Dos personas, que por destino se unen, un amor destinado a no ser, traición y venganza, muerte y pasión, desencadenado por El Desencuentro.
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Cap. 18. ¿Estás bien, ratoncita?
Bianca se paró tranquila en la parada, veía a su bus llegar y ella se subió tranquila, pagó su boleto mientras que el conductor la saludaba educadamente, ese mes la veía continuamente en ese horario, así que la cuidaba regularmente, Bianca es preciosa y embarazada se veía lindísima, una belleza, pero siempre anda sola.
Bianca se fue hacia la parte posterior, y no había asientos disponibles, un par de jovencitos que solo miraron hacia otro lado y no le dieron asiento, a ella no le importaba, está convencida que la educación no solo es una enseñanza de casa, sino también era autorreflexión sobre qué educación quiere emplear en su vida.
Mientras ella divagaba qué educación les daría a sus gatitos, el bus tuvo que frenar de golpe ante un motorizado que se había cruzado; eso hizo que la niña se abalance hacia adelante, aunque trató de sujetarse, no pudo.
Cuando ella era llevada por el impulso de la velocidad, unos brazos largos la envolvieron para sujetar con fuerza, pero sin lastimar su vientre.
Ella sintió los fuertes brazos envolverla, había una ligera connotación sexual en la forma de sujetar, pero cuando ella quería alejarse de ese hombre, las palabras se soltaron cerca de su pequeña pareja.
—¿Estás bien ratoncita? No quiero que tú o nuestros bebés estén en peligro — la voz conocida y añorada resonó en su oído y su mente, haciendo que su piel se erice de satisfacción, pero también de miedo y un poco de resentimiento.
Bianca se dio la vuelta y se encontró con los hermosos ojos que la volvieron loca en esa cabaña. Ella se había ofrecido en bandeja de plata y con manzana en la boca; nunca había sido tan osada como con ese gato malo.
—¿Al?…, ¿eres tú? — dijo ella al no poder reconocerlo de inmediato sin barba y sin el pelo largo, pero era él, su voz, sus ojos, su tacto, era su amado Gato malo, el peor pero más amoroso del mundo.
Greco dio una suave sonrisa e inmediatamente se volteó cambiando de semblante de inmediato y dirigiéndose a uno de los pubertos dijo en forma amenazante, pero sin ser desproporcionado.
—Niño, muévete ahora — dijo mirando al niño de forma amenazante, el jovencito se paró de inmediato y sus amigos lo acompañaron, no querían estar sentados cerca de ese hombre que parece peligroso.
Greco se sentó, pero sin ponerse muy discreto, jaló a Bianca para que se sentara en su regazo descaradamente. Ella estaba aturdida, aún no entendía la situación.
La linda castaña trató de removerse, no entiende la situación, pero cuando ella lo fulminaba con la mirada y trataba de alejarse, unas señoras que estaban cerca esbozaron sonrisas pícaras y animosas, hasta que una habló para dejar a la pobre Bianca sonrojada.
—Creo que hay una peleíta, está bien que ella se haga de rogar — dijo una de las señoras mientras la otra asentía.
—Sí, es bueno castigar al marido, pero tampoco hay que estirar la cuerda demasiado, se puede romper — dijo la otra guiñándole un ojo a Bianca, quien se volteó para ver a Greco, que miraba la situación emocionado, de verdad que le gustaba esa relación, su ratoncita era muy suave y tierna, aunque tenga un carácter de los mil demonios.
Greco puso su gran mano en su pancita, haciéndola dar un respingo, como si todo estuviera orquestado a favor de ese hombre. Sus pequeños mininos se movieron en su vientre, haciendo que Bianca se ponía más ansiosa. Greco sintió el suave movimiento, casi imperceptible, pero lo hizo emocionar. Su corazón estaba vivo de nuevo y lo que le hacía sentir Bianca era lo mejor que le había pasado.
—Mi príncipe y mi princesa están saludando a papá — dijo cerca de su rostro mientras Bianca solo parpadea sin poder terminar de asimilar la situación.
—No digas esas cosas, ya tienes una familia, no sé qué haces aquí buscando lo que no se te ha perdido —dijo Bianca en un susurro, pero con resentimiento, no puede enojarse con él, es su salvador, su maestro en varios aprendizajes, su amor y el padre de sus hijos, ¿cómo podría? Greco solo asintió, debía aclarar esto con Bianca, debía poner las cartas sobre la mesa o no podría avanzar con ella.
—Bien, escucha, ratoncita, bajaremos en la siguiente parada. Debo hablar contigo de algo muy importante. Debo decirte muchas cosas que no quise decirte en la cabaña; además, me desobedeciste. Te dije que te quedes con Claudio y escapaste, sabes que corres peligro y aun así hiciste lo que quisiste, ahora, quiero que te portes como una ratoncita obediente y escucha lo que te digo —susurró en su oído hacienda sonrojar, ella sentía que la temperatura subía… “Malditas hormonas del embarazo”, pensaba con molestia y mucho calor.
Draco se puso de pie con cuidado y así como lo había dicho se preparó para bajar en la siguiente parada con su ratoncita que lo mira con el ceño fruncido, sin embargo, el hombre solo se despidió de las demás que estaban cerca.
—Señoras, debo ejecutar una reconciliación, gracias por los consejos —dijo sonriente mientras ellas asintieron de forma pícara, él es muy guapo y varonil.
Sacó de ahí a Bianca y bajaron en la siguiente parada, ella está más confundida que nunca, pero se puso más nerviosa al ver el Maserati que esperaba y sin que pueda terminar de procesar, la subió al asiento trasero con delicadeza y luego él se subió con ella para después Mauri arrancar camino al departamento de greco.