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Mi Suggar Es Un Mafioso

Mi Suggar Es Un Mafioso

Status: Terminada
Genre:Romance / Amor prohibido / Posesivo / Mafia / Diferencia de edad / Completas
Popularitas:2.4M
Nilai: 5
nombre de autor: Celina González ♥️

En las calles vibrantes, pero peligrosas de Medellín, Zaira, una joven brillante y luchadora de 25 años, está a tres semestres de alcanzar su sueño de graduarse. Sin embargo, la pobreza amenaza con arrebatarle su futuro. En un intento desesperado, accede a acompañar a su mejor amiga a un club exclusivo, sin imaginar que sería una trampa.

Allí, en medio de luces tenues y promesas vacías, se cruza con Leonardo Santos, un hombre de 49 años, magnate de negocios oscuros, atormentado por el asesinato de su esposa e hijo. Una noche de pasión los une irremediablemente, arrastrándola a un mundo donde el amor es un riesgo y cada caricia puede costar la vida.

Mientras Zaira lucha entre su moral, su deseo y el peligro que representa Leonardo, enemigos del pasado resurgen, dispuestos a acabar con ella para herir al implacable mafioso.
Traiciones, secretos, alianzas prohibidas y un amor que desafía la muerte.

NovelToon tiene autorización de Celina González ♥️ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 10

La noche era pesada y tibia, con el olor a tierra mojada flotando en el aire como un susurro antiguo que se aferraba a las paredes. Las hojas de los árboles rozaban las ventanas con una cadencia inquietante, y la humedad se colaba por las rendijas como un presagio. El ventilador giraba lento en el techo, arrastrando el calor denso de la habitación sin alivio.

Zaira se sentó en el borde de su cama, con la espalda encorvada, las piernas apretadas una contra la otra. El celular temblaba entre sus dedos sudorosos, resbaladizo, como si presintiera la carga del mensaje que estaba por enviar.

La pantalla iluminaba su rostro con un resplandor azulado que acentuaba las ojeras marcadas, profundas como heridas, y la palidez amarillenta de su piel cansada.

Respiró hondo. Era un aire espeso, lleno de silencio y ansiedad, que le arañaba los pulmones. No era sumisión. No era derrota.

Era el principio de su enfrentamiento.

Una batalla sin espada, sin escudo, pero con todo el cuerpo en tensión.

Tecleó con rapidez, sintiendo cada letra como un latido acelerado en el pecho, cada palabra como una confesión:

"Acepto verlo. Pero no para ser su amante."

Releyó el mensaje. Dudó.

Un temblor leve le recorrió el antebrazo, como si su cuerpo supiera antes que ella lo que se avecinaba.

Sus dedos rozaron el botón de enviar, y por un instante, la habitación pareció contener la respiración con ella.

Enviar.

El sonido leve del mensaje saliendo retumbó como una explosión sorda en su pecho.

Una vibración corta la sacudió: los tres puntos aparecieron.

Tatiana respondió casi al instante:

"¡Sabía que no eras tonta! Déjamelo a mí. Te avisaré."

Zaira apretó los labios, una mueca de asco distorsionando sus facciones. La bilis le subió suave por la garganta, amarga, quemante.

El celular cayó de sus manos sobre la cama con un golpe seco. Lo apagó de un manotazo, como si pudiera así desconectarse del horror que la esperaba.

Se quedó allí, inmóvil, con los hombros hundidos, las manos temblorosas sobre el regazo. El ventilador seguía girando, ajeno a su tormenta, y afuera el cielo lanzaba un rugido lejano. La promesa de lluvia pesaba en el aire como un juicio.

Mientras Zaira luchaba por sostener su respiración, por no ceder al impulso de gritar, del otro lado de la ciudad, en un bar iluminado por luces de neón rosado y azul, Tatiana reía con los labios manchados de vino.

Estaba sentada con las piernas cruzadas en un sofá de terciopelo rojo, su falda corta brillando bajo la luz como una trampa.

Una risa nerviosa, casi histérica, salió de su garganta y chocó contra la música baja que flotaba como humo en el lugar.

Abrió otra conversación. Su manicura perfecta, recién hecha, bailó sobre el teclado mientras escribía:

"Está hecho, Sergio. Ella aceptó. Prepara todo."

En un rincón oscuro y mal ventilado de una casa de mala muerte, Sergio recibió el mensaje.

La habitación olía a cigarro rancio, a sudor viejo y a desesperación. La lámpara colgaba desnuda del techo, su luz amarilla parpadeando con un zumbido constante.

Sergio se frotó las manos, los dedos manchados de nicotina. Lanzó el cigarro medio consumido al suelo, donde ya varias colillas formaban una alfombra mugrosa.

—Perfecto —murmuró con una sonrisa torcida, los ojos brillando con avidez.

Tomó su teléfono fijo —un aparato anticuado con el plástico amarillento y los bordes pegajosos— y marcó con lentitud, saboreando cada número.

Uno, dos, tres tonos.

La voz grave de Leonardo respondió desde el otro lado:

—¿Qué tienes?

—Buenas noticias, jefe —respondió Sergio, sentándose derecho, su silla crujió bajo su peso—. La niña aceptó verlo.

Un silencio cargado de electricidad cruzó la línea.

Incluso la luz pareció apagarse por un segundo.

—¿Voluntariamente? —preguntó Leonardo, su voz como un susurro rasposo, cargado de sorpresa contenida.

