La esposa humana del vampiro
¿Qué harías si, después de una vida plena, reencarnas como la esposa de un vampiro? Y no cualquier vampiro, sino uno poderoso, con dos hijos y una mansión que mantener, ¡justo como en la última novela que leíste! Nuestra protagonista, una anciana del mundo moderno, se encuentra en este hilarante y peculiar aprieto.
Ahora, con su espíritu vivaz de octogenaria atrapado en el cuerpo de una joven esposa, deberá navegar las excentricidades de su nuevo hogar inmortal. Entre hijos colmilludos, sirvientes peculiares y un esposo misterioso, descubrirá que la vida eterna puede ser sorprendentemente divertida y, quizás, incluso le ofrezca una segunda oportunidad para el amor y la aventura. Prepárate para un romance fresco, lleno de risas y con la dosis justa de acción en un mundo donde lo sobrenatural se encuentra con lo inesperado.
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Capitulo:21
LAURA:
Mi vampiro solo sonríe al escuchar mis palabras y sin soltar mi cintura se dirige al emperador.
—Majestad, creo que mi esposa ha tenido suficiente por el día de hoy, su salud ha estado un poco delicada estos días, así que solicito permiso para retirarme junto a ella.
—Pueden retirarse, yo me encargo del resto.
Dice el emperador y Víctor y yo salimos de la sala con la frente en alto sin mirar a nadie.
Con pasos silenciosos caminamos por el largo pasillo hasta llegar a nuestra habitación.
—Ven aquí.
Dice Víctor cuando entramos a la habitación y me pega a la puerta besando mis labios con pasión.
Sus manos destrozan mi ropa dejándome completamente desnuda y yo más que feliz.
Con agilidad envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y su boca no pierde tiempo y baja hacia mi pecho relamiendo mis pezones.
—No seré delicado.
Susurra con la voz ronca mientras termino de quitar su camisa completamente.
—No quiero que lo seas.
Mi voz sale entrecortada y con movimientos rápidos Víctor me lleva a la cama y termina de quitarse toda su ropa mostrándome su perfecto y fuerte cuerpo tan hermoso.
—¿Te gusta lo que ves?
Me guiña un ojo y yo sonrío mordiendo mis labios cuándo mi mirada se dirige en medio de sus piernas.
—Me encanta.
Su risa no se hace esperar mientras se acuesta encima de mí y besa mis labios de manera delicada.
—Eres muy hermosa Laura.
—Lo sé, pero gracias.
Con una de mis manos acaricio su mejilla y este cierra los ojos con una sonrisa en los labios.
Una de sus manos acaricia lentamente mis piernas hasta llegar a mi húmedo centro el cual acaricia lentamente.
Cierro los ojos extasiada mientras pequeños gemidos salen de mis labios.
De pronto su mano se detiene y siento como entra en mí lentamente haciendo que suspiro salga de los labios de ambos.
Sus hermosos ojos no apartan la mirada de cada uno de mis gestos y eso me hace morder mis labios más fuertes por el deseo.
Sus caderas comienzan a moverse lentamente hasta que logro acostumbrarme, y comienza a moverse más rápido.
Nuestros gemidos y los choques obsenos de nuestro cuerpo hace que el ambiente se vuelva más sensual y erótico.
Comienzo a mover mis caderas y el vampiro chupa mi cuello con fuerza haciendo que mi cuerpo tiemble de placer.
—No voy a aguantar mucho.
Me susurra y con agilidad me doy la vuelta poniéndome encima de él.
—Ahora es mi turno.
Sus manos acarician mi cuerpo y relame sus labios.
—Pequeña, así me provocas más.
—Esa es la idea.
Le guiño un ojo y comienzo a moverme de manera muy sensual haciendo que pierda la razón.
Con la pasión a flor de piel y con el fuego nos consumía, llegamos a la cima del placer y mi cuerpo cae encima del suyo con la respiración agitada.
—¿Ya te cansaste?
Escucho que pregunta con un tono burlón.
—Necesito agua.
—Creo que vas a necesitar mucha por qué esto apenas comienza.
(...)
Unos besos en mi espalda me hacen removerme de la suave cama, pero no despierto.
—Vamos, levántate dormilona, debemos ir con el emperador.
—Mmm, cinco minutos más.
—No tenemos tiempo que perder vamos levántate.
Abro los ojos al ver que esa molesta voz no se va a detener y miro hacia esa figura con furia.
—Víctor, he dormido dos horas como mucho... Por favor, déjame descansar que me siento agotada.
Él con una sonrisa se acerca a mí.
—Si dependiera de mí te dejo descansar con gusto, pero el emperador nos ha mandado a llamar a los dos.
—Maldito emperador.
Murmuro volviéndome a acotar y escucho una carcajada de sus labios.
—Que nadie te escuche diciendo eso... Por cierto, debemos practicar más para que sigas mi ritmo, estás muy débil.
De dónde estoy le lanzo una almohada para qué sé calle.
