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Bajo La Mentira Del Diamante

Bajo La Mentira Del Diamante

Status: En proceso
Genre:Matrimonio arreglado / Amor-odio / CEO / Romance / Casada con el millonario / Matrimonio contratado
Popularitas:2.3k
Nilai: 5
nombre de autor: D.R.OLIVIERI

Una heredera perfecta es obligada a casarse con un hombre rudo y desinteresado para satisfacer la ambición de sus padres, solo para descubrir que detrás de su fachada de patán se esconde el único hombre capaz de ver su verdadero yo, y de robarle el corazón contra todo pronóstico.

Damián Vargas hará todo lo posible por romper las cadenas del chantaje y liberarse de su compromiso forzado. El único problema es que ahora que la tiene cerca, no soporta la idea de soltarla.

Valeria Montenegro es la hija ejemplar: elegante, ambiciosa y perfectamente educada. Para ella, casarse con un Vargas significa acceder a un círculo de poder al que ni siquiera su familia puede aspirar alcanzar el estatus . Damián dista mucho de ser el hombre que soñó para su vida, pero el deber familiar pesa más que cualquier anhelo personal. Desear su contacto nunca formó parte del plan… y mucho menos enamorarse de su futuro esposo.

NovelToon tiene autorización de D.R.OLIVIERI para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo :23 Curiosidad Nocturna (Flame)

—Antojos de medianoche —le expliqué, sintiendo cómo el rubor me subía por las mejillas. Señalé torpemente el frasco y el pudín—. Sé que es una combinación extraña.

La comisura de sus labios se curvó un poco. No era una sonrisa completa, pero era suficiente para que mis rodillas se sintieran débiles.

—No juzgo —murmuró, acercándose—. Todos tenemos nuestros vicios ocultos.

Se detuvo al otro lado de la isla, tan cerca que podía sentir su calor. Su aroma a sándalo, mezclado con algo inherentemente masculino, se entrelazaba con mi perfume.

—¿Encontraste las galletas? —preguntó, con una suavidad sorprendente.

—Sí. Gracias —dejé el frasco sobre la encimera—. Tus armarios son... bastante completos.

—Soy un hombre de hábitos —respondió, y esta vez su sonrisa fue un poco más evidente—. Y de control.

—Lo he notado —dije, sin poder evitar sonreír—. Comes con la comida separada en el plato. Proteína arriba a la izquierda, verduras a la derecha, carbohidratos abajo.

Sus cejas se alzaron, visiblemente sorprendido.

—Eres muy observadora.

—Es parte de mi trabajo —me encogí de hombros—. Observar a la gente. Sus gestos, sus manías. Es la única forma de sobrevivir en este mundo.

—¿Y qué más has notado de mí, Valeria? —preguntó, y mi nombre en sus labios sonó como una caricia, un contraste deliberado con el "mi Vida" que usaba como arma.

El aire se volvió denso. Esto no era la tregua fingida de la fiesta. Era real. Crudo. Y aterradoramente vulnerable.

—He notado —comencé, con cuidado— que odias que la gente te felicite por nuestro compromiso. Que tu mandíbula se tensa justo antes de forzar una sonrisa. Que cuando estás realmente concentrado, te pasas el pulgar por el labio inferior.

Sus ojos se oscurecieron. Giró alrededor de la isla lentamente, hasta quedar a solo un paso de mí. La distancia entre nosotros vibraba con una electricidad palpable.

—Y yo he notado —susurró, su voz tan suave que casi era un susurro— que cuando te pones nerviosa, te muerdes el labio. Justo aquí. —Extendió la mano y, con una delicadeza que no sabía que poseía, acarició mi labio inferior—. Que tu perfume no es solo jazmín y vainilla. Hay algo más... especiado. Un desafío. Y que cuando sonríes de verdad, no con esa sonrisa perfecta de anfitriona, tus ojos se arrugan un poco.

Mi respiración se detuvo. Su toque era una marca. Su cercanía, un maremoto.

—Damián... —su nombre salió como un susurro.

—Esta tregua —dijo, mientras su mano bajaba para enredarse suavemente en un mechón de mi pelo—. ¿Qué significa exactamente?

—No lo sé —admití, sintiendo cómo mi pulso se aceleraba en las sienes—. Supongo que... dejar de fingir cuando no hay nadie alrededor.

—¿Y qué hay de esto? —Su otra mano encontró mi cintura, acercándome hasta que nuestros cuerpos casi se tocaban—. ¿Esto es fingir?

Su aliento acarició mi mejilla. Sus ojos buscaban los míos, buscando permiso, buscando la verdad.

—No —susurré, y fue la verdad más sincera que le había dado—. Esto no es fingir.

Fue la confirmación que necesitaba. Su boca encontró la mía con una urgencia que me dejó sin aliento. No fue el beso calculado de una sesión de fotos. Este era salvaje, desesperado, lleno de todas las palabras no dichas, de toda la tensión acumulada durante semanas. Sus manos se aferraron a mi espalda, presionándome contra él hasta que no quedó un centímetro de espacio entre nosotros. Yo me enredé los dedos en su cabello, tirando de él, saboreando el gusto a whisky y a hombre, a Damián.

Era un error. Un error catastrófico. Pero en ese momento, con sus labios moviéndose sobre los míos y sus manos recorriendo mi espalda, no pudo haber parecido más perfecto.

Cuando nos separamos, jadeantes, la realidad regresó de golpe. El zumbido de la nevera, la luz tenue, el frasco de pepinillos abandonado en la encimera. Y nosotros, dos enemigos en una cocina, con el sabor del otro en los labios.

—Esto es una locura —logré decir, aunque mi voz sonaba débil y poco convincente.