—Sí, señor.

Leonardo sonrió. Un gesto lento, frío, depredador. Estaba solo en su despacho, rodeado de estanterías con libros de cuero oscuro, y una lámpara de cristal verde que lanzaba sombras largas sobre la alfombra persa.

Acomodado en su sillón de respaldo alto, entrelazó los dedos sobre su escritorio de roble pulido.

El hielo en su copa de whisky tintineó suavemente cuando la tomó.

—Llévala a mi hotel —ordenó con calma, como si pidiera una reserva de restaurante.

Sergio colgó satisfecho. Ya maquinaba los detalles: el lugar, la hora, la discreción.

No podía arruinarse.

La mañana siguiente amaneció opaca, teñida de gris. Las nubes colgaban bajas como si amenazaran con caer. El viento arrastraba el polvo de la madrugada, y las gotas que comenzaban a caer eran tibias, casi imperceptibles.

Zaira caminó hacia la universidad con los hombros tensos, como si el peso del cielo se le hubiera colgado encima.

El aire olía a tormenta contenida, a algo que estaba por romperse. Cada paso era una batalla. El suelo parecía más firme, más lejano.

La gente a su alrededor —risueña, apurada, indiferente la empujaba sin verla.

Cuando recibió el mensaje de Tatiana, sus ojos lo recorrieron varias veces antes de reaccionar.

Una dirección. Un hotel. Elegante pero discreto.

"Hoy a las 7 PM. No faltes."

Y el maldito emoji de guiño que parecía burlarse de ella.

Zaira sintió cómo su estómago se encogía como una flor quemada por dentro.

Guardó el teléfono en su mochila con manos torpes.

Sus labios temblaban.

Su respiración era una soga alrededor del cuello.

—Tú puedes hacerlo —murmuró para sí misma, más como una súplica que una afirmación.

Intentó tomar apuntes. Las letras en el cuaderno se le movían. El profesor hablaba como desde el fondo de un pozo.

La lapicera temblaba entre sus dedos.

Una gota de sudor le corrió por la espalda a pesar del clima fresco.

Las horas se arrastraron como bestias cansadas. El reloj parecía burlarse de ella con cada tic metálico. Cada vez que parpadeaba, el número avanzaba un segundo más, y su corazón se encogía otro milímetro.

El día terminó envuelto en una luz plomiza, y Zaira ya no sabía si temblaba de frío o de miedo. Solo sabía que el momento se acercaba, y que no podía echarse atrás.

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yamil@
EXCELENTE!!! felicidades autora!!
Berta Elisa Liberona Sepúlveda
Me encanta 🤭👏👏me demoro los capítulos 👏👏👏
Berta Elisa Liberona Sepúlveda
Me encanta 🤭👏👏me demoro los capítulos 👏👏👏
Jorge Choque
estoy comiendo todas mis uñas muy buena la historia 👏👏👏👏😂
La Comandante
Sigo insistiendo que hay una de panadería tan repetitiva, cada vez tienen que velar y detallar lo mismo. La frustración, el abandono, la soledad, qué le pasa acaso cuando uno se va tienen que despertar a uno. El sueño de la gente se respeta si ya se durmió, eso fue un padre ella
Evelyn Riffel
Hermosa, emotiva tu historia, gracias.
La Comandante
Ahí está, le dije una fortuna por tener un sexo apasionado y se siente ofendida y la mitad de Los muere, tienen un marido que vive con ella la que tiene hijos y los deja pasar Andrés por Dios que esta niña dice que vive en la Msria con una madre enferma, mira pues mi mamita yo hago lo que sea, aunque obviamente y mi mamita no está
La Comandante
Con 25 años y actuando de esa forma por Dios, yo creía que tenía 18 19 años que no conoce a la Vida, por Dios se te corrió el lápiz
La Comandante
A mi me parece que hay mucha palabra, ella tengo que estar muriendo porque la fama no te ayuda a seguir. Párrafo párrafo, al contrario demasiadas descripción sin sentido común, por qué por qué hay algunas que se dedican a lo que me pasó a ella y le pagan menos que es lo que le pagaron a ella, además en vez de estar llorando tanto debería estar feliz de qué, aunque la hayan usado te pagaron bien y con eso paga dos mensualidades de renta el tratamiento de tu mamá tu universidad hay más cosas buenas que mala, entonces describir en un solo capítulo cómo te sientes con otras palabras, ya sabemosoops se te corrió el lápiz
Daniela Isla
👏👏👏👏🥰
Vivi Torres
final feliz jaaaa puro sexo sexo y sexo tenía q se novela jaaa ojalá la vida real fuera así ...santo
Nohelis Cortez
🥰🥰que hombre DIOS tan amable y tan bello 😍😘😍
Marilin Castro
vio la amiga 🤨 hay ajaaaa amiga la madre tuya 🤨
Nohelis Cortez
Excelente 🥰☺️me encanta te felicito por tu gran historia
Tomasa Aguirre
😂😂😂😂😂
Berta Elisa Liberona Sepúlveda
Escritora me encantó su novela.
Luz Maritza Rodriguez Pinilla
hermosa historia tu manera de relatar es increíble te felicito de corazón felicitaciones
Evangelina Corvalan
felicitaciones me encantó gracias 👏👏👏
Angela Sh
muy hermosa pero es muy viejo el personaje
Gina Paola Palencia Jaraba
nojoda pero está como quieres el muergano es un manguito madurito
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