Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.
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Capítulo 3. Tomará tiempo, pero estarás bien.
Capítulo 3. Tomará tiempo, pero estarás bien.
Es domingo, Isabell abre los ojos pesadamente, intenta incorporarse sobre la cama, pero el dolor en su cuerpo se lo impide, lo hace lentamente hasta lograr sentarse. Sujeta con fuerza la manta que la cubre, cierra los ojos con ira, cuando el dolor en su alma y en su cuerpo la golpea fuertemente, recuerda todo, tan fresco y claro en su mente, la miseria parece aferrarse y ensañarse con ella.
Se mantiene inmóvil, con la mirada pérdida, absorta en sus pensamientos. Lo recuerda, hace un año pasó exactamente lo mismo, ella lo esperaba ansiosa para celebrar su aniversario de bodas, pero Joseph no apareció hasta entrada la noche. Había pasado cerca de media hora cuando se encerró en su habitación decepcionada, lo escuchó entrar a la habitación intentando hacer el menor ruido; después de tomar una ducha, se metió bajo la manta, envolvió su cintura y susurró en su oído.
- He estado ocupado en la empresa\, prometo compensártelo. – Ella se dio vuelta\, lo observó fijamente a los ojos\, esperaba escuchar algo más que le permitiera dormir tranquila\, pero el hombre frente a ella no parecía tener ni una pizca de remordimiento\, no había una expresión en su rostro que demostrara que realmente lamentaba no haber estado ahí. Isabell asintió con la cabeza y cerró los ojos nuevamente fingiendo estar cansada.
Su expresión se volvió fría, enterró las uñas sobre la sábana odiándose por ser tan ingenua, quizás desde entonces él la estaba engañando, quizás desde mucho antes, sintió un pequeño tirón en el pecho, esa imagen de esposo perfecto ahora tenía una enorme mancha negra, el le demostró de muchas formas que la amaba, pero ahora, todas esas acciones solo la hacían dudar de sus verdaderas intenciones, quizás solo se estaba asegurando de mantener ese velo en sus ojos que le impedían ver la verdad. Frunció el ceño con odio al no poder disipar la escena de la noche anterior, su esposo sujetando los pechos de esa mujer mientras ella cabalgaba enérgicamente sobre sus piernas. El odio invadía su entrañas con más fuerza, cuando sus manos se detuvieron en su vientre.
Se acostó de nuevo, se mantuvo de lado observado a Elaine dormir en el sofá de la habitación, intentaba contener sus emociones, el dolor en su pecho aumentó, era como sentir alfileres clavándose en lo más profundo de su ser y las lágrimas no se hicieron esperar. El sonido del carro de limpieza en el exterior la pone en alerta, limpia de su rostro el rastro que las lágrimas han dejado al tiempo que ve a Elaine despertar de un sobresalto.
- ¡Hola\, linda! – Dice Elaine en cuanto la ve despierta. – ¿Necesitas algo? – Pregunta preocupada\, Isabell niega con un movimiento de su cabeza.
- Me darán de alta al mediodía\, supongo que el doctor Guillermo vendrá en un rato más para darme las indicaciones. – Dijo incorporándose de nuevo lentamente\, bajó su mirada con nerviosismo. – Él… ¿aún está aquí? – Preguntó a su amiga.
- No lo sé\, ¿quieres que vaya a ver? – Preguntó expectante.
- Sí\, si aún está esperando\, puedes decirle que quiero hablar con él. – Elaine asintió con la cabeza\, arregló su cabello\, limpió sus ojos y salió de la habitación.
Elaine observó por los alrededores, Joseph no estaba a la vista, cuando se iba a acerca a la recepción para preguntar si lo habían visto, el regresaba de la cafetería con un café en manos.
- ¿Pasa algo? ¿Isabell está bien? – Preguntó acercándose ansioso a Elaine.
- Elaine ignoró su pregunta\, ni siquiera podía verlo a los ojos\, su presencia le provocaba asco. - ¿Por qué sigues aquí? – Preguntó con desprecio.
- Es mi esposa la que está ahí adentro. – Respondió a la defensiva. – Supongo que te ha contado lo que pasó\, pero no me importa lo que tú o sus padres quieran. Amo a Isabell y haré todo lo necesario para que me perdone.
- ¿En serio? – Cuestionó sarcásticamente. - Sabes\, aún recuerdo cuando dijiste tus votos\, lo único que tenías que hacer\, era cumplir con esa promesa que le hiciste frente al altar. – Dijo con desprecio. – Ella quiere verte\, esperaré afuera de la habitación\, no te atrevas a hacerle daño o me aseguraré de que el señor Bruce te hunda en el mismísimo infierno.
