Lena, una joven que siempre ha sentido que es diferente, sin saber por qué. En la noche de su vigésimo primer cumpleaños, su vida da un giro inesperado cuando descubre que es la Luna destinada del alfa de la manada más poderosa de la región, un hombre llamado Aiden, conocido por su ferocidad y liderazgo implacable.Aiden, marcado por una profecía ancestral, ha esperado años para encontrar a su Luna, la única persona capaz de calmar la bestia dentro de él y traer equilibrio a su vida. Sin embargo, Lena no está dispuesta a aceptar su destino fácilmente. Mientras lucha por comprender y aceptar el vínculo que la une a Aiden, descubre que su conexión va mucho más allá del amor: está vinculada a un oscuro secreto que podría destruirlos a ambos.En medio de luchas internas, conflictos con otras manadas, y una amenaza que podría desencadenar una guerra, Lena debe decidir si está dispuesta a aceptar la marca del Alfa y el destino que le ha sido impuesto, o seguir su propio destino
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Capítulo 24 El Consejo de los Ancianos II
El eco de la declaración de Lena todavía resonaba en las paredes de la sala del Consejo cuando Marcus, con la ira ardiendo en sus ojos, pronunció sus últimas palabras:
"Esto no ha terminado. Hay cosas que ni siquiera tú comprendes, Lena. Pero pronto lo harás. Y cuando…
"Su voz se desvaneció en un susurro cargado de promesas oscuras, y Lena sintió un escalofrío recorriéndole la columna vertebral. El peligro en sus palabras era claro, pero ella no retrocedió.
Mantuvo su mirada fija en él, mostrándole que no tenía miedo, aunque en su interior la incertidumbre crecía.
Marcus era un hombre poderoso y astuto, y sabía que no dejaría pasar esta derrota tan fácilmente.
Aidan la tomó del brazo, acercándola a él. Lena sintió la calidez de su toque, el ancla que necesitaba para mantenerse firme en medio del caos que la rodeaba.
Sabía que no estaba sola en esto, y eso le daba la fuerza para enfrentar lo que viniera.
—Nos iremos ahora —dijo Aidan con voz firme, dirigiéndose al Consejo—. No tenemos nada más que decir aquí. Espero que consideren sabiamente lo que ha ocurrido hoy.
Los ancianos asintieron en silencio, aún impactados por lo que habían presenciado.
El poder de Lena había sido indiscutible, y Marcus, por primera vez en mucho tiempo, había sido desafiado públicamente y derrotado.
Pero mientras Lena y Aidan se alejaban, la tensión en el aire no disminuía.
Algo oscuro se cernía sobre ellos, algo que Lena apenas podía percibir, pero que sabía que vendría a reclamar lo que Marcus había prometido.
Cuando finalmente salieron de la sala, Lena respiró hondo, intentando calmarse. El día había sido largo y agotador, y sentía que cada músculo de su cuerpo estaba tenso, como una cuerda a punto de romperse.
Pero no había tiempo para relajarse. Todavía no.
—Debemos tener cuidado, Aidan —murmuró Lena mientras caminaban por el largo corredor de piedra—. Marcus no se rendirá tan fácilmente.—
Lo sé —respondió Aiden, su voz baja pero cargada de determinación—. Pero no dejaré que te haga daño. Ni a ti, ni a nuestros hijos.
Lena le dedicó una pequeña sonrisa, aunque sus pensamientos estaban lejos de ser optimistas. Sabía que Aidan haría todo lo posible para protegerla, pero también sabía que Marcus era más peligroso de lo que cualquiera de ellos podría imaginar.
Tendrían que estar preparados para lo que viniera. Sin embargo, antes de que pudieran llegar a la salida de la fortaleza, un sonido de pasos apresurados detrás de ellos les hizo detenerse.
Lena giró sobre sus talones, solo para encontrarse cara a cara con Serena. El rostro de Serena estaba contorsionado por la rabia, sus ojos brillaban con un odio que Lena no había visto antes.
—¡Tú! —gritó Serena, su voz resonando en el corredor—. ¡No te saldrás con la tuya, Lena!. –Aidan es mío, maldita perra –.
Antes de que Lena pudiera reaccionar, Serena la atacó, su mano voló hacia la cara de Lena con una fuerza inesperada.
El golpe resonó en el aire, y Lena sintió un dolor agudo en su cara cuando el golpe hizo que cayera al suelo.
Aidan dio un paso hacia adelante, pero Lena levantó una mano, deteniéndolo , se levantó limpiando se la nariz que sangraba por el golpe.
