NovelToon NovelToon
La Casa Donde Aprendí A Odiarme

La Casa Donde Aprendí A Odiarme

Status: Terminada
Genre:Completas / Amor de la infancia / Autosuperación / Apoyo mutuo
Popularitas:1.4k
Nilai: 5
nombre de autor: VickyG

"La casa donde aprendí a odiarme" es una novela profunda y desgarradora que sigue la vida de Aika, una adolescente marcada por la indiferencia de su madre y la preferencia constante hacia su hermano. Atrapada en una casa donde el amor nunca fue repartido de forma justa, Aika lidia con una depresión silenciosa que la consume desde dentro. Pero todo empieza a cambiar cuando conoce a Hikaru, un chico extraño que, sin prometer nada, comienza a ver en ella lo que nadie más quiso ver: su valor. Es una historia de dolor, resistencia, y de cómo incluso los corazones más rotos pueden volver a latir.

NovelToon tiene autorización de VickyG para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 22: Lo que no se dice, también pesa

Los días se volvían más fríos. Las mañanas traían una bruma suave que cubría el barrio como una promesa de invierno anticipado. Aika caminaba hacia el colegio con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta, los ojos clavados en el suelo, y el corazón latiendo de forma extraña. No era tristeza. No era miedo. Era algo distinto. Una desconfianza que no sabía de dónde venía, pero que se colaba por las rendijas de sus pensamientos como el viento helado que se filtraba bajo la puerta.

Hikaru estaba a su lado, como siempre. Le hablaba de una película que quería que vieran juntos el fin de semana, le preguntaba por un examen de literatura, le hacía comentarios tontos para hacerla reír. Pero Aika no podía evitar sentir que algo en él había cambiado.

O quizá era ella la que estaba cambiando.

Desde hacía unos días, notaba que Hikaru se distraía con facilidad. A veces parecía perdido, como si pensara en algo que no quería compartir. Y aunque seguía siendo atento, presente, cariñoso… Aika no podía evitar preguntarse si todo eso era real, o si solo era su deseo de que lo fuera.

—¿Estás bien? —preguntó él de pronto.

Aika lo miró, con una sonrisa fingida.

—Sí. Solo estoy cansada.

Y ahí estaba la mentira. Porque no era solo cansancio. Era esa voz en su cabeza que preguntaba una y otra vez: ¿Y si no me ama de verdad? ¿Y si se da cuenta de que no valgo tanto como cree? ¿Y si... cambia de opinión?

Ella nunca había sido buena para aceptar amor. Y ahora que lo tenía, el miedo a perderlo le pesaba más que la ausencia.

En clases, Luna volvió a sentarse cerca de Hikaru. Con disimulo. Sin llamar demasiado la atención. Aika no lo vio con malicia. No pensó nada. Aún no. Pero su intuición, dormida, empezaba a despertar lentamente.

La incomodidad crecía como una planta enredadera, en silencio.

Esa tarde, Aika llegó a casa y se encontró a su madre en la cocina, cortando verduras. La saludó con un leve “hola”, sin esperar mucho a cambio, pero su madre esta vez la observó con más atención de lo normal.

—¿Saliste con ese muchacho otra vez?

Aika se detuvo en seco.

—¿Qué muchacho?

—No te hagas la tonta. El del colegio. El del que no paras de hablarle por mensajes. Hikaru, ¿no?

Aika sintió el estómago apretarse.

—Es mi amigo —respondió con voz seca.

Su madre soltó una risa sin humor.

—Amigo. Claro. ¿Y ahora los amigos se miran como tú lo miras a él?

Aika no contestó. Subió las escaleras más rápido de lo habitual y se encerró en su cuarto. Sabía que su madre no lo había dicho con ternura. No era una curiosidad inocente. Era una advertencia velada. Un juicio disfrazado de observación.

Se tiró en la cama y encendió su celular. Hikaru le había enviado un mensaje:

Hikaru: “¿Puedo llamarte más tarde? Hoy estoy algo liado con cosas de casa, pero quiero oír tu voz.”

Aika miró el mensaje con una mezcla de dulzura y desconfianza. Esa duda otra vez, mordisqueándole el alma.

¿Quería oír su voz? ¿O lo decía por compromiso?

No respondió de inmediato. Solo dejó el celular a un lado y se quedó mirando al techo.

Ella lo quería. Lo quería de verdad. Pero esa misma intensidad con la que lo amaba era la que la hacía sentir vulnerable. Él era su refugio, pero ¿y si ese refugio era prestado? ¿Y si lo perdía?

El amor, pensó, era un lugar hermoso... pero peligroso para quienes han vivido demasiado tiempo en la guerra.

Cuando su celular vibró de nuevo, lo tomó con manos temblorosas. No era Hikaru. Era Luna.

Luna: “Podemos hablar algún día tú y yo? Hay cosas que creo que no hemos aclarado después del viaje.”

Aika la miró sorprendida. Luna casi no le hablaba desde que regresaron de Italia. Esa súbita amabilidad solo alimentó sus dudas.

—¿Ahora sí quiere hablar? —murmuró para sí, sin saber qué hacer.

El día terminó con una llamada corta con Hikaru, donde todo pareció normal. Pero incluso en sus “te extraño”, Aika escuchaba un eco. Un espacio vacío. Un silencio no dicho.

La noche cayó, y ella se acurrucó entre las cobijas como si quisiera desaparecer. Pensó en su madre, en su hermano, en Luna. Pero sobre todo, pensó en Hikaru. Y en cómo, de pronto, algo dentro de ella ya no podía creer del todo en la seguridad de ese amor.

Y eso... dolía más que cualquier golpe.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play