El Camino De Una Espada

Yuki sostenía una carta con ambas manos.

Sentada en su escritorio, bajo la tenue luz de una vela, leía una y otra vez el mensaje que había llegado sin firma, pero que ya reconocía por ese característico hilo rojo

Entonces comenzó a leerla.

Tu última carta me hizo sentir algo que no sé nombrar.

Supongo que no necesito entenderlo del todo.

Pero sabes este año la primavera fue grandioso.

El año anterior, no recuerdo que hubiera sido tan hermosa la vista por la ventana.

Al terminarla dio una gran sonrió y corazón se sentio más cálido.

Tomó una hoja nueva, y con la pluma en mano, comenzó a escribir:

La ultima carta que enviaste me hiso acordar de algo.

No conozco nada de ti… tu rostro o tu voz, pero sabes, no se siente raro o distintante, es como si cada día pudiéramos conocer algo más del otro.

Pero sabes, ayer choque con alguien y creo que no supe el como disculparme o pedir perdón, me siento muy mal por eso.

Pero es porque estoy en un sitio diferente y no se como relacionarme bien.

Y te agradezco el que sigas escribiendo.

Selló la carta con delicadeza y se la entregó al mensajero, que la recibió con una sonrisa de cortesía.

Yuki, aún sentada frente a la ventana, miró al cielo.

—Me pregunto ¿Quién eres …?

[---]

En fuerte.

Shiro estaba en su habitación, sentado frente a su mesa, cuando el mensajero golpeó la puerta.

—Carta para el señor Kutogane.

Shiro la tomó en silencio, la reconoció de inmediato por el hilo rojo y la abrió.

Sus ojos recorrieron cada palabra de forma cuidadosa, pero en especial algo lo impacto tanto para hacerlo pensar.

—"Ayer choqué con alguien…" —repitió en voz baja.

Le llamó la atención, no por ser algo significativo si no por la frase algo en esas palabras…

Pero rápidamente negó con la cabeza.

—No importa.

Dobló la carta y la guardó en el mismo compartimento donde estaban las demás, etonces recordó algo y se levantó lentamente.

—Tenía algo que hacer.

Se ajustó los guantes y caminó hacia la puerta.

Pero aunque quisiera no podía olvidar esas palabras, no podía borrarlas como si hubieran sido grabadas en piedra.

Shiro seguía caminaba con pasos tranquilos, las manos en los bolsillos del abrigo hasta detenerse frente a una gran puerta de madera.

La biblioteca.

Abrio la puerta y entro, los estantes altísimos y el olor a papel antiguo llenaban el aire.

Habían pocas personas dentro y solo uno de los asistentes parecía disponible, una joven de cabello recogido con cuidado, sentada detrás de un escritorio.

Yuki.

Shiro se acercó y aunque Yuki también lo vio desde lejos fingió no saber que estaba.

《Es él》

El chico con el que había chocado días atrás, a quien no pudo pedir perdón y ni siquiera conocía.

—Disculpa —dijo Shiro —Necesito ayuda buscando unos archivos.

Yuki se levantó de inmediato, con una carpeta aún en la mano.

—¡S-sí! Claro, por supuesto… ¿de qué tipo?

Shiro levantó una ceja con suavidad.

—¿Tu eres…?

Yuki se quedó helada.

—¿E-eh? ¿Qué? ¿Yo? sí… choque con usted ayer y lo siento mucho —dijo Yuki nerviosa.

Shiro ladeó la cabeza.

—Está bien, te dije que no era un problema.

—¡No! O sea… sí lo escuché, pero creo que no lo hice bien —corrigió bajando un poco la voz —Es solo que… este lugar es nuevo para mi y no se como hablar con otros.

Shiro la observó un momento impactado ante lo que acababa de escuchar.

《Nuevo lugar y no sabe relacionarse, como…》

—¿Señor?

—Ah, lo siento y no te preocupes intentaré no ser una molestia.

Yuki se calmó de inmediato y respondió con una sonrisa, aunque pequeña, fue genuina.

—Gracias.

Shiro se sintió nervioso ante esto, pero al final ambos caminaron hasta una estantería.

—¿Qué es lo que buscas?

—Quiero archivos del Reino reino del Sur

Yuki buscó hábilmente entre los clasificadores, sacando una carpeta gruesa.

—Aquí está, archivos del Reino de Velkalum —dijo Yuki mientras enetregaba el archivo.

Shiro lo recibió, pero antes de irse, preguntó:

—¿Cuál es tu nombre?

Yuki parpadeó.

—Soy Yuki.

—Yo soy Shiro, un gusto señorita Yuki.

Yuki le sonrió.

《Ya lo sabía, pero escucharlo de él es muy diferente》

—Entonces, por favor señor Shiro tenga un buen día.

Shiro se detuvo por un segundo.

—Sí, usted también y todavía más con la primavera de este año que es más reluciente.

Hubo algo en esas palabras que impactaron a Yuki.

《Primavera de este año, igual que en…》

Esas palabras retumbaron en sí cabeza, pero no dijo nada.

Shiro bajó la cabeza y se marchó con el archivo en mano mkentras Yuki lo siguió con la mirada.

Y sin saberlo ambos guardaron el mismo pensamiento:

《¿Por qué me resultas tan familiar a…?》