María Elena Collazo trata de hacer hasta lo imposible por libararse de las garras de su suegra y de su alcohólico esposo. ¿Hasta qué punto podrá soportar ese infierno? Esta historia es totalmente ficticia. Todos los personajes y vivencias fueron creados por la mente de su servidora. Cualquier semejanza con la vida real es mera coincidencia.
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Tengo la sensación de que alguien nos observa
Al regresar, lo primero que hizo fue mostrarle la foto a Brenda.
Mira, ¿será este tu hijo?
Brenda tomó la foto y la observó bien. ¡Dios mío!, se llama Moisés de la Vega, podría ser mi hijo, se llama igual que su padre. Además, tiene el lunar en la oreja.
Amor, ¿tienes idea de que Moisés de la Vega debe haber muchos en el mundo?
Lo sé, amor, pero éste tiene el lunar.
De acuerdo, al menos ya tenemos una pista, aunque la duda sigue ahí.
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Elena y Lupita se esmeraban en la limpieza, aunque Lupita era la que debería de hacer eso, Elena la ayudaba.
Déjelo, señorita, yo lo hago.
Elena, no soy tan vieja, solo tengo unos años más que tú, pero son pocos.
De acuerdo, Elena. Ah, se me olvidaba, anoche tuve la sensación de que alguien observaba hacia acá, pero no pude ver nada. Sin embargo, sentía una mirada penetrante.
¿Cómo es eso?, sabes que no somos las únicas que vivimos en estos rumbos, hay infinidad de casas cualquiera de los vecinos pudo estar observando. A lo mejor les gustó nuestra casa.
Tal vez tengas razón. Bueno, solo quería decírtelo; deja terminar de hacer la comida.
Gracias, me avisas cuando ya esté, por favor, estaré en mi cuarto.
Más tarde...
Elena, vas a pensar que estoy loca, pero tengo la misma sensación de anoche alguien nos está observando.
Elena se acercó a Lupita y observó a través de la ventana. No vio nada.
Tranquila, Lupita no hay nadie lo que pasa es que hay mucha gente afuera paseando.
El timbre de la puerta sobresaltó a las 2 chicas.
Luego soltaron una risa suave.
Lupita fue a abrir.
Hola, Lupita, ¿cómo estás?, ¿está Elena?
Sí, justo estábamos platicando las dos, pasa, pase, perdón.
No pasa nada puedes tutearme si gustas no somos tan viejos, jajaja.
Mi amor, ¡qué bueno que llegaste! Elena fue muy efusiva.
Uy, de saber que me recibirías así, hubiera venido más temprano.
Amor, Lupita tiene la sensación de que alguien nos está observando; y digo Lupita porque yo no he visto nada.
No debes preocuparte, Lupita, el bosque hace muchos ruidos y hay muchos animales y aves y entre todas hacen mucho escándalo.
En este mismo momento creo que alguien está observando para acá tengo miedo, dijo Lupita abrazándose ella misma.
Lupita, tampoco seas tan paranoica. Ya te dije que no hay nada, dijo Elena tratando de no contagiarse de su miedo.
Perdón, pero es lo que yo siento. Con permiso voy a lavar los trastes.
Perdóname, Lupita, pero es que a mí me da miedo tu miedo.
¿Qué es esto?, ¿acaso es un trabalenguas?, dijo Ardan sonriendo. Luego, continuó, Elena ¿quieres que traiga a la policía para que investiguen?
No es para tanto. No es bueno sugestionarse del miedo de los demás.
Amor, más vale estar seguros; si Lupita dice que tiene esa sensación no creo que lo diga nada más porque sí, hablaré a la policía para que investiguen.
Rato después, la policía llegó.
Díganme qué es lo que sucede, ¿para qué nos han llamado?
Parece que hay alguien observando para acá la muchacha del servicio se ha dado cuenta y tiene miedo.
La policía observó el bosque unos segundos.
Notó un leve movimiento allá donde llega la vista.
Ordenó a todos una búsqueda incesante.
Aranza jaló a Moisés, ¿quieres que la policía se dé cuenta de que estamos observando?, córrele vámonos antes de que nos encuentren aquí.
¿Ya te diste cuenta que Elena está viva?, pero tú no me creías.
Maldita Elena tiene más vidas que un gato, pero pronto le haré una visita.
Ya déjala en paz, madre.
Claro que no, ella está muy tranquila y come bien y nosotros aquí agazapados en un maldito bosque en una choza a punto de caer sin nada que llevarte a la boca.
Tú tienes la culpa, señora, por asesina.
La cachetada no se hizo esperar, deja de decirme asesina, insensato.
¿Ya se te olvidó que mataste a esa señora solo porque nos señaló con el dedo?
Y tú eres un imbécil ya me tienes harta no sé por qué no te moriste tú en lugar de tu padre o mejor dicho te hubieras muerto junto con él.
Moisés observó a Aranza y pensó: "un día de estos te voy a matar, madre, ya me tienes harto tú a mí".
¿En qué piensas, mal nacido?
Quiero que me digas cómo se llama mi madre, quiero encontrarla y preguntarle por qué me abandonó, por qué me dejó con una señora que nunca me quiso.
Ay mijo, no seas tan dramático, deja esas escenas para una criatura tú eres un hombre hecho y derecho.
No porque sea un hombre hecho y derecho no pueda tener sentimientos. Necesito que me digas quién es mi madre.
Está bien yo me enteré porque tu padre vino a decirme que tenía otra mujer y que ella había muerto al nacer tú por eso te traía consigo.
Pero después me dijo que me había mentido la mujer no murió se llama Brenda. Nosotros nos venimos de Oaxaca y ella se quedó allá. Yo no la conozco.
¿Y por qué se vinieron para acá y me trajeron consigo si tú no me querías?, me hubieras dejado allá con mi madre verdadera.
Tu padre insistió tanto y no me quedó más remedio que traerte, pero te juro que jamás quise que fueras mi hijo, la verdad nunca te soporté ni siquiera cuando eras un recién nacido. El solo pensar que eras hijo de una traición me pone de malas y no quiero seguir con el tema o terminaré por matarte.
"O matarte yo a ti", pensó Moisés. Esa idea le venía revoloteando en la cabeza.
Entonces, tomó una decisión así de sopetón.
Señora, en vista de que no eres mi madre no tengo por qué seguir aquí contigo, me iré a vivir a otro lado y tú te me vas a mie***rda.
Jajaja, no me hagas reír. ¿Y a dónde demonios vas a ir, imbécil?, sin mí no eres nadie. Eres una basura, ¿entiendes?, una vil y rastrea basura.
Fue entonces cuando Moisés no se pudo aguantar y agarró a golpes a su madre adoptiva.
Uno tras otro sin parar hasta que por fin la dejó tirada en medio del bosque en esa choza que se estaba cayendo poco a poco.
Después de lo que hizo Moisés huyó de ahí.
Pero lejos de sentirse bien empezó a tener más miedo que nunca.
Aranza tenía razón, él no sabía estar sin ella, a pesar de que se odiaban eran el uno para el otro.
Moisés empezó a llorar y a tiritar de frío. ¡Mamá!
Perdóname, madre no fue mi intención.