Poco le importan a Joseph las amenazas de Elaine, alisa su ropa, pasa sus manos entre su cabello y avanza de prisa hacia la habitación donde lo espera su esposa. Abre despacio la puerta, su mirada la busca con desesperación, desea abrazarla y consolarla, pero la expresión en el rostro de Isabell lo detiene. Donde antes solo había amor y adoración por él, ahora solo puede ver desprecio y repulsión.
- ¡Hola\, cariño! – Dice ansioso\, ella se mantiene en silencio mientras lo ve acercarse.
- Hoy me darán de alta\, he hablado con mis padres\, iré a casa con ellos y… tan pronto me sienta mejor\, hablaremos sobre el divorcio.
- Joseph abre los ojos con asombro\, pasa sus manos desesperado sobre su cabello\, mueve la cabeza de un lado a otro\, negándose a aceptar lo que ha escuchado. – Isabell\, escucha cariño\, sé que hice mal\, nunca debí enredarme con ella\, fui débil y estúpido\, pero… podemos superar esto amor\, juntos. – Isabell sonrió sarcásticamente.
- Lo mismo me dije\, una y otra vez cuando comencé a ver tu indiferencia hacia mí\, también me negaba a renunciar al hombre que amo\, pero… ya no más Joseph. – Isabell limpió sus mejillas. - Hace un año – dijo de pronto tomándolo por sorpresa - en nuestra fecha de aniversario\, cuando llegaste tarde a casa\, ¿también estabas con ella?
Joseph desliza las manos sobre su cabello, se muestra nervioso, su mirada la evita y se mantiene en silencio, es suficiente para confirmar sus sospechas, maldecía en su mente por haber sido tan ingenua, debió sospechar desde que su comportamiento y actitud hacia ella cambió, pero siempre lo atribuyó a la carga de trabajo que él tenía.
- Lo que vi esa noche\, me dolió demasiado Joseph\, pero\, haber perdido a nuestro hijo\, me ha destrozado el alma por completo. – Isabell dejó escapar un fuerte suspiro. – Superaré esto por mi cuenta\, no te quiero a mi lado\, no después de saber que ella espera un hijo tuyo. – Joseph frunce furioso el ceño.
- ¿Es eso lo que ella te dijo ayer? – Cuestionó en voz alta.
- No la culpo a ella Joseph\, tú eres mi esposo\, tú eres quien me ha fallado. – Dijo con lágrimas en los ojos. – Es lo mejor para los dos\, yo… después de esto no podré tener hijos y tú siempre has deseado formar una familia…
- Pero contigo – dijo interrumpiéndola. – Es contigo con quien deseaba tener una familia\, aún lo deseo.
- Pues\, lo siento. Yo no soy capaz ahora\, será mejor que salgas de aquí antes de que mis padres regresen.
- ¡Isabell! – Joseph se acercó a ella y la abrazó con fuerza haciéndola quejarse a causa del dolor. – No hagas esto cariño. – Dijo ansioso. - Fui un imbécil\, jamás esperé llegar a más con ella\, es a ti a quien amo.
- Elaine entró de prisa y lo empujó para que la soltara. – ¡La estás lastimando! – Dijo molesta Elaine.
- Si lo que te preocupa es lo que pueda hacerte mi padre\, pierde cuidado\, me aseguraré de que no tome represalias contra ti. – Dijo Isabell sin expresión en su rostro.
Joseph se mantuvo en silencio, observando fijamente a su esposa, la ira lo consumía por dentro al pensar en Beatrice, pronto escucharon la puerta de la habitación abrirse, eran los padres de Isabell.
- ¿Qué pasa? – Preguntó ansioso el señor Bruce. - Isabell\, ¿estás bien cariño? – Tan pronto vio a su hija asentir con la cabeza\, se calmó. - No sé exactamente qué esté pasando entre ustedes – Brian se había encargado de hacerle saber a su padre lo que escuchó. El señor Bruce se acercó a Joseph y murmuró cerca de su hombro. espero que recuerdes la advertencia que te hice cuando anunciaste triunfante que eras su esposo\, ella no está sola\, me ocuparé de ti a su debido tiempo. – El señor Bruce palmeó su hombro antes de alejarse.
Joseph luce pensativo, la señora Elizabeth lo observa con el ceño fruncido, pero se abstiene de hablarle, todos lo ven salir de la habitación, una vez que él no está a la vista, Isabell se derrumba en la cama y comienza a llorar desesperadamente. Sus padres se acercan a ella, Elaine los observa desde su lugar, no ha escuchado de lo que hablaron, si entró a la habitación fue por que vio al doctor Guillermo haciendo sus rondas de revisión cerca de donde estaban. Quería avisarle a su amiga, evitar que entrara nuevamente en ese estado que los obligaba a sedarla para que no se hiciera daño.
