Ella sabia que no era lo correcto pero quería olvídarlo. Un noche ¿Que podría suceder?
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Dulce Hogar
Se encontrada en la casa de su madre, Rocío recordaba los juegos de su infancia y podía conversar con su madre sobre su trabajo y las cosas que le habían sucedido. Claro que no todo fue mencionado. No podría decirle a su madre que se acostó con un desconocido que la llevó al paraíso.
Solo de pensarlo sonreía sola.
- Ahora que hemos conversado de todo un poco. Quería mencionarte que en la esquina de la tienda, hay una nueva librería. Se que te fascinan las historias. Deberías ir.
- Me estas echando.
- No para nada pero si vas a la librería y te gusta seguro que vendrías más a menudo.
Su madre sonrió. La conocía muy bien y sabía lo que le gustaba.
Se cambió de ropa. Uso unos pantalones cortos que mostraba su hermoso cuerpo y un suéter manga corta, zapatillas. Se dirigió a la librería. Cuando llego se asombro la cantidad de libros que se encontraban en el lugar.
- Mi madre tenía razón. Sabe lo que me gusta.
En la librería había varios lugares para sentarse a disfrutar de la lectura. Busco un libro que le llamó la atención y encontró el lugar ideal para leer. Era una esquina alejada frente de una ventana. Quedo sumergida en la lectura.
De pronto una voz llamo su atención. Era Dante que conversaba con una joven, muy bella sobre todo.
- ¿Quién será aquella mujer? Es hermosa, me imagino que es su novia.
Rocío se sentio un poco celosa y no sabía por qué.
- ¿Por qué estoy tan molesta?
Inesperadamente, Dante giro la mirada hacia donde estaba ella. Se despidió de la mujer y camino hacia Rocío.
Rocío que había quedado inmóvil cuando cruzaron mirada. Agacho rápidamente la cabeza avergonzada.
- Hola Rocío, que coincidencia encontrarte aquí.
- Lo mismo digo.
Toda enrojecida. Dante se sentó junto a ella.
- Te molesta que me siente aquí.
- No, para nada.
- Había venido a comprarle un libro a mi hermana, y me sorprendió mucho verte aquí. Como te vi, le dije a mi hermana que se fuera, que nos veríamos en la casa.
- ah, es tu hermana.
- Sorprendida
- Muy hermosa tu hermana.
- Tenemos a quien salir.
Dante sonrió coquetamente.
- ¿Te gustas los libros?
- No, pero ver a alguien disfrutar de los libros me gusta.
Rocío se ruborizó nuevamente. Hoy estaba Dante cautivador con sus palabras. Quedo