—Sí —asintió él, pero no me soltó. Su frente se apoyó en la mía, y su respiración, caliente y entrecortada, se mezcló con la mía—. Pero es nuestra locura.

Sus palabras resonaron en lo más profundo de mí. Nuestra locura. Una locura que podía destruirnos a ambos, pero que en ese momento se sentía como la única cosa real en medio de un mundo de mentiras.

—¿Y ahora qué? —pregunté, buscando en sus ojos alguna señal.

—Ahora —susurró, pasando el pulgar por mi mejilla—, comemos tus pepinillos y mi queso. Y hablamos. Sin guiones. Sin fingir.

Me miró, y por primera vez, no vi al temible Damián Vargas. Vi a un hombre tan atrapado como yo. Tan solo. Tan hambriento de algo genuino.

Y supe, con una certeza que me aterrorizó, que esta tregua ya no era una estrategia. Era una rendición. Y yo estaba más que dispuesta a alzar la bandera blanca.

Mientras partía el queso y yo abría el frasco, una paz extraña se instaló entre nosotros. Era frágil, peligrosa, pero real. Y por primera vez desde que me mudé a su ático, sentí que quizás, solo quizás, no tendría que librar esta guerra completamente sola.

Salí de la cocina me dirigía a mi habitación, no podía resistir el calor de mi cuerpo y no quería cometer una locura, o simplemente no quería dejar que sucediera.

---Damian

La luna llena se filtraba a través de las ventanas del ático, dibujando líneas plateadas sobre las sábanas de seda. El aire aún llevaba el eco de nuestra última discusión, pero algo había cambiado entre nosotros, algo irreversible y peligrosamente seductor.

Ella llevaba solo una bata de seda color marfil, ajustada a la cintura pero lo suficientemente suelta como para insinuar las curvas que ya conocía demasiado bien. Su cabello caía en suaves ondas oscuras sobre sus hombros, y sus ojos, sin una pizca de maquillaje, brillaban con una vulnerabilidad que me desarmó.

—No puedo seguir haciendo esto —susurró, pero no hablaba de la discusión. Lo vi en la forma en que su mirada se detuvo en mis labios.

—Damián —susurró mi nombre, y en su voz había tanto una pregunta como una respuesta.

—Lo sé —respondí, acomodando mi cuerpo sobre el suyo, sintiendo cómo cada curva de su figura se ajustaba a mis ángulos.

Mis labios recorrieron la línea de su clavícula, disfrutando del latido acelerado en la base de su cuello. Sus manos exploraban mi espalda, dibujando la geografía de cicatrices antiguas y músculos tensos. Era una danza de descubrimientos, donde cada suspiro se convertía en una confesión y cada caricia, en una promesa.

Cuando finalmente nos unimos, fue con una lentitud agonizante que nos hizo gemir al unísono. No había prisa, solo la necesidad de grabar cada sensación, cada temblor, cada mirada. Sus ojos, oscuros como la noche, no se apartaron de los míos, reflejando la misma lucha entre la razón y el instinto que yo enfrentaba.

El mundo exterior se desvaneció. No había Montenegro, ni Vargas, ni chantajes, ni pruebas. Solo existía este cuarto, esta cama, esta mujer que se aferraba a mí como si yo fuera su ancla en medio de la tormenta.

Fundiéndome con su cuerpo, disfrutando de su calor internos y los espasmos que se liberaban en forma de gemidos con cada embestida, cada vez queriendo tener más de ella, como una embriagante sensación de éxtasis que peligrosamente podría llevarme al cielo o al infierno, con tan solo una palabra de aquellos dulces labios de los cuales estaba apoderado, saboreando cada parte de ella, hasta saciar la ansiedad que recorría mi cuerpo.

Su clímax llegó con un gemido ahogado contra mi hombro, sus uñas hundiéndose suavemente en mi espalda. Y cuando yo la seguí, fue con su nombre en mis labios, una palabra que resonó como verdad en medio de tantas mentiras.

Después, yacimos entrelazados en la penumbra. Su cabeza descansaba sobre mi pecho, y mi mano dibujaba círculos lentos en su espalda. El aire olía a sexo y a jazmín, a nosotros.

—Esto no cambia nada —dijo ella, pero su voz carecía de la convicción de antes.

—Lo cambia todo —corregí suavemente, besando su frente—. Y eso es lo que más me aterra.

Ella alzó la mirada, y en sus ojos vi el mismo conflicto que devoraba mi interior. Dos enemigos que habían encontrado un refugio temporal en los brazos del otro, sabiendo que al amanecer, la guerra continuaría.

Pero por esta noche, en la calma de mi habitación, permitimos que la tregua se convirtiera en rendición. Y por primera vez en años, me sentí completamente vivo, incluso sabiendo que este momento de paz nos costaría todo.

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🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Sin palabras👏👏
🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Súper interesante, sigue así ☺️
🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Me encanta, el relato es fluido y todo va encajando perfecto 👏👏👏
🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Ya me estoy quedando sin uñas y apenas vamos comenzando
🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Un primer capítulo cargado de emociones y ansiedad, 👏👏 me encanta ☺️
Gabriela Kienzler
excelente
Gabriela Kienzler
excelente... me gusta esta obra, sigue asi 👏👏👏🥰
Marita Araya
primer capítulo muy emocionante, ¡me encantó! esperaré que actualices más para leer todo de corrido, pero conociéndome como me conozco seguiré leyendo, jajaja me encantó el primer capítulo.. ❤️
Marita Araya: sigue escribiendo tienes mucho talento. ❤️
total 2 replies
🔥ana_omi🦊🍃
🤩🤩 No puedo creer lo buena que es tu idea, sigue escribiendo así de bien.
D.R. Olivieri: muchas gracias por tu apoyo ☺️
total 1 replies
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