La furia se apoderó de Lena de una manera que nunca antes había experimentado.
Su loba interior, que había estado latente, se agitó, pidiendo ser liberada. Sus ojos, normalmente de un color cálido, se tornaron rojos, brillando con una intensidad que hizo que Serena retrocediera instintivamente.
Lena se irguió lentamente, su respiración pesada y su cuerpo vibrando con una energía que apenas podía controlar.
Pero en lugar de dejarse llevar por la rabia, canalizó ese poder en un solo movimiento. Con una velocidad y fuerza que ni siquiera Serena vio venir, Lena levantó su mano y lanzó un fuerte golpe que envió a Serena volando varios metros hacia atrás, estrellándose contra la pared de piedra.
Serena gimió de dolor cuando su cuerpo impactó contra la dura superficie. Se desplomó en el suelo, aturdida por la fuerza del golpe, su rostro enrojecido y su orgullo destrozado.
Lena se acercó lentamente, cada paso resonando en el corredor como el eco de un trueno.
Serena levantó la vista, con miedo y confusión en sus ojos, mientras Lena se detenía frente a ella.
—No vuelvas a meterte conmigo, Serena —dijo Lena, su voz baja pero cargada de poder—. No tienes idea de lo que soy capaz. Y si alguna vez intentas hacerme daño de nuevo, no seré tan indulgente.
Las palabras de Lena cayeron como una sentencia, y Serena solo pudo asentir, temblando de miedo.
Sabía que había subestimado a Lena, y ahora entendía que no solo estaba tratando con la compañera de Aidan, sino con una fuerza que no podía controlar ni comprender.
Lena retrocedió, su mirada aún fija en Serena, quien permaneció en el suelo, demasiado aturdida para moverse.
Aidan se acercó a Lena, preocupado por lo que acababa de presenciar, pero Lena lo miró con una calma que lo sorprendió.
—Vamos amor —dijo Lena, su voz ahora tranquila—. Tenemos que seguir adelante.
Aidan asintió, aunque su mente seguía procesando lo que acababa de ver.
Lena había mostrado un poder que no había visto en ella antes, un poder que lo llenaba de orgullo, pero también de una preocupación creciente.
Sabía que la marca del Alfa la había cambiado, y que con ese cambio venían desafíos que ambos tendrían que enfrentar juntos.
Mientras salían del corredor, Lena sintió que la rabia que había sentido comenzaba a desvanecerse, reemplazada por una extraña sensación de paz.
Pero esa paz era solo temporal. Sabía que lo que acababa de suceder era solo el principio de algo mucho más grande.
Serena no se rendiría, y Marcus estaba tramando algo que podría destruir todo lo que había construido con Aidan Cuando llegaron a la entrada de la fortaleza, Lena respiró profundamente, permitiéndose un momento para absorber la calma de la noche.
Pero en su interior, la loba todavía estaba agitada, y Lena sabía que tendría que aprender a controlarla, a equilibrar ese poder si quería sobrevivir a lo que estaba por venir. Aidan la abrazó, y Lena se permitió relajarse en sus brazos por un breve momento.
Pero incluso mientras sentía el consuelo de su toque, sus pensamientos estaban lejos.
Sabía que Marcus y Serena no serían los únicos desafíos que enfrentarían. Había algo más, algo más oscuro que acechaba en las sombras, esperando su momento para atacar.
Lena levantó la vista hacia el cielo, donde la luna llena brillaba con una intensidad inquietante.
Sabía que el camino que tenían por delante sería peligroso, pero también sabía que no estaba sola. Con Aiden a su lado, y la fuerza de la marca del Alfa en su interior, estaba lista para enfrentar lo que fuera necesario para proteger a su familia.
—Estamos juntos en esto, Lena —murmuró Aidan, como si hubiera leído sus pensamientos—. No importa lo que pase, te protegeré. Te lo prometo.
Lena asintió, sintiendo una oleada de gratitud y amor por el hombre que estaba dispuesto a enfrentar cualquier cosa por ella.
Pero en su interior, también sabía que tendría que aprender a protegerse a sí misma, y a los hijos que llevaba en su vientre.
La guerra no había terminado. Apenas estaba comenzando. Pero Lena estaba lista, más lista que nunca.
Con la marca del Alfa como su guía, y su loba interior despertando, estaba preparada para enfrentar cualquier cosa que el destino le pusiera en su camino.Y esta vez, no permitiría que nadie la detuviera.