Valeria Intriago y Esteban Miller son una pareja que parece perfecta, pero todo se derrumba cuando ella descubre que él la engaña con su mejor amiga, Camila García. Devastada, Valeria decide vengarse y comienza un juego peligroso de seducción con el hermano de Esteban, quien también tiene sus propios secretos oscuros.
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Verdades en la Oscuridad
El ardor del alcohol descendió por su garganta, pero no calmó su furia.
Valeria apretó los labios, mirando su reflejo en la ventana de su casa.
Estaba furiosa.
¿Furiosa con Damián por haberla ignorado?
¿O furiosa consigo misma porque ver a Damián con otra le había dolido más de lo que quería admitir?
Soltó un suspiro exasperado y sacó las llaves de su bolso.
Necesitaba dormir.
Olvidarse de esta noche.
Pero al cerrar la puerta detrás de ella, sintió que la rabia aún la quemaba por dentro.
"Maldito Esteban."
"Maldito Damián."
Se quitó los tacones y los lanzó contra la pared.
Lo último que necesitaba ahora era pensar en ese cretino que la había ignorado en aquel bar.
Pero, como si el destino se estuviera riendo de ella, sonó el timbre.
Frunció el ceño.
¿Quién demonios vendría a estas horas?
Se acercó con cautela y miró por la mirilla.
Damián.
¿Qué demonios hacía aquí?
Rodó los ojos y abrió la puerta con la intención de mandarlo al diablo.
—Lárgate.
Intentó cerrarle la puerta en la cara, pero Damián fue más rápido.
Metió el pie entre la puerta y el marco, impidiendo que se cerrara.
—No seas grosera, Valeria.
Con una sonrisa arrogante, empujó la puerta y entró como si la casa fuera suya.
—¿Te parece bien invadir mi casa? bufó ella, cruzándose de brazos.
Damián ignoró su indignación y se dejó caer en el sofá con una comodidad irritante.
—¿Me invitas un trago?
Valeria lo fulminó con la mirada.
—Te tomas uno y te vas. No quiero verte.
Sin esperar respuesta, caminó hacia la cocina y sacó una botella de whisky.
Sirvió dos vasos, se sentó frente a él y le deslizó el suyo con brusquedad.
Damián lo tomó con calma, como si no hubiera notado su hostilidad.
—Salud.
Bebieron en silencio.
El ambiente estaba cargado de tensión, pero Valeria no iba a ser la primera en hablar.
Si él había venido hasta aquí, más le valía tener algo importante que decir.
Y, al parecer, lo tenía.
Porque después de unos segundos de contemplar su vaso, Damián rompió el silencio.
—Esteban me robó algo hace años.
Valeria arqueó una ceja.
—¿Tu dignidad?
Damián soltó una risa seca.
—Ojalá solo hubiera sido eso.
Se inclinó hacia adelante y la miró directamente a los ojos.
—Se acostó con mi novia Sofía.
Valeria sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
No porque le sorprendiera.
Sino porque ahora entendía que la rivalidad entre ellos iba mucho más allá de lo que imaginaba.
—¿Sofia? preguntó, recordando el nombre que le había dicho Damián tu ex novia.
Él asintió, tomando otro sorbo de su whisky.
—Éramos felices. O al menos eso creía. Pero mientras yo trabajaba para construir un futuro con ella, mi querido hermano la tenía en su cama.
Valeria se quedó en silencio, sin saber qué decir.
Por primera vez, veía a Damián sin su máscara de arrogancia.
No era el hombre seguro y altivo que siempre parecía estar en control.
Esta vez, había un rastro de dolor en su voz.
—¿Lo descubriste tú? preguntó con cautela.
Damián apretó la mandíbula.
—Sí. Entré a su departamento sin avisar y los encontré juntos.
Valeria sintió un nudo en el estómago.
Imaginó la escena y sintió una punzada de empatía.
Sabía lo que era una traición.
Sabía lo que era confiar en alguien y que te destrozaran.
Pero lo que Damián dijo después la dejó helada.
—¿Quieres saber lo peor?
Hizo una pausa antes de soltar la bomba.
—Esteban no me pidió perdón. Ni siquiera se molestó en justificarse. Solo se rió en mi cara y me dijo que las mujeres vienen y van. No puedes enojarte por una cualquiera me dijo.
Valeria sintió que la rabia la invadía.
—Hijo de puta Esteban y tu ex.
Damián sonrió con amargura.
—No sabes cuánto me arrepiento de no haber visto lo que tenía frente a mis ojos. Sofía nunca me amó. Solo estaba conmigo porque le convenía. Pero cuando vio la oportunidad de estar con Esteban, no lo dudó.
Valeria tragó saliva.
Lo entendía demasiado bien.
Porque de alguna manera, su historia es la misma.
Con el mismo traidor de Esteban que la había engañado con su amiga Camila, y la herida aún estaba abierta.
—¿Y tus padres? preguntó en un susurro.
Damián rió, pero sin alegría.
—Siempre fue su favorito.
La amargura en su voz era palpable.
—Desde niños, Esteban era el niño perfecto. El hijo ejemplar. Y yo… yo siempre fui el reservado, el que no seguía las reglas familiares.
Valeria lo miró con atención.
Por primera vez, veía la otra cara de la moneda.
—¿Por eso lo odias tanto?
Damián sostuvo su mirada.
—No. Lo odio porque es un parásito y traidor. Porque nunca ha tenido que luchar por nada. Todo le ha sido dado en bandeja de plata. Y lo peor es que lo sabe, y lo disfruta.
Valeria sintió un escalofrío recorrer su piel.
Porque cada palabra de Damián tenía sentido.
Porque, en el fondo, sabía que tenía razón.
Esteban siempre había sido un manipulador.
Siempre había jugado con las personas a su alrededor.
Y lo peor es que ella había sido una de sus víctimas.
Pero no más.
Porque ahora, tenía algo que Esteban no se esperaba.
A Damián.
Y aunque aún no entendía qué era exactamente lo que sentía por él, sabía una cosa:
Iba a hacer que Esteban pagara.