Angélica, una mujer fuerte y determinada de 40 años, ha enfrentado la adversidad con valentía. Pero cuando siente que ha perdido su motivación y las ganas de seguir luchando por salir adelante, un inesperado encuentro con un apuesto hombre llega para cambiar su destino.
Axel es mucho más joven que ella, pero aunque es arrogante y poderoso, a sus 25 años su pasión y devoción la hacen sentir viva de nuevo.
¿Podrá Angélica dejar atrás sus cicatrices y creer en el amor nuevamente?
Descubre esta historia de amor, desamor y mucha pasión, donde la edad no es un obstáculo para encontrar la felicidad.
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Capítulo Veintitrés
Aunque la respuesta que le dio Axel no le gustó, Angelica no demostró ningún disgusto, pero sí la frustró. Ella quería estar en el desfile y ver los hermosos vestidos que van a lucir las modelos.
Se despidió de Axel luego de miles de recomendaciones. Tomó su desayuno en el balcón y se asombró al ver en la primera planta del hotel una hermosa piscina. Así que con ese calor que estaba haciendo, decidió que iría allí un rato.
Se puso un hermoso vestido de baño, unas sandalias, un pareo, un sombrero y unas gafas oscuras. En un bolso echó su nuevo celular, bloqueador solar, una botella de agua que tomó del refrigerador y salió a divertirse.
En el área de la piscina había unas tumbonas y se sentó en ellas para asolearse un rato y se aplicó bloqueador solar.
—¡Oye, chico! —Angelica llamó a uno de los empleados de la piscina. —¿Me puedes aplicar bloqueador en la espalda, por favor?
—Claro, señora, con mucho gusto. —El chico le aplicó el bloqueador muy respetuoso. Es una clienta del hotel y él debe de atenderla de la mejor manera.
Axel en ese momento tuvo que regresar al hotel, pues necesitaba cambiarse de ropa; un percance con un café le manchó su impecable camisa. Así que al salir de la habitación y para ahorrar tiempo, pasó por el área de la piscina para ir directamente al estacionamiento donde lo esperaba su chófer.
Y no se imaginan lo que pasó, Axel vió a su musa acostada boca abajo en una tumbona con un chico aplicándole bloqueador en la espalda.
«¿Quién se atreve a tocar a mi mujer?», pensó Axel, muerto de la rabia y, rápidamente, como un toro embravecido, llegó al lado de Angelica. Con un gesto, hizo que el pobre chico huyera del lugar.
—Pero, niño, ¿por qué no me aplicaste bien el bloqueador? ¡Y quién diablos me está tapando el sol! —Angelica se voltea a ver quién osa bloquear la luz del astro sol. Y se alegra al ver que es Axel. —¡Eres tú, baby! Correte que me estás tapando el sol.
Angélica le decía coqueta y ni siquiera notó la cara de furia de su baby.
—Angelica, ¿qué estás haciendo aquí casi desnuda y dejándote tocar por ese mocoso? —Axel tiró su toxicidad y ahí ya Angélica vio a un furico Axelito.
—¿Que qué estoy haciendo? No, pues ando bordando un mantel para mi abuelita que no tengo. Obvio, me estoy bronceando y como no soy la mujer elástica para alcanzar mi espalda, le pedí el favor a uno de los empleados de la piscina que me lo aplique. ¿Acaso no puedo o qué? —Angelica lo desafió y sus miradas entraron en duelo.
Axel se quedó sin palabras. ¿Qué hacía el gran Axel Darko protagonizando una escena de celos? En ese momento su celular sonó.
📱Axelito, sos, sos.
📱¿¡Qué pasó!?
📱Ay, no me grite que me aturdes, mis oídos son muy delicados.
📱Habla Andreino Marisolio. En este momento no tengo paciencia para tus dramas.
📱Buaaaa. Ven, te necesitamos urgente. Es de vida o muerte.
Marisolio colgó la llamada y eso preocupó a Axel. «¿Qué pasaría?», pensó.
Debía irse, pero antes debía advertirle a la majadera que se fuera para la habitación. Aunque estaba seguro de que ella no le haría caso. No quedaba de más hacerle ver que estaba disgustado.
