Maximiliano Smith, el último soltero de los Insoportables descendientes, nos contará su historia de amor. Después de una relación fallida y una hija, encontrará a la mujer que haga latir su corazón.
Solo que ella, será un alma indomable y él deberá luchar para penetrar esa dura coraza, si quiere el premio mayor. "el corazón de su amada".
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CAPÍTULO 4
Mientras tanto en Chicago, nuestro sexy CEO trabajaba hasta tarde y después de dejar la oficina. Se dirigía a una de las Residencias más exclusivas de la ciudad. Ahí en un Penthouse vivía la "amiga" de turno de Maximiliano.
Pamela era una modelo famosa, una auténtica Barbie y no por su belleza, sino por su cabeza hueca y su cuerpo 80% plástico. Pero Maximiliano disfrutaba de sus placeres.
La mujer era hermosa y muy refinada. Pamela atendía muy bien a Maximiliano, en ocasiones era su dama de compañía en algunos eventos empresariales.
Pero solo eran "amigos con derechos", pero Maximiliano le pagaba por su exclusividad. Ella entendía, que además de su dinero, perdería su vida, si intentaba burlarse de él.
Pero Maximiliano, era un hombre aburrido que pasaba por el Penthouse tres veces a la semana, se desahogaba con Pamela y de ahí a su mansión.
Esa era la vida cotidiana de nuestro galán. Mientras que la pequeña Estrella crecía llena de juguetes y niñeras, las cuales no duraban más de un mes. La niña era insoportable con todos. Pero delante de los ojos de su padre, se comportaba como la niña más dulce y educada.
De regreso en Miami...
Malena se despertó temprano, recogió sus cosas y se volvió a esconder en el confesionario, mientras abrían la iglesia.
Después de estar por más de dos horas ahí encerrada. Al fin logró ver a algunas personas entrar. Entonces ella salió sigilosamente y caminó rápidamente hacia la puerta principal.
Malena se dirigió a una cafetería cercana, entró al baño se cepilló los dientes, lavó sus axilas en el lavamanos, peinó un poco su cabello y se cambió de ropa. Guardó todo de nuevo y salió hasta la mesa, se sentó y pidió un pan dulce y un café.
Con este pequeño desayuno, nuestra princesa comenzó su día.
Malena comenzó a pedir trabajo, por todos los alrededores. Pero era menor de edad y nadie quería contratarla.
Malena sintió su estómago gruñir y cuando vio la hora, se sorprendió al ver que eran las cuatro de la tarde. Así que se apresuró, entró a la misma cafetería y repitió el menú, adicionando una botella con agua y fue rápido a la iglesia. Era un lugar donde se sentía segura y dormiría ahí, mientras pueda.
Malena se sentó en la última fila y repitió la misma rutina del día anterior. Busco un enchufe y cargó su teléfono.
Cuando cerró la iglesia, se tomó un sorbo de agua y se metió en su escondite.
Se sentía cansada se quitó sus zapatos y vio como sus pies se hincharon inmediatamente. Sentía un ardor recorrer su planta del pie. Había caminado por más de seis horas y no había encontrado ningún empleo.
Lo intentaría por un par de días más, y si no tenía éxito regresaría a Chicago. Ahí podía rentar su viejo cuartucho y vender sus billetes, como hacía antes. Tenía ahí algunos conocidos. Pero esa sería su última opción. No quería regresar, porque era el primer lugar donde su madre la buscaría, si lograba escapar de Fabián.
Por eso, ella se aferraba a quedarse en ese lugar.
Malena hizo su oración nocturna, se acurrucó con su pequeña manta y se quedó profundamente dormida.
Al día siguiente, Malena llegó un poco más lejos en su recorrido, pero obtuvo el mismo resultado. "No contratamos a menores de edad", "Necesitas una autorización de tus padres". Esa eran algunas de las respuestas que Malena recibía.
—Malditos idiotas, si supieran lo que mi madre, me había autorizado a hacer o mejor dicho lo que me había obligado a hacer, se caerían para atrás. —Murmuró Malena, mientras regresaba desanimada a la iglesia.
Malena después de orar se quedó dormida nuevamente. Mañana será su último día en ese lugar. Debía moverse y probar suerte en otro lado. No podía esperar a agotar sus ahorros y quedarse sin dinero para comerse su pan con café, dos veces al día.
A diferencia de otras noches, Malena no pudo dormir. Estaba llena de nervios y ansiedad. Por primera vez su "cama" le pareció dura. No sé sentía cómoda. Se levantó y sacó toda la ropa de su mochila y la extendió para acostarse sobre ella y así pudo dormir por un par de horas.
Ese día Malena no salió de la iglesia. Ella ese día se acercó al altar principal y se arrodilló ante Jesús.
—Señor Todopoderoso. Pongo en tus manos mi destino, cúbreme con tu sangre y protégeme de todo mal. Amén. —Malena se persignó y se levantó, tomó su mochila y emprendió su viaje.
Ella tenía la sensación de que no regresaría a ese lugar por un largo tiempo.
Malena recibió una llamada y sin poder evitarlo sonrió, antes de responder.
📱—¿Ya te cansaste, de dormir en la iglesia? —le preguntó Fabián y un escalofrío recorrió la espalda de Malena.
Ella estaba aterrada, pero no lo demostraria.
📱—¿Dónde estás idiota?
📱—En mi casa, pero tengo un par de perros detrás de ti.
📱—¿No tienes a quién más joder?
📱—Pero, que malhumorada. Me imagino, que es el resultado de solo comer pan con café. Ven conmigo idiota. Sé mi Reina. A mi lado nada te faltará. ¿En realidad piensas, que estás a salvó? Eres hermosa Malena. Irradias luz por dónde pasas. Malena mis hombres, han detenido a varios delincuentes que han planeado atacarte, en el baño donde te aseas. He sido tu angel guardián.
Malena escuchó su estómago rugir y observó a los dos hombres cerca de ella. En realidad, los había visto todos estos días en su recorrido, pero pensaban que eran habitantes de lugar y que era coincidencia.