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1.4
—Ánimo —Jared dijo palmeando la espalda de su amigo.
Aidan negó con la cabeza mirando la ventana de su nueva dueña. Según le informaron en la agencia, Carrie Green tenía dieciocho años, era un poco gruñoncita, mimada, y lo quería para su fiesta de graduación.
—No me siento bien engañando personas —Aidan susurró subiendo al árbol.
—Piensa en tu madre —Jared gritaba desde abajo—, ella tiene dos trabajos para mantenerte en la universidad, es justo que tú le ayudes un poco de vez en cuando. Además, la pequeña Summer espera un regalito debajo de su árbol de navidad…
—Es suficiente —Aidan gruñó saltando desde el árbol hasta la ventana de la chica Green. Para su suerte, las luces estaban apagadas y el cuarto completamente vacío.
Atisbó la gran cantidad de muñecos de peluche que adornaban la cama, y las paredes probablemente rosas. Caminó con sigilo y encontró su fotografía sobre la mesita de noche de la chica. Ella había dibujado algunos corazones en la parte posterior y Aidan podía jurar que la tal Carrie ya había besado la fotografía un par de veces.
Suspiró instalando un pequeño micrófono en la lámpara, así escucharía a la perfección los deseos de su dueña. Volvió a escabullirse por el árbol, y entraron de nuevo a la camioneta de Jared.
—¿Qué hay de ti? —le preguntó Aidan a su compañero—. Siendo tú el fundador de este ridículo negocio, no entiendo por qué demonios te alquilas.
Jared rió encogiéndose de hombros.
—Para divertirme, claro está.
Aidan abrió una lata de soda y mordió su emparedado.
—No puedo creer que las mujeres se traguen ese cuento de las hadas madrinas.
—¡Hey! —protestó Jared enderezándose en su asiento—, lo de la magia es cierto. Ya te he dicho que desciendo de una poderosa familia de magos, no somos unos mentirosos. Lo que sucede es que no podemos crear humanos.
—Sí, solo perritos —murmuró el castaño recordando al cachorro que Jared le regaló en su cumpleaños. Maldito tacaño, si podían hacer reales a los animales de fotografía, ¿por qué no le obsequió un auto?
—Oh, es hora —indicó Jared subiendo el volumen del aparato transmisor.
Aidan gruñó colocándose los auriculares, esperando que Carrie no le pidiera el sol y las estrellas.
"Yo…, bueno, no hay mucho que contar sobre mí. La verdad es que no quería ir con mi padre o hermano a la fiesta de graduación, porque quiero que mi ex-novio muera de celos al verme contigo".
—Común —opinó Jared.
"No espero mucho de ti, salvo que seas realmente apuesto y encantador. Prometo que te trataré bien los días que estés conmigo, no seré tu dueña sino tu amiga, pienso que es triste ser de papel. Bueno…, tú entiendes. Soy buena cocinera y podrás pedir lo que quieras en extravagancias culinarias. Mi padre tiene una extensa colección de libros que podrás utilizar, si quieres".
—Es buena persona —murmuró Aidan bebiendo un sorbo de soda.
"También, hay algo que me gustaría experimentar. Aunque creo que ambos somos primerizos en ese ámbito…"
—Sí, cómo no —se burló Jared.
Aidan chasqueó la lengua.
—Cállate, idiota.
"Digo, tú eres de papel, nunca has existido. Así que, aprenderemos juntos, no te preocupes. Mis amigas me han aconsejado muy bien sobre el tema y creo que estoy lista para poner en práctica algunas técnicas. En pocas palabras, prepárate para una fantástica noche de pasión".
Aidan soltó una risita pícara y un tanto divertida.
—Vaya, al fin tendrás un poco de acción —declaró entre risas Jared.
—Tal vez —suspiró abriendo la puerta del coche. A partir de ese momento, comenzaba el espectáculo.