Keren Lombardi, un hombre apuesto, rico y poderoso, cuya vida cambia drásticamente cuando es abandonado en el altar por su prometida. Traicionado y con el corazón endurecido, Keren jura no volver a creer en el amor. Su único objetivo ahora es satisfacer el último deseo de su abuelo moribundo: encontrar una esposa y asegurar el legado de la familia Lombardi.
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Capítulo 7
Emma se quedó inmóvil por unos segundos, procesando todo lo que Keren le había dicho. La propuesta resonaba en su mente como un eco constante. Casarse con él… ¿Cómo era posible que algo así fuera una opción? Su instinto le gritaba que se marchara de inmediato, que se alejara de Keren Lombardi lo más rápido posible, y eso fue exactamente lo que decidió hacer.
—No puedo hacer esto —murmuró Emma, levantando la mirada hacia Keren con una mezcla de confusión y determinación—. Lo siento, pero no.
Keren frunció el ceño; su expresión de desconcierto rápidamente se transformó en ira contenida. No estaba acostumbrado a ser rechazado, y mucho menos en una situación como esta, donde él creía estar haciendo una oferta generosa.
—Emma —dijo en un tono controlado pero peligroso—, no estás pensando claramente. Esto no es una decisión que puedas tomar a la ligera.
Ella retrocedió un paso, alejándose de él. Quería escapar de esa conversación, de la mirada penetrante de Keren, y de la enorme responsabilidad que él había colocado sobre sus hombros.
—Lo siento —repitió, sacudiendo la cabeza—. No puedo hacer esto. No soy esa clase de persona.
Me giró y comienzó a caminar hacia la puerta, pero no llegó muy lejos. Antes de que pudiera dar otro paso, sientió la mano fuerte de Keren que me tomó del brazo con firmeza, deteniéndome en seco. La fuerza del contacto me hizo voltear, mi respiración se aceleró al encontrarme cara a cara con él nuevamente.
—Emma —gruñó Keren, con los ojos fijos en los suyos—, piénsalo bien. No estás en posición de rechazar una oportunidad como esta. No te estoy ofreciendo algo a la ligera. Lo que te propongo te sacará de las dificultades. Asegúrate de no cometer un error que te cueste más adelante.
Ella lo miró, sintiendo la presión de sus dedos en su brazo, y por un segundo, el miedo y la frustración la inundaron. Sin embargo, en lugar de ceder, se armó de valor.
—No me puede forzar a esto —dijo ella, su voz temblando ligeramente pero con firmeza—. Yo decidiré lo que es mejor para mí.
Keren aflojó su agarre, y Emma aprovechó para zafarse. Sin decir otra palabra, salió de la oficina apresuradamente, dejando a Keren solo, furioso y con el ceño fruncido.
Emma en casa
Horas más tarde, Emma llegó a su casa, aún afectada por lo ocurrido. Entró y cerró la puerta con un suspiro pesado. Su hermana, Paula, estaba sentada en el sofá con su pequeña sobrina en brazos, meciéndola suavemente para que durmiera.
—¿Cómo te fue en el trabajo? —preguntó Paula, sin levantar la vista.
Emma se dejó caer en una silla cercana, apoyando la cabeza entre las manos.
—No te lo vas a creer… —murmuró, su voz rota por la mezcla de emociones que la envolvían—. Hoy pasó algo que no sé cómo procesar.
Paula frunció el ceño y la miró con preocupación.
—¿Qué sucedió? —preguntó, poniendo a la bebé en la cuna para prestarle toda su atención a su hermana—. ¿Tuviste problemas en el trabajo?
Emma levantó la vista, encontrándose con los ojos curiosos de su hermana.
—Es Keren Lombardi… —comenzó, tragando saliva antes de continuar—. Me hizo una propuesta. Una… locura.
Paula arqueó una ceja.
—¿Qué clase de propuesta?
Emma respiró hondo, tratando de ordenar sus pensamientos antes de contarle todo. Sabía que su hermana Paula, siendo tan protectora, no reaccionaría bien, pero no podía guardarse algo tan importante.
