Continuación de la historia "Una vida llena de misterios y fantasías". Cientos de años atrás.
Feng Bao-Liang una pequeña princesa fue bendecida por un misterioso ser sobrenatural que los hombres apodaron el "Gran Dios Fénix". Y así un pequeño pueblo se convirtió en un gran imperio, abasteciendo a los ciudadanos de toda la fertilidad de la tierra.
pero...¿Por qué? nadie lo sabía...
Cuando la princesa nació, el gran fénix se presentó y la nombró como tesoro imperial.
El tiempo pasó y la princesa creció junto a su hermano mayor.
Todo parecía ir de maravilla hasta que la guerra se desató; entonces las cosas cambiaron...la vida de la pequeña princesa cambió completamente.
Ahora ella debe proteger a su imperio, buscar el porqué ese fénix la cuida y le enseña a controlar su maná espiritual sin pedir nada a cambio...¿Logrará Bao-Liang encontrar respuestas antes de lo inevitable? Porque después de todo un destino cruel le espera...
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Capítulo 23.
Por otro lado, en el estado de Fengzhong a unos kilómetros de distancia de la capital imperial se encontraba la pequeña princesa, ahora convertida en una bella joven frente a la pequeña tienda que había construido pocos días después de llegar ahí.
— Perfecto. —
Mira desde la calle su tienda en medio de algunas, sus ayudantes y amigos terminan de colocar algunos metros arriba de la puerta la gran placa que tiene como nombre "tienda de Fénix".
— Señorita, ¡Se ve genial! —
Su sirvienta personal corre hacia ella con los dos pulgares arriba mientras le sonríe.
— Cuando los habitantes conozcan todo lo valioso dentro, nos haremos ricos Xiao-Tu. —
Comentó Bao-Liang cruzándose de brazos con orgullo, sabiendo que ninguna de las personas que entrarían al sitio se resistirían a comprar los artefactos que ella había creado.
— Jefa, todo está listo. —
El joven de cabellos blancos con pequeñas melenas rojas caminó a ella para luego ponerse a su lado y admirar el fruto de los esfuerzos de su jefa ante ellos.
— Muy bien hecho, Hu-Li. —
— Señorita, ya hemos terminado de acomodar todo adentro. —
Jin-Ling aparece junto al anciano haciendo una inclinación de cabeza.
— Entonces, ¡Es hora de hacer la inauguración de la tienda! —
Bao-Liang levanta las manos a los lados contagiando a los presentes de su emoción.
Pronto los curiosos son invitados a explorar el pequeño local, Jin-Ling le muestra a los que entran todo lo que venden dentro. Mientras el anciano se encarga de las cuentas en el mostrador donde algunos ya han comprado algo.
La tienda, aunque por fuera parece pequeña es espaciosa desde adentro, Jin-Ling y el hombre mayor se encargaron de la decoración de los objetos en venta de Bao-Liang por lo que los espejos transmisores de mensajes se encuentran de un lado flotando sobre un mueble, mientras los otros artefactos se encuentran en la otra habitación. Las plantas que suben el nivel de cultivación de un practicante espiritual también se encuentran detrás del mostrador.
Afuera se encuentra Bao-Liang junto a su sirvienta invitando a las personas pasar a echar un vistazo.
— Pasen, tenemos cosas perfectas para cada uno. —
Un carruaje se detiene frente a las dos chicas, un sirviente camina hacia ellas con rapidez.
— Señorita, ¿es aquí la tienda donde venden los espejos transmisores de rostros? —
Pregunta el hombre señalando el local detrás de Bao-Liang, ella sonríe asintiendo.
— Justo está hablando con la dueña. —
Responde señalándose a sí misma, las cortinas del carruaje se hacen a un lado dejando ver el rostro de un joven.
— ¡Oh! Así que la dueña es una señorita. —
Los ojos de él la escanean de arriba abajo luego muestra una pequeña sonrisa casi invisible, pero Bao-Liang logra captarla.
— Xiao Bao-Long a sus órdenes, joven. —
Se presenta ella sacando una risa del chico que baja de inmediato para observarla más de cerca. Cuando ambos se encuentran cara a cara, Bao-Liang levanta una ceja disgustada ante la gran diferencia de altura entre los dos.
— Así que resulta que ahora tenemos nuevos nombres. —
Comenta él en un tono humorístico mirándola desde arriba, los dos permanecen en silencio por varios segundos teniendo una guerra de miradas donde ninguno parece querer dar un paso atrás.
