Santiago Jr. y Maggie se casaron en una noche de copas en Las Vegas. Ella desapareció después de la noche de bodas y Santiago Jr. comenzó a buscarla para corregir su error y divorciarse. Pero Maggie después de esconderse por meses viene dispuesta a sacarle a Santiago Jr. hasta el último dólar a cambio de darle su libertad.
NovelToon tiene autorización de ERUMED para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPÍTULO 11
El pequeño entrecerró los ojos, se acercó al oído de Santiago Jr. y le susurró.
—Ella es mía. Es mi mamá.
Santiago Jr. se alejó del pequeño, abrió los ojos con asombro y no pudo evitar soltar una pequeña risa.
Definitivamente, este enano lo estaba amenazando, lo estaba retando. Pero también le estaba mostrando su amor protector e incondicional hacia su madre. Santiago Jr. terminó sus pensamientos y se levantó de prisa para mirar fijamente a su esposa a los ojos y buscar la respuesta a esa pregunta obvia que le rodeaba la cabeza.
Maggie no pronunció ninguna palabra. Ella solo negó con la cabeza, y Santiago Jr. fijó su mirada en el pequeño, para detallarlo y calcular mentalmente su edad.
—Tengo tres —le dijo el pequeño como si hubiese leído sus pensamientos y Santiago Jr. se sintió avergonzado.
Maggie no pudo evitar sonreír. Ella no tenía intenciones de esconderle su hijo al mundo. Estaba muy orgullosa de su pequeño. Además, Santiago Jr. era solo un transeúnte en su vida. Uno que llegó sin ser invitado y que estaba por irse.
Santiago Jr. se acercó al pequeño de nuevo y le despeinó un poco el cabello.
—¡Oh por Dios! Pero eres un gigante. Yo pensé que tenías ocho años. —le dijo Santiago Jr. haciéndole cosquillas y el pequeño se removió entre los brazos del mayor.
—¡Ja, ja, ja! Así no, papá. —le dijo el pequeño entre risas y un silencio ensordecedor se apoderó del lugar.
El pequeño abrió los ojos sorprendidos. Era evidente que esa palabra se le escapó.
Maggie sintió una punzada en su corazón. Santiago Jr. era el primer hombre que interactuaba de manera directa con su hijo, pero ella no lo dejaría ilusionarse de esta manera.
Entonces ella se acercó a él y lo levantó en brazos.
—Bueno, Dereck. Ya conociste a Santiago Jr., ahora vamos a ver a mi amiga.
Santiago Jr. se sintió incómodo por la actitud evasiva de su esposa. Entonces se acercó a ella y agarró al niño para cargarlo.
—Ve tú sola. Nosotros te esperamos aquí. El niño no tiene por qué entrar hasta allá. Yo cuido de mi hijo —le dijo a Maggie mirando al pequeño de reojo.
El pequeño Derek abrió los ojos por la sorpresa y sin perder tiempo abrazo a Santiago Jr. y le dió un beso en la mejilla.
—Si, mami. Yo me quedo con mi papi. —le dijo el pequeño emocionado como si hubiera encontrado un tesoro.
Maggie se sintió avergonzada. Jamás pensó verse en esta situación, pero confía en que su hijo no se ilusione demasiado con este tonto.
Maggie sin remedio entró a la habitación de su hermana y sus ojos se llenaron de emoción al encontrar dos médicos con ella y no eran cualquier médico. Eran Hans Fisher y Fausto. Definitivamente, este divorcio le estaba dando más beneficios que el propio matrimonio.
—Buenas noches.—dijo Maggie y su amiga se acercó a ella.
—Amiga. Hay excelentes noticias.
Hans Fisher observó a la joven mujer y le sonrió con calidez.
—Que bueno conocerte al fin. La famosa y escurridiza señora Santibáñez. —le dijo Hans acercándose a ella y extendiéndole la mano.
Maggie sintió que su sangre se paralizó. Después recordó que estaba frente al cuñado de su esposo. Pequeño detalle, pero por la salud de su hermana ella era capaz de todo. Así que fingió una sonrisa y se acercó al Galeno y estrechó su mano.
—El placer es mío. Estoy muy agradecida por toda su ayuda.
Hans negó con la cabeza.
—Eres parte de la familia. No tienes nada que agradecer.
Maggie sonrió, era evidente que se sentía avergonzada por estas palabras tan amables que evidentemente no merecía, porque ella solo estaba sacando provecho de esta situación.
Pero no tenía otra opción. Su familia estaba primero que todo y en este momento su hermana era su prioridad.
—Está bien. No volveré a agradecerte por cuidar a mi hermana. Ahora dime ¿Cómo está?
Hans asintió y le mostró Maggie una tablet que tenía en sus manos.
—Ella está respondiendo a algunos estímulos que le estamos haciendo. Está reaccionando y de un momento a otro se va a recuperar. Su condición física es estable, no hay nada que le impida reaccionar. Debes tener fe, te prometo que vamos a cuidarla muy bien.
Maggie sintió su corazón saltar de alegría. Las palabras de Hans la llenaron de esperanzas y no pudo evitar llorar de felicidad.
Maggie sabía que cuando Marie despertara ella tendría muchas explicaciones que dar pero todo habrá valido la pena. Aunque no pueda recuperar su vida, para eso tendría que abandonar a su pequeño y eso era peor que arrancarse el corazón.
Maggie estaba inmersa en sus pensamientos mientras tomaba la mano fría de su hermana.
Por otra parte, Santiago Jr. estaba atento a las palabras de su pequeño acompañante. Dereck estaba tratando de aprovechar el tiempo con su nuevo papi y le contaba cada detalle de su vida. Santiago Jr. se sintió orgulloso cuando se enteró que su esposa había comprado una casa nueva.