Juana María, una Dominicana que reencarnó en una de sus novelas favoritas, pero no puede creer que corrió con la mala suerte de reencarnar en la villana de la historia.
—No, no, en la villana no, en la villana nooo ¡Quiero ser la protagonista!
Grita en medio de la sala del banquete.
NovelToon tiene autorización de Gena Jim para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo:18
AMBER:
Luego de escuchar todo lo que tenía que decir esa tonta estoy casi dormida.
—Señorita Hillson, la quiero invitar personalmente a mi fiesta de té que estaré dando mañana, espero no falte y si puede llevar al archiduque, es más que bienvenido.
Ella se coloca en pies y yo hago lo mismo mientras tomo el sobre de sus manos.
—Haré lo posible para ir...
—Lo posible no señorita Hillson, vaya a mi fiesta de té, ya personalmente invité al príncipe, sería una grandiosa oportunidad para que hable con él.
Ella hace una perfecta reverencia y comienza a caminar a la salida, cuándo hago el intento de acompañarla por educación ella se gira con una sonrisa agradable.
—No hace falta que me acompañe, yo conozco el camino.
Se gira y continúa su camino mirando a todos lados sin dejar de sonreír.
—¿La protagonista se volvió loca?
Quedo algo descolocada... En la novela la protagonista no era así ¿Qué le habrá pasado?
Pienso por varios minutos, pero me levanto del mueble y camino hacia el despacho de mi padre.
—Letia.
La llamo.
—¿Si señorita?
—¿Mi padre está en su despacho?
—Así es mi señorita ¿Qué se le ofrece?
—Iré a hablar con mi padre... Encárgate por favor de preparar el té... Ya sabes de qué.
Ella asiente y se retira a la cocina.
Yo subo las escaleras y al llegar frente a la inmensa puerta toco.
—¿Quién es?
Escucho del otro lado de la puerta.
—Soy yo padre.
Menciono y a los pocos segundos la puerta se abre.
—¿Qué pasa pequeña? El idiota de Vicent hizo algo que no te gustaba, no te preocupes cancelaré el matrimonio de inmediato.
—No se trata de eso, padre... ¿Me dejas pasar?
Él se hace a un lado inmediatamente.
—Por supuesto, pasa y ponte cómoda.
Camino y tomo asiento en el lujoso sofá de cuero y mi padre toma asiento frente a mí.
—Sabes que puedes contarme todo ¿Verdad? Si ya no deseas casarte, solo dímelo y anulo el matrimonio.
Dice y yo alzo las cejas.
—¿Qué pasó entre ustedes? ¿Por qué has cambiado de opinión de manera tranquila drástica?
Mi padre suspira y me mira a los ojos fijamente.
—Princesa, dime algo... ¿El archiduque te ha tocado? ¿Se han besado a algo?
Su mirada fija me pone un poco nerviosa, pero me mantengo tranquila.
—Mi meta es llegar virgen al matrimonio padre, juro que no me he dejado tocar de nadie.
De pronto se escucha un fuerte rayo y yo brinco del susto.
—Oh, parece que va a llover.
Digo nerviosa y mi padre asiente algo extrañado.
—Así es, pero que alivio que no te ha tocado ni se hayan besado... Tampoco dejes que lo haga cuándo se casen.
Me siento algo incómoda hablando de este tema con mi padre, pero aun así, pregunto.
—¿Por qué no? Ya será mi esposo.
Mi padre niega.
—Si, pero será tu esposo falso, solo es un acuerdo para poder protegerte, en unos meses nos iremos a otro continente y jamás volveremos, no permitiré que te cases tan joven, aún eres mi bebé.
—Tengo veinte años.
Le recuerdo.
—Lo sé, pero me gustaría que vivas tu juventud sin compromiso, ya cuándo tengas treinta o cuarenta te puedes casar.
No digo nada y solo permanezco en silencio mientras lo miro que está pensativo.
—No, mejor no te cases, puedes vivir conmigo el tiempo que quieras.
Sonrío sin decir nada por unos largos segundos hasta que pregunto.
—Padre... ¿El archiduque es un lobo?
Mi padre me mira arrugando el ceño.
—¿Lobo? Por supuesto que no, ya te había dicho antes la naturaleza del archiduque.
Arrugo el ceño y trato de buscar en los viejos recuerdos de este cuerpo, pero no encuentro nada.
—¿Ya me habías dicho? No lo recuerdo.
—Estabas haciendo un berrinche cuando te conté, dijiste que como era posible que te comprometiera con un monstruo.
Abro los ojos más intrigada.
—Si no es un lobo ¿Entonces que es?
La curiosidad en mí es palpable y mi padre entrecierra los ojos.
—Es extraño ver tanta curiosidad en ti ¿Acaso te gusta el archiduque?
Al escuchar eso me ahogo con mi propia salida y comienzo a toser.
—Por supuesto que no, solo tengo curiosidad de por qué sus ojos se volvieron rojos.
—¿Sus ojos se volvieron rojos?
—Si, pero ese no es el tema, no le dé más larga, dime ¿Qué especie es?
Mi padre suspira antes de responder.
—Es un dragón legendario... Pero nada especial, solo escupe fuego y una que otras pequeñas cosas nada más.
Dice muy tranquilo y yo abro los ojos.
—¿Un dragón? O sea ¿Un dragón que vuela y escupe fuego como la película de Damsel?
Pregunto con mucha ilusión al imaginarme encima de un inmenso Dragón volador que escupe fuego y hace piruetas.
—¿Película de Damsel? ¿Qué es eso?
Pregunta mi padre confundido y yo le resto importancia.
—Descuida, no lo entenderías.
Digo mientras pienso en ese inmenso Dragón como mi mascota.
—¿Es mi imaginación o te gusta la idea del archiduque como dragón?
—Los dragones siempre me han gustado... ¿Crees que se puede convertir en mi mascota?
—¿Mascota? Amber, estamos hablando de un dragón poderoso y legendario, ni siquiera el mismo Vicent lo puede controlar.
—Oh.
Digo decepcionada cuándo escucho sus palabras.
—No te sientas decepcionada, tu padre puede hacer mejores cosas que él sin ser un dragón.
Mi padre se señala y yo sonrío colocándome en pies.
—Dejaré que continúes con tu trabajo padre, lamento haberte interrumpido.
—Nunca interrumpes hija mía.
Una sonrisa sincera se asoma en sus labios y yo hago una leve reverencia para luego marcharme.
El duque vuelve a su lugar de trabajo y cuando está concentrado en su papeleo, las puertas de su oficina se abren abruptamente.
—¿Es enserio?
Pregunta la duquesa con el rostro rojo y con un paño en la cabeza.
—No sé dé que hablas ¿Podrías explicarte? No soy adivino duquesa, además es una falta de respeto entrar a mi oficina sin tocar.
Habla el duque con un suspiro levantando la cabeza.
—Soy la duquesa, todo este lugar es mío, no tengo por qué pedir permiso para entrar a un lugar.
Dice con evidente furia y el duque arruga el ceño.
—Sal de mi oficina.
Habla en un tono frío y peligroso.
—No, no voy a salir de aquí ¿Qué significa esto?
La duquesa le muestra la solicitud de divorcio y Abel toma una larga respiración e implora paciencia.
—¿Eres ciega, no sabes leer?
Le pregunta cortante y la mujer explota destrozando el papel en pequeños pedazos.
—¡Nunca me voy a divorciar de ti! Me alegro de que el emperador te haya negado la solicitud maldito, eres un maldito.
Grita la mujer y el pobre hombre solo cierra los ojos rogando que esta pesadilla se termine pronto.