— Señorita, alguien está haciendo un escándalo en la tienda. —
Jin-Ling aparece rompiendo la tensión del ambiente, Bao-Liang se gira rápidamente para subir los cuantos escalones que la separan de la entrada.
— Déjame ayudar, como un pago de no dejarme incapacitado por la última batalla. —
Despues de decir aquello los ojos del Joven se posan en la sirvienta de ella, un leve brillo rodea su iris logrando ver la verdadera forma de la orra chica, era el mismo pequeño conejo demonio por el cual ambos pelearon en aquel entonces.
— Creí que te la habías comido. —
La sirvienta retrocedió con terror sosteniendo el brazo de su señorita, Bao-Liang la mira a ella luego a él.
— Hicimos un contrato de amo y sirviente. —
Responde escogiendose ligeramente de hombros antes de seguir su camino seguida de la chica y de él, quien no aparta la mirada de la princesa, sorprendido en lo bonita que es a pesar de los años pasados.
Adentro las personas que estaban checando los artefactos que ofrecía Jin-Ling se juntan en una esquina observando el caos que un hombre armaba sobre una supuesta farsa en los materiales que la tienda vendía.
— Señor si no comprará nada, le sugiero que se retire. —
Dice Jin-Ling parándose frente al mueble que el hombre intentaba llegar y destruir como rl anterior.
— ¡A un lado! ¡Voy a demostrar que todo esto es una farsa para engañarnos! —
Grita histérico empujando bruscamente la mujer a un lado, Jin-Ling lo sujeta del brazos intentando detenerlo antes de que vuelva a romper las cosas de princesa.
— ¿Qué está pasando aquí? —
Los ojos de Bao-Liang se abren indignada por ver como sus preciadas creaciones han sido pisoteadas y destruidas sin pudor alguno.
— ¡Quién lo hizo! —
Su voz resonó en la tienda, Jin-Ling señala al hombre rápidamente, pues sabe que cuando ella se enoja no hay nadie quien pueda aplacar su ira. El señalado camina orgullosamente hacia la joven.
— Fuí yo, ¿Qué vas hacer al respecto? —
Pregunta con un tono altanero, el ruido atrae a los chismosos que se amontonan en la entrada para ver como el adulto trata mal a la jovencita.
— Esto se lo haré saber al ministerio de hacienda, debes pagar por los daños causados. —
Exclama Bao-Liang mirándolo con seriedad, el hombre suelta una carcajada llena de burla.
— ¿Pagarlo? Esto es basura, tú...¡una niña se atreve a engañar a los transeúntes para que compren estas porquerías! —
La señala con el dedo, los presentes murmuran entre sí sobre la falta de respeto de él hacia el negocio de la pobre chica que apenas había abierto ese día. Bao-Liang aprieta los puños con fuerza a sus lados conteniendo la molestia que cada vez crece dentro de ella al escuchar esas palabras. Antes de que pueda replicar al hombre, el joven se interpone entre los dos. Confronta al adulto haciendo que este de un paso atrás al sentir el aura asesina que lo rodea, aunque el señor no es un cultivador sus instintos humanos saben que no debe sobrepasar la línea frente al joven presente.
— La señorita ha sido demasiado amable en no golpearlo, debería solo pagar lo que rompió antes de que lleguemos a otro acuerdo. —
Si bien para Bao-Liang esas palabras fueron demasiado amables para el alborotador, el tono que el joven utilizó se podía notar perfectamente que no estaba siendo amable sino que le estaba advirtiendo lo que podría pasar si no pagaba y se iba, con el leve movimiento de cabeza de él señalando afuera, el hombre entendió rápidamente que su contrincante no daba señales de querer seguir charlando.
— ¿C-cuánto es? —
Trató de mantener su postura orgullosa, pero al siguiente momento se encogió al percibir esa mirada en él. El joven sonrió satisfecho y ahora volteó a mirar a la dueña del local.
— Solo váyase y no vuelva. —
El otro al escuchar esto asintió y de inmediato abandonó el lugar.
Bao-Liang se acerca a Jin-Ling para ayudarla a recoger los trozos de espejos y materiales que habían sido dañados. La gente vuelve a dispersarse quedando solo los que estaban pagando y todo vuelve a la normalidad como antes.