LA VETERANA: ¡NO ERES MI TIPO! ALÉJATE
María Teresa Andrade, dueña de una pequeña tienda de esencias naturales y exóticas para postres, lleva una vida tranquila tras diez años de viudez. A sus 45 años, parece que el amor es un capítulo cerrado...
Hasta que Marcello Dosantos, un carismático repostero diez años menor, entra en su vida. Él es todo lo que ella intenta evitar: extrovertido, apasionado, arrogante y obstinado. Lo opuesto a lo que considera "su tipo".
Es un juego de gato y ratón.
¿Logrará Marcello abrirse paso hasta su corazón?
María Teresa deberá enfrentar sus propios miedos y prejuicios. ¿Será capaz de rendirse a la tentación de unos labios más jóvenes?
¿Dejará de ser "LA VETERANA" para entregarse al amor sin reservas? O, como insiste en repetir: “¡No eres mi tipo! ALÉJATE”
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24. Nuevo negocio.
En la noche, María Teresa está frente al espejo de su habitación, desmaquillándose antes de recostarse.
Ha sido un día agotador; sus pies duelen y su cuerpo se siente tenso. Pero lo que realmente la tiene molesta es la actitud prepotente del Bombón de las Tinieblas, como ha decidido llamar al hombre que le ha robado unos cuantos suspiros.
Mientras aplica la crema facial, su ceño fruncido refleja su frustración. "¿Por qué tiene que ser tan idiota?", se pregunta.
Antes de recostarse, revisa su celular, que ha mantenido en silencio toda la tarde. Ve una cantidad alarmante de llamadas perdidas de Fermín. Suspira. Mañana se disculpará; ahora es demasiado tarde para hablar con él.
Curiosa, revisa los mensajes que su compadre le ha dejado:
— Fermín ✉️: María Teresa, ¿dónde quedó la mujer madura y centrada? Te comportas como una adolescente con ese par de idiotas y olvidas que siempre he estado a tu lado.
— Fermín ✉️: Espero que mañana tengas tiempo y me des una explicación. Y, por favor, deja de usar esa ropa tan atrevida. Por si se te olvida, eres una mujer mayor de 45 años. ¡Ubícate!
María Teresa cierra los ojos un momento, siente rabia, pero más que nada, decepción. Toma aire y responde con precisión quirúrgica:
— María Teresa ✉️: Fermín, agradezco tu preocupación. Pero como dices, soy una mujer adulta, así que te pido que dejes de tomarte atribuciones que no te corresponden. Me visto como se me dé la gana.
Presiona "enviar" y, sin dudarlo, lo bloquea. Por más que lo aprecie y lo respete como padrino de su hijo mayor, no permitirá que cruce esos límites.
***
En otro lugar de la ciudad
—Hola, vida —murmura Martín mientras se acerca sigilosamente a Charill, deslizando las manos por su cintura—. Dime, amor, ¿qué decisión has tomado? ¿Me vas a ayudar con el dinero para el nuevo negocio?
Charill, tensa bajo su toque, duda un instante antes de responder tímidamente:
—Amor, quisiera ayudarte, de verdad. Pero no sé cómo hacerlo. Mamá no tiene dinero. El apartamento que me dio lo vendí para tu proyecto anterior, y aún sigo pagando las cuotas de lo que quedaste debiendo.
Martín Ballesteros, de 27 años, piel trigueña, ojos cafés y delgado. Bajo su figura de 1.80 metros se oculta una personalidad violenta y cruel, un hombre sin oficio ni beneficio.
Siempre tiene un "nuevo negocio", una "gran idea", pero lo único que logra es estafar a su novia, atrapándola en un ciclo interminable de fracasos económicos que la tienen hasta el cuello de deudas.
Charill, hermosa y físicamente parecida a su madre cabello castaño, ojos color miel, estatura promedio y un cuerpo proporcionado.
A sus 23 años, hace lo que sea por complacer a Martín. Como diseñadora de modas, trabaja en una pequeña compañía que le paga muy bien, pero con tantos excesos de su novio no hay dinero que alcance.
Quiere dejarlo, lo ha intentado, pero el miedo a sus arranques y la dependencia emocional que ha desarrollado la detienen.
Las palabras de Charill encienden la furia de Martín, quien se aparta bruscamente empujándola y comienza a arrojar todo a su paso.
—¿Por qué te cuesta tanto apoyarme? Sabes que cuando este negocio dé frutos, tú también vas a beneficiarte —grita, con los ojos inyectados de ira.
Charill se estremece. Reconoce esa actitud. Sabe lo que vendrá. Desesperada, observa con la mirada la salida, lista para huir.
El apartamento está en alquiler, es pequeño pero acogedor. La cocina, de tipo americana, tiene una encimera que funciona como comedor, acompañada de tres sillas altas. En la sala, un pequeño sofá cama que Charill utiliza cuando la hermana de Martín viene de visita y se queda con la cama, dejándola a ella sin opción más Que dormir allí.
La recámara es muy reducida, apenas cabe la cama, un clóset incrustado en la pared y un pequeño baño privado. El espacio es limitado, pero Charill ha hecho lo posible por mantenerlo ordenado y cálido, aunque no se sienta como un verdadero hogar.
—Amor, tranquilo… Déjame, mañana hablaré con mamá o con Adrián para pedirles un préstamo —dice con voz temblorosa, retrocediendo lentamente hacia la puerta.
Pero Martín, se da cuenta de sus intenciones. Antes de que pueda reaccionar, asegura el pasador de la puerta y se abalanza sobre ella, tomándola del Cabello fuertemente.
—¡Me quieres ver la cara de estúpido! —grita. Sus ojos de color café arden con furia y sus manos la toman con fuerza del cabello arrastrándola hacia la recámara mientras ella suplica:
—¡No, te juro que no! ¡Por favor! —implora Charill, con lágrimas en los ojos, sintiendo cómo el miedo se apodera de su cuerpo una vez más…