- Isabell\, cariño\, todo estará bien linda. – Decía su madre acariciando su cabello.
- Nada estará bien mamá\, nada volverá a ser como antes. – Gritaba entre llanto.
El señor Bruce caminó lentamente hasta quedar a un lado de la cama, tomó a su hija en sus brazos y la abrazó con ternura como cuando era una niña, observó su rostro bañado en lágrimas, acomodó algunos mechones de cabello tras su oreja, el corazón se le achicaba cuando veía los hematomas en su rostro, aún mantenían ese color morado casi negro. Verla en ese estado le carcome las entrañas, odia verla vulnerable, sabe que está sufriendo. ‘Si es lo que realmente quieres, tienes que desearlo con todas tus fuerzas e ir tras ello’, esas eran sus palabras, se lo decía a su hija cuando aún era una niña y cuando Isabell llegaba a él desmoronándose en llanto por no ver hecho realidad su sueño de convertirse en madre, el le repetía lo mismo mientras la estrechaba en un cálido abrazo.
Aunque deseó con todas sus fuerzas, no fue suficiente para lograr mantener aquello que tanto tiempo le tomó, ahora, no solo había perdido a su bebé, también al hombre que amaba.
- Tomará tiempo cariño\, pero estarás bien.
Isabell fue dada de alta de la clínica al mediodía, su padre empuja la silla de ruedas donde ella está sentada mientras su madre camina tan solo unos pasos atrás. Joseph observa como los señores Janssen se llevaban a Isabell, ella levanta la mirada brevemente, lo observa con tristeza, pero rápidamente cambia la expresión en su rostro mostrándose indiferente. Mantiene la mirada fija al frente del camino, ignorando por completo su presencia. El chofer espera por ellos cerca de la entrada, en cuanto los ve, abre la puerta de la camioneta y extiende su mano para ayudarla a ponerse de pie, ella toma su mano y le sonríe en agradecimiento, pero espera a que su padre se acerque para levantarla en sus brazos y ponerla en el asiento trasero.
- ¿Puedo quedarme en casa con ustedes? – Preguntó Isabell.
- No tienes ni qué preguntar. – Respondió su madre\, la señora Elizabeth tomó sus manos entre las suyas\, ella también estaba enterada de toda la situación\, quizás con menos detalles de los que sabe Isabell\, pero no la obliga a hablar de ello\, es consciente de que es un tema doloroso para su hija y está segura de que hablará con ellos tan pronto se sienta mejor.
- Gracias\, mamá. – Respondió Isabell reposando la cabeza en los hombros de su madre.
En la residencia de los Janssen, Isabell fue instalada en unas de las habitaciones de la planta baja para evitar el esfuerzo de subir y bajar escalones, debía reposar por dos semanas y su madre se encargaría de sus cuidados.
- Si necesitas algo\, házmelo saber cariño. – Dijo su madre al pie de la cama. – Iré a hablar con Tina sobre tu dieta.
- Está bien mamá\, yo… tomaré una ducha. – Respondió Isabell.
- ¿Segura que puedes hacerlo sola? – Cuestionó preocupada.
Isabell asintió con la cabeza y se puso de pie lentamente hasta llegar al baño, aunque la señora Elizabeth no estaba segura de dejarla sola, tenía que hablar con Tina, la cocinera, para incluir al menú los alimentos que Isabell debía consumir en su dieta.
Bajo la lluvia de la regadera, Isabell se mantuvo inmóvil, el agua recorría su cuerpo maltrecho a causa del accidente, sus manos se detuvieron en su vientre, lo acariciaba lentamente mientras el ruido del agua al caer encubría sus gritos de dolor. Se tomó algo de tiempo en el baño, cuando terminó, se sentó frente al tocador, observó su rostro, lucía pálida y demacrada, el brillo en sus ojos estaba apagado, la escena de su esposo haciéndole el amor a la mejor amiga de su hermana pasaba por su mente incesantemente, también esa sonrisa burlona de Beatrice mientras le decía que estaba embarazada, pero todos esos recuerdos pasaban a segundo término en cuanto recordaba lo que perdió, su vientre ahora estaba vacío, se odiaba a sí misma por haberse puesto en esa posición.
‘Si me hubiera quedado en casa, al menos tú estarías todavía conmigo’, lamentó en su mente. Limpió sutilmente las lágrimas de sus ojos y peinó su cabello dejándolo suelto para que se secara rápidamente.
te agradezco no poner fotos de referencia, cada le da forma a los protagonistas y eso es valorable