—Me pidió que me case con él —dijo Emma de golpe, dejando que las palabras cayeran como una bomba en la habitación.
Paula abrió los ojos de par en par.
—¡¿Qué?! —exclamó, levantándose del sofá—. ¡¿Cómo que te pidió que te cases con él?! ¿Estás hablando en serio?
—Sí —dijo Emma, asintiendo con la cabeza, mientras sentía que la realidad del día la abrumaba de nuevo—. Pero no es lo que piensas. No es un matrimonio por amor. Me ofreció un contrato, un acuerdo. Su abuelo está enfermo, y quiere verlo casado antes de morir. Keren… quiere que yo sea esa esposa, pero no hay sentimientos. Es solo un trato.
Paula se llevó una mano a la frente, caminando de un lado a otro, intentando procesar lo que su hermana le acababa de decir.
—Eso es… una locura, Emma —dijo finalmente, mirándola con preocupación—. No puedes aceptar algo así. ¡Ese hombre está tratando de manipularte! ¿Qué pasa si te atrapa en algo que no puedes controlar?
Emma bajó la mirada, luchando con la misma duda que la había estado carcomiendo desde que salió de la oficina de Keren.
—Lo sé, pero la oferta es tentadora, Paula. Nos daría la estabilidad que necesitamos. Tú sabes lo difícil que ha sido para nosotras desde lo que pasó con él —dijo, refiriéndose a su exnovio, el padre de su hija, sin mencionar su nombre.
Paula iba a responder, pero en ese momento escucharon un ruido detrás de ellas. Ambas giraron la cabeza al mismo tiempo, viendo a su madre apoyada en el marco de la puerta de la cocina, con una mano en el pecho, pálida como una hoja de papel.
—Mamá… —dijo Emma, poniéndose de pie de inmediato—. ¿Qué te pasa?
—Me duele… el pecho —murmuró su madre con dificultad.
El pánico se apoderó de ambas hermanas.
—¡Paula, llama a una ambulancia! —gritó Emma, corriendo hacia su madre y ayudándola a sentarse. ¡Rápido!
Paula sacó su teléfono y marcó con rapidez mientras Emma sostenía la mano de su madre, sintiendo cómo su corazón se aceleraba con el miedo. No podía perderla. No después de todo lo que habían pasado.
EL ENCUENTRO EN EL HOSPITAL
Horas después, Emma y Paula estaban sentadas en la sala de espera del hospital, ambas nerviosas y esperando noticias. La intervención había sido rápida, pero no sabían exactamente qué le había sucedido a su madre. Paula había logrado mantener la calma, pero Emma estaba temblando, temiendo lo peor.
—Va a estar bien —murmuró Paula, poniendo una mano en el hombro de su hermana.
Emma asintió, tratando de calmarse, pero en ese momento su mirada se desvió hacia la entrada del pasillo y vio una figura familiar caminando hacia ellas.
Era Keren.
Él no la había visto aún, pero estaba allí, acompañado de un hombre mayor en una silla de ruedas. Keren tenía una expresión seria, concentrada en su abuelo, que claramente estaba allí para algún tipo de tratamiento.
Emma sintió que su corazón se detuvo por un momento. ¿Qué hacía él allí? Intentó pasar desapercibida, pero el destino parecía tener otros planes. Justo cuando Keren iba a girar, sus ojos la encontraron, y ambos se quedaron congelados por un momento, mirándose en silencio.
El tiempo pareció detenerse. Emma no sabía si sentirse aliviada, molesta o simplemente resignada. Las circunstancias parecían forzar sus caminos a cruzarse de nuevo, incluso cuando ella trataba de huir de él.
Keren, sin embargo, no dijo nada. Solo la miró, con los mismos ojos fríos e intensos que la habían dejado intranquila en la oficina. Pero ahora, en el hospital, bajo esas luces blanquecinas y rodeados de la fragilidad de la vida, todo parecía diferente.
Emma se preguntaba si él volvería a insistir en su propuesta, o si el destino, de alguna manera, ya había empezado a entrelazar sus vidas sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo.