Después de años de matrimonio con Josue de un momento a otro me pide el divorcio. Como volveré a confiar en los hombres?
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Franco nació
El día de la cita, llegaron temprano por mí, yo decidí arreglarme bien para que la doctora viera que le estoy echando ganas, mi amiga al verme me abrazo y me dijo que estaba muy linda, y cuando ya estábamos por salir, llegó corriendo mi hermano, a mí me sorprendió y pensé que algo malo pasaba con mis padres, ya que nosotros no nos llevábamos tan bien como para que me visitara así sin avisar y sin motivo, así que le pregunté qué pasaba, no pasa nada, sé que siempre me he portado como un idiota contigo, pero este idiota quiere que sepas que cuentas conmigo y quiero acompañarte a tu cita de hoy, solté una carcajada, no sabía cómo averiguó lo de la cita, debió ser mi madre quien le informó, y cuando le pregunté, negó moviendo la cabeza, si ella hubiera sabido que vendría, te imaginas si me hubiera dejado venir solo, o por lo menos que no te hubiera avisado, arruinando la sorpresa, y efectivamente, me imaginé a mi mamá amenazandolo con el cucharón de la sopa para que la trajera, si no había sido ella, como se enteró, pero las miradas cómplices entre el y Mauro, me aclararon la situación, lo abracé y los cuatro nos dirigimos al hospital, de verdad necesité de su apoyo al entrar, pues me vinieron recuerdos muy fuertes de los angustiosos días que pasé ahí al lado de Arturo. Entramos todos a consulta, y mi hermanito tomaba mi mano como en las anteriores ocasiones lo hacía mi esposo.
Me dijo la doctora que dadas las circunstancias todo marchaba bien, pero tenía la presión un poco alta, que debía estar atenta a ello y cuidarme más.
Siguió el turno de la ecografia y esta vez la haría en 4D, así podría mostrarnos con lujo de detalles el rostro de mi bebé, cuando lo hizo, vimos claramente el parecido que tenía con su padre, fue impresionante para mi, y las lágrimas rodearon por mis mejillas, todos pensaron que eran de alegría, pero eran de dolor. Solo yo sabía lo mal que me sentí al pensar que todo lo que había esperado para que naviera y salvara la vida de su padre, había sido en vano.
Recibí la receta con medicación para controlar la presión y salimos de ahí, recomponiéndome, aunque fuera en apariencia, y fuimos a comer a un agradable restaurante para celebrar. Después me dejaron en la casa, donde le mostré a mis suegros la imagen que la ginecóloga me proporcionó con el rostro de su nieto, y ellos lloraron de alegría. Mis padres también recibieron una, de parte de mi hermano, y me llamaron de inmediato para comentar lo mucho que se parecía a Arturo.
Esa noche no pude dormir, estaba sufriendo mucho al rumiar mi dolor, sentía que me faltaban las fuerzas para continuar sola, me sentía fracasada porque no pude salvar a, mi marido y la peor madre del mundo por no sentir que la vida que llevaba dentro fuera suficiente para llenar el vacío qué su padre había dejado en mi corazón.
Mi suegro insistió a la mañana siguiente en que fuéramos con su abogado, yo no sabía de que se trataba, pero los acompañé, ya en la oficina, me informaron que durante la enfermedad de su hijo, lo habían heredado en vida, dejándole la mitad de la empresa y que su última voluntad había sido que esta pasara íntegramente a mi poder. Yo no quería aceptarlo, pero me dijeron que sabían que yo no me casé por conveniencia, sino por amor, y que estaban seguros de que seguiría trabajando como siempre, pero era su voluntad qué tanto mi hijo como yo quedáramos protegidos sin importar lo que pasara en el futuro. Así que sin querer, tuve que aceptar y firmamos los papeles que me cedían la mitad de la empresa.
Otra noche sin dormir, pensando como Arturo fue capaz de hacer esto a mis espaldas, tal vez él sentía que no se podía curar y pensó en protegerme económicamente, pero debió decírmelo de frente.
Al otro día me costó mucho poder levantarme, me sentía muy mal, estaba mareada y tenía una opresión en el pecho, entre a duras penas a la ducha, pero el vapor del agua caliente hizo que me sintiera peor, me costaba trabajo respirar y de un momento a otro, perdí el conocimiento.
Desperté en el hospital, mi presión estaba por los cielos, y la doctora muy preocupada me informó que tenía que bajar mi presión para someterme a una cesárea de emergencia, pues corríamos el riesgo de perder la vida tanto mi hijo como yo.
Menos mal que mi suegra, al ver que no bajaba a tomar mi medicamento, entró a mi habitación y me encontró en desmayada en la ducha, así que me cubrió con las toallas y llamó a su esposo, quién pidió una ambulancia para llevarme al hospital.
Pase todo ese día conectada a varios aparatos y con suero hasta que bajó mi presión a niveles seguros para hacer la operación, y me ingresaron al quirófano no sin antes dejar pasar a mis papás y mis suegros para verme.
Me sedaron y como entre sueños, oí el llanto de un bebé, Franco nació, lo pusieron en mi pecho para que lo viera, y me informaron que estaba bien, se lo llevaron a la incubadora, ya que le faltaba madurar, y entonces ya no pude más, cerré los ojos y me rendí al cansancio y al dolor, ya había traído al mundo a mi hijo, mi tarea estaba completa.
Desperté rodeada de una luz blanca que me cegó de momento, y cuando al fin pude acostumbrarme a la claridad, sentí paz y una sensación de descanso.
Hola hermosa, me saludo una voz familiar, y cuando gire la cabeza a ver quien me hablaba, me encontré con Arturo, que me sonreía con tristeza, yo no entendí su gesto, pero me lancé a sus brazos y re recibió con cariño, por que me dejaste sola, pregunté, te dejé porque no pudo aguantar mi cuerpo, pero no estas sola, te dejé con muchas personas que te quieren y te van a ayudar.