—Angelica, ¡vete a tu habitación! Cuando regrese del desfile, hablamos. —De verdad que el baby estaba bien enojado.
—Axelito, mi amor. Mira, te digo algo: aunque esté aquí por ti, tú no eres mi dueño. Ya tuve uno que lo fue porque se lo permití y juré que jamás un hombre iba a hacer de mí lo que quisiera. Así que voy a disfrutar de la piscina hasta que me vaya a almorzar porque así lo quiero. Y si no estás de acuerdo, me dices y ya mismo me regreso a Madrid. ¿Estamos de acuerdo, sí o no? —Axel no se esperaba una respuesta así de Angelica, así que suspiró antes de marcharse y le respondió:
—Haz lo que te dé la gana, pero cuando regrese tenemos que hablar muy seriamente. —Axel había decidido que estar con Angélica le hacía bien, pero debía poner algunas reglas en esa relación, pues así no quisiese, debía ser clandestina.
Salió del lugar para dirigirse al teatro a ver cuál era el problema que requería su presencia de manera urgente.
Y Angélica, del disgusto que le dio Axel, prefirió... meterse a la piscina y disfrutar de la calurosa mañana. Parecía una niña en el agua; amaba nadar. Era el único gusto que muy de vez en cuando se daba yendo a las piscinas públicas de Madrid. La última vez que fue, fue con sus amigas las pollitas antes de que el Paco la abandonara.
Luego sintió hambre; ya era más del mediodía, así que se fue a la habitación para darse un baño y se puso un fresco vestido blanco de hojarrota.
Bajó al restaurante. Allí un mesero muy amable la atendió.
—Buon pomeriggio, signora. Vi propongo il menu del ristorante. —El mesero le dijo en italiano: Buenas tardes, señora. Le ofrezco la carta del restaurante.
—¡Ay, ya valí madres, me voy a tener que quedar con hambre! ¿Qué diablos acaba de decir este muchacho? —Angelica pensó en voz alta, mientras le sonreía al mesero apenada.
—No se preocupe, signora, io hablo algo di spagnolo. —Angelica ya cambió su semblante al ver que va a poder almorzar. Luego recordó que está en un hotel cinco estrellas y el personal debe estar capacitado para hablar varios idiomas.
«Claro que tonta, el botones y el servicio a la habitación me hablaron en español», pensó asombrada.
—Joven, ¿y qué me recomienda del menú? —Si quería comer rico, esa era la pregunta mágica.
Y de esta manera, Angelica se deleitó con un almuerzo que jamás en su vida se había comido. Espaguetis a la boloñesa, con una deliciosa copa de vino blanco.
Luego del suculento almuerzo, Angelica se fue al centro comercial. Allí se compró un hermoso reloj y estuvo viendo vitrinas toda la tarde.
Luego le dieron un volante invitando a una feria de artesanos locales que el centro comercial del hotel estaba promocionando, así que fue y compró regalos para las hermanas Cruz, para Sandra y para Gio. Todo con la tarjeta dorada que le dio Axel.
Ya iba a regresar al hotel, cuando su nuevo celular empezó a sonar.
📱Ojos bonitos, ¿dónde estás?
📱Hola Marisolito. Estoy en el centro comercial, y ya voy para la habitación. ¿Por qué?
📱Ven a la recepción del hotel. Te necesitamos urgente.
Y dicho esto, Marisolio cortó la llamada. Angelica, al entender la premura con que la requería su nuevo mejor amigo, salió rápidamente hacia la recepción.
—Uy, llegaste rápido, ojos bonitos. Ven, acabo de activar el plan B. No puedes decir que no, sino partiras mi corazoncito. Y eso que no tengo, ay se me salió lo Andreino. Ya, Pinky y Cerebro, sal de mi cuerpecito. —Salieron al lobby y Marisolio hablaba más que un perdido cuando lo encuentran. Subió con Angelica a un auto que los estaba esperando y se dirigieron rápidamente al teatro.
—Marisolio, ¿qué hacemos aquí?