosa podría hacer debía ser muy inteligente para no ser despedida y tampoco ceder.
- Soy tu primer cliente, dijo él en cuanto entro.
Ella lo miró dudosa de si era una broma o realidad. Él notó su incertidumbre y prosiguió.
- Es verdad soy ti primer cliente, diría un cliente premium. Es que quisiera saber en carne propia lo que tanto hablan.
- Está bien, quiere el servicio completo o alguna zona en específico. Me dijo ella.
- Con final feliz por favor, contestó él.
- ¿Qué es final feliz?, le replicó ella.
- ¿En serio no sabes lo que es el final feliz?,le preguntó el dudando de su inocencia.
- No, ¿qué es?, le insistió.
- Tranquila era broma, olvídalo. Quiero el servicio completo.
Diana le dio una bata para que se cambiara y regresara a la camilla de masaje. Él así lo hizo, al regresar no dijo ni una palabra más solo se acostó boca abajo para que ella comenzara su labor y así lo hizo, comenzó por su espalda, tersa y definida, él sentía un placer inmenso, era buena en realidad la chica pensaba, jamás había sido tan placentero un mensaje hasta el momento.
Luego prosiguió hacia sus hombros, estaba algo estresado, contraído y poco a poco con su ayuda se fue relajando, ya cuando iba por sus piernas estaba dormido, eso sí era relajación absoluta, está chica tenía un don innato para los masajes, era una mina de oro, le traería muchos beneficios, de eso estaba seguro, además de lo guapa era.
Diana tuvo que despertarlo para que se colocara boca arriba, prosiguió con su rostro, Diego tuvo que apartar la mirada de ella, ya que sus rostros estaban demasiado cerca y muchas ideas no adecuadas le pasaron por su mente, se notaba que la chica era noble y sin mucha experiencia, quién no sabe hoy en día que es un final feliz, fue tan fuerte ese pensamiento suyo que de la nada comenzó a reírse solo en pleno masaje.
- Hice algo mal, preguntó Diana.
- No para nada lo estás haciendo bien, solo recuerde algo gracioso, sigue.
Luego de unos minutos ya Diego estaba listo con su ropa colocada correctamente y una sonrisa de felicidad plena en su rostro, la verdad que me vino muy bien ese masaje. Se sentía renovado.
- Te invito a almorzar en agradecimiento, le dijo él.
- Con su permiso, prefiero no hacerlo no quiero que la gente piense mal de mí, no es normal que haga eso con mi jefe, espero que me comprenda. Le explicó Diana con la mejor escusa que se le ocurrió.
- Entiendo, dijo y se marchó.
Que quedarce con el sacerdote siempre algunos siempre les gana la tentación.
esta buena la novela