—Idiota.
—¿Ahora soy idiota? No decías lo mismo hace unas horas cuando gemías mi nombre...
—Ya, ya me levanto.
Digo con el ceño fruncido y me lavanto de la cama, pero un dolor agudo entre mis piernas me hace volver a sentarme y maldecir a todos mis antes pasados.
—¿Estás bien?
Pregunta Víctor y lo miro mal.
—¿Me ves que estoy bien?
—No, pero no seas tan enojada, tú eras la que pedías más.
Sus fuertes brazos me levantan y me llevan al baño sin esfuerzo alguno.
—De verdad, me siento agotada Víctor.
—Lo sé, pero esto será rápido, luego volverás a descansar todo el tiempo que quieras.
Dice y me entra a la tina de agua caliente haciendo que mi cuerpo se relaje por completo.
—Llamaré a las criadas para...
—Ni se te ocurra, tú llenaste mi cuerpo de marcas, te toca a ti ayudarme a bañar bien.
—¿Yo?
—Si, tú, busca el jabón y dame un buen masaje que me duele todo.
—Tu cuerpo está desnudo, Laura.
—Si, eso lo sé.
—Bien, después no te quejes.
Me susurra al oído y me giro para mirarlo, observo que tiene una sonrisa perversa en su rostro y mi corazón golpea mi pecho con fuerza.
—¡¡Hay mierda!!
Luego de una larga ducha y unas cositas más, Víctor me ayuda a cambiarme con algo que cubre todo mi cuerpo, por suerte está haciendo un poco de frío y no me veré ridícula con algo que cubre hasta mi cuello.
—No vuelvas a marcar mi cuerpo Víctor, es incómodo andar toda cubierta.
—Te miras hermosa toda marcada.
Dice con picardía y la verdad el vampiro frío, seco y serio no sé dónde quedó.
Salimos de la habitación y caminamos el mismo largo pasillo hasta llegar a otra puerta de color caoba.
—¿Qué vamos a hacer aquí? ¿Nos van a interrogar otra vez?
—No, no nos van a interrogar.
Uno de los guardias que custodian la puerta al ver a mi vampiro hace una reverencia y abre la gran puerta de madera.
Ambos entramos y el emperador está sumido en una montaña de papales.
—Majestad.
Dice Víctor y cuándo el emperador levanta la cabeza ambos hacemos una reverencia.
—Ya te he dicho que no es necesaria tanta formalidad Víctor.
Dice el hombre que a simple vista se mira lo agotado que está debido a las enormes ojeras debajo de sus ojos.
—Señora Cortés, me alegra volver a verla, la verdad me sorprendió mucho su actitud.
Dice con una sonrisa mientras se pone en pies.
Mis labios solo hacen una fina línea y miro a Víctor de reojo que permanece sereno.
—Deben de estar agotados, pero esto es urgente, síganme.
El emperador abre una pequeña puerta y nos mira a ambos para luego entrar.
—¿Y si es una trampa? No quiero morir disecada en un pasadizo.
Le susurro y el vampiro me mira con un brillo de burla en los ojos.
—No te preocupes el emperador es de confianza.
Me susurra igual comenzando a caminar.
Con pasos cautelosos y alerta lo sigo sin decir nada más.
Víctor toma mi mano y entrelaza nuestros dedos.
—No te separes de mí.
—Tranquilo, no pensaba hacerlo.
Caminamos unos minutos hasta abrir otra pequeña puerta y entramos a una sala iluminada.
Observo el lugar y en medio de ella hay una camilla con algo cubierto.
—Necesito que mires esto Víctor.
Dice el emperador señalando la camilla y los dos lo seguimos en silencio.
Al llegar el hombre quita la sábana y debajo se encuentra el cuerpo pálido del señor Luberg.
—No me gusta ver cadáveres, después me halan los pies cuándo estoy durmiendo.
Los dos hombres se ríen y el emperador me mira fijamente.
—Tiene usted un buen sentido del humor señora Cortés, cuándo la miraba antes se veía muy rígida y sería, pero ya veo que es lo contrario.
Dice para luego mirar a Víctor y el cadáver.
—Observa esto.
Él señala el cuello y ahí observo dos marcas oscuras un poco desgarradas.
—Esas sin las huellas de un vampiro recién convertido, el desgarramiento en los orificios son señales de que aún no puede controlar su sed de sangre.
Habla con el rostro serio mientras analiza con detalle.
—Es extraño...
Murmuro analizando la situación.
—Si se trata de un vampiro que no controla su sed de sangre habría atacado en la fiesta ¿No crees?
—Muy buen punto de vista.
Dice el emperador y Víctor entrecierra los ojos.
—Solo hay una alternativa, están siendo controlados.
Autora sólo recuerda que la culpa y el arrepentimiento nos van a acompañar siempre pero has seguido tú camino y continuas de pie. Eres una sobreviviente enorgullecete de ti.
Un abrazo y bendiciones!