De la novela "Los hijos que me dio la vida", de la cual surgieron tantas historias con cada uno de sus personajes más relevantes, llega ahora la historia de Emma e Isabella: dos hermosas niñas que fueron la cereza del pastel y la cura para un par de almas rotas. Dos personas que fueron víctimas de la vida y de las circunstancias, pero que, juntos, sanaron y dieron vida a sus dos princesas.
Ahora, esas pequeñas han crecido. Las gemelas maravilla tienen 27 años y han vivido una vida cargada de locuras, ingenio, travesuras y momentos llenos de risa. Comparadas con sus hermanos —en especial con Duván, el más revoltoso—, ellas siempre llevaron todo al extremo. Nunca hubo tranquilidad en ese hogar, pero heredaron el corazón noble de sus padres. Aunque son mujeres alocadas, poseen muchas virtudes y una lealtad inquebrantable.
A sus vidas llegarán dos personas que les robarán la razón y harán palpitar sus alocados corazones. Acompáñenme en esta nueva aventura.
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CAPITULO SIETE
NARRACIÓN DEL AUTOR
Las chicas ya llevaban la mitad de su viaje, solo les restaba 5 días para volver a su país y enfrentar la nueva realidad que las estaba esperando, desde su última ubicación que fue la guajira en el cabo de la vela, dónde se tomaron unas fotos hermosas, se prepararon para su último destino turístico en Cartagena antes de regresar a Bogotá para volar a Miami.
Durante esos días anteriores, Emma no tuvo noticias de Agustín, y aunque esperó que se comunicara con ellas esos días, después perdió la esperanza y decidió seguir adelante, disfrutando de su viaje y comprendiendo las palabras de su hermana "la vida es efímera" y constantemente entran y salen personas de tu vida, solo es disfrutar el ahora.
El viaje fue tranquilo, está vez estuvieron despiertas todo el recorrido, pudieron apreciar todas las caras de la Guajira, desde hermosas reservas, hasta la pobreza extrema, pero con personas sin igual, una calidad humana que desbordaba a pesar de las precariedades en las que estás personas vivían.
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Al llegar a Cartagena, Isabella planeo un paseo en yate, así que fueron al hotel, hicieron su check in, guardaron su equipaje, tomaron un baño y se cambiaron de ropa y salieron casi de inmediato, estaban sobre el tiempo.
- Esto es una locura Isa, debiste planear este paseo otro día, yo creo que ya nos dejaron_ decía Emma mientras intentaba correr hacia el muelle.
- No te preocupes, llegaremos a tiempo, pagué una buena suma de dinero, no van a ser tan tontos de dejarnos, además aún nos quedan 5 minutos de la hora de partida _ Se defendió su hermana, Emma solo la miró y continúo caminando, lo que más le molestaba eran sus zapatos, sus altas plataformas no le permitían caminar más rápido.
Por fin vieron el número del yate que les correspondía, unos jóvenes estaban allí en la cubierta, se bajaron en cuanto las vieron.
- ¿Señorita Isabella?_ la mujer asintió _ solo faltaban ustedes, súbanse a bordo_ los chicos le indicaron y les dieron la mano para ayudarlas a subir.
- Muchas gracias _ dijo Emma, cuando finalmente estuvo arriba.
Al estar sobre la majestuosa máquina, les indicaron que ya podían entrar a la cabina principal, ellas hicieron caso, y al entrar, vieron un hermoso lugar, había una mesa perfectamente preparada, Pero algo que le llamo la atención a Emma, era que solo había una mesa con dos sillas, el lugar estaba completamente decorado con ramos de flores y había pétalos de rosa, digno de una cita romántica, ella miró a Isabella con evidente confusión.
- ¡Ey! ¿Qué tipo de reserva hiciste?_ le preguntó en un murmullo.
- La verdad, no la hice yo, pero ya sabrás quién, por ahora, me voy, tú te quedas_ le dijo Isabella, Emma se puso aún más nerviosa y confundida, cuando fue a refutar, Isabella ya se había ido.
-¡Isabella! ¡Isabella! Explícame por qué no entiendo nada_ gritó su hermana, Pero solo pudo verla alejarse, desde el muelle le enviaba besos y corazones creados por sus manos.
- Tranquila, estás conmigo _ una voz se hizo presente a su espalda, Emma se sobresaltó.
Giró suavemente para allí, de pie frente a ella, ver a Agustín, el chico que por días, perdió completamente su comunicación, ¿ahora estaba ahí?, y frente a ella, con unas hermosas rosas en sus manos, Emma había quedado paralizada.
- Cr... Creo que necesito que me pellizquen, ¿estoy soñando?_ dijo titubeando.
- Te pellizcaría, pero sé que te dolería, haré algo mucho mejor_ respondió Agustín, se acercó y le dio un beso en los labios, Emma reaccionó.
-¿cómo es que estás acá?_ dijo sorprendida.
- Sorpresa, ¿no te gusta? Parece que no te agradó que viniera_ comentó Agustín.
- Claro que me encanta verte, pero no supe nada de ti en estos días, te llamé y nunca respondiste, así que simplemente decidí dejarte atrás _ la sinceridad de Emma lo sorprendió.
- ¿O sea que ya me olvidaste?, ¿hice todo esto en vano?_ Emma negó enseguida.
- No es lo que realmente quise decir, solo que como te contacté tantas veces y nunca respondiste, deduje que ya nuestro momento había pasado, y era hora de pasar página, obviamente quería volver a verte, pero tuve que enterrar esa opción, ¿cómo es que ahora estás acá?_ le preguntó.
- todo es gracias a tu hermana, ella me ayudó en todo_ Emma se preguntó en qué momento ellos hablaron, todo el tiempo estuvieron juntas.
- ¿Pero en qué momento?_
- por teléfono, mi celular se dañó después de intentar comunicarme contigo la mañana en que te ibas de Murillo, alcance a hablar con ella, Pero me dijo que estabas dormida, le pedí que no te despertara, pero cuando colgué, iba tan distraído, que me tropecé y la pantalla de mi celular se hizo añicos, así que tuve que mandarlo a reparar, como no tuve tiempo, no lo hice hasta que llegue a Ibagué, de eso pasaron tres días, luego ya me puse en contacto contigo, pero al parecer tu tienes un contrato con la cama, cada vez que te llamaba, tu hermana es quien contestaba y tú estabas dormida_ explicó.
- Dios, que vergüenza _ dijo Emma.
- No te preocupes, y ya lo demás, le pedí ayuda para todo esto, preferí venir hasta acá, aprovechar el hermoso lugar, y ser tu primer recuerdo de este viaje y el último también _ La voz de Agustín se volvió más pausada y suave.
- Que bueno volver a verte_ Emma también suavizó su voz.
En ese momento sintieron el movimiento del Yate, Agustín tomó la mano de Emma y la guío hasta la parte frontal, allí pudieron apreciar la maravillosa vista que les estaba dando el Mar Caribe, el viento pegaba en sus caras, y el sol, aunque no estaba muy fuerte, lograba calentar sus pieles expuestas.
- ¿Es hermoso verdad?_ le pregunto Agustín, mientras la abrazaba por la espalda, Emma asintió.
- Gracias _ atinó a decir.
- Ven, vamos a almorzar, sé que es raro y fuera de lo común algo romántico a pleno medio día, pero no quería algo sencillo _ habló de la decoración.
- No te preocupes, me encantó _ él sonrió.