La historia más cliché del año", así la describiría Carla... pero, ¿qué pasa cuando los villanos cuentan su versión?
pero ¿qué pasa cuando se ve desde los ojos de Kiara? Una joven obligada a comprometerse con el príncipe a los 15 años por decisión de su padre, quien en secreto ama al hombre con el que está destinada a casarse. Todo cambia cuando Marionela entra en escena. Su aparente dulzura esconde un lado oscuro que Kiara conoce de primera mano, pues es ella quien comienza a manipular al príncipe y convertir la vida de Kiara en un caos.
La gota que colma el vaso llega cuando Marionela, en un acto calculado, se envenena para culpar a Kiara. La supuesta villana es acusada injustamente, encarcelada y casi ejecutada, pero logra reducir su sentencia. Allí, en el calabozo, un golpe la despierta a su vida pasada y con ello, un propósito claro: cambiar su destino .
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capitulo 22_La fiesta del té
En el imperio de Xek , los rumores sobre el comportamiento de Anastasia no dejaban de circular. Su falta de respeto hacia la emperatriz Kiara durante la fiesta en honor a su regreso había causado una gran controversia. El hecho de que se refiriera a Kiara como “la señorita Lombardi” en lugar de su título imperial dejó en claro sus intenciones: no reconocía su posición.
Esto dividió a la sociedad de Xek. Por un lado, los nobles más conservadores, especialmente los jóvenes que admiraban a Anastasia, comenzaron a criticar abiertamente a Kiara. Comentarios como:
"¿Cómo alguien que fue exiliada puede ser emperatriz?"
"El emperador cometió un error. Anastasia debería ser la emperatriz."
Por otro lado, quienes apoyaban a Kiara no se quedaron callados:
"La señorita Anastasia no mostró respeto hacia nuestra emperatriz."
"La emperatriz Kiara ha demostrado ser mucho más digna que Anastasia".
Los rumores, los bandos y las tensiones crecían día a día, hasta que un evento aparentemente inofensivo sirvió como escenario para un enfrentamiento directo.
Una joven noble, Lady Evelyn, invitó a varias mujeres importantes del imperio a una fiesta de té en su mansión. Anastasia y Kiara fueron las invitadas de honor. La anfitriona, consciente de las tensiones, pensó que sería una buena oportunidad para suavizar las cosas entre ellas. Sin embargo, Anastasia tenía otros aviones.
Desde el momento en que llegó Kiara, acompañada por un par de damas de compañía y escoltas imperiales, Anastasia empezó su juego.
—Señorita Lombardi, qué gusto verla. — Dijo Anastasia, con una sonrisa que claramente no era sincera. No hizo ninguna reverencia, ignorando completamente el protocolo.
El salón quedó en silencio. Las demás damas intercambiaron miradas, claramente incómodas con la situación. Pero Kiara, siempre segura de sí misma, no mostró ni una pizca de molestia. Con una calma que helaría la sangre de cualquiera, respondió:
—Para usted soy la emperatriz, Lady Anastasia. Parece que no le enseñaron modales, porque cuando se está frente a la realeza, se debe hacer una reverencia. —
El comentario cayó como un rayo en el salón. Algunas mujeres apenas podían contener la risa, mientras otras miraban a Anastasia, esperando su reacción.
—Oh, pero claro, su... Majestad. — Anastasia finalmente hizo una pequeña reverencia, claramente forzada. —Me disculpo si mi saludo no fue de su agrado. Estoy acostumbrado a tratar con realidad de otros lugares, donde las formalidades son menos estrictas. —
Kiara no dejó que la excusa la intimidara.
—Curioso. En el imperio de Xek, respetamos las tradiciones. Quizás sus viajes le hayan hecho olvidar algunas cosas, pero estoy seguro de que con el tiempo se adaptará nuevamente. Después de todo, está de regreso en mi imperio. —
El énfasis en "mi imperio" dejó claro a todos en la sala que Kiara no iba a permitir ninguna falta de respeto. Anastasia, por primera vez, pareció quedarse sin palabras.
El control de la situación
El resto de la fiesta transcurrió con una tensión palpable. Anastasia intentó redirigir la conversación hacia temas menos polémicos, pero las demás damas no podían evitar comentar sobre el intercambio inicial. Una de ellas incluso se atrevió a decir:
—Es impresionante cómo la emperatriz mantiene el control en situaciones incómodas. Definitivamente, un líder digno. —
Kiara, aunque agradecida por el apoyo implícito, simplemente respondió con una sonrisa. No necesitaba decir más. Anastasia, por otro lado, estaba furiosa internamente. Había planeado usar esta ocasión para humillar a Kiara, pero todo había salido al revés.
Cuando terminó la fiesta, Kiara regresó al palacio, donde Ian la esperaba. Al entrar, él alzó una ceja al verla.
—Déjame adivinar: Anastasia intentó algo. —
Kiara dejó escapar un suspiro y sonriendo.
—Por supuesto que sí. Pero esta vez, creo que se le quedó claro quién manda aquí. —
Ian rió suavemente, acercándose para tomar sus manos.
—Sabía que podrías manejarla. Pero no olvides que no estás sola en esto. Si Anastasia sigue intentando causar problemas, me aseguraré de que lo piense dos veces antes de volver a faltar al respeto a mi emperatriz. —
Kiara sintió un calor en el pecho. Aunque no quería depender de nadie, la forma en que Ian la respaldaba la hacía sentir más fuerte.
—No te preocupes, querido. Esta reina no necesita que nadie la salve, pero siempre agradezco tener a un emperador tan confiable a mi lado. —
el rencor de Anastasia
Esa noche, Anastasia regresó a su mansión más humillada que nunca. Su rabia contra Kiara había crecido exponencialmente.
— ¿Cómo se atreve a hablarme así? Yo, que siempre fui considerada la mujer perfecta. Esa exiliada... esa... impostora. ¡No se saldrá con la suya! —
Mientras Anastasia maquinaba su próxima jugada, Kiara ya estaba pensando en cómo desmantelar cualquier plan que su rival pudiera tener. Para Kiara, el poder no solo se ganaba, sino que se defendía.
El juego entre ambas había comenzado, pero esta vez, Kiara no solo tenía la ventaja de la posición, sino también el apoyo inquebrantable del emperador. Anastasia no lo sabía aún, pero estaba luchando contra una reina que no solo sabía jugar, sino que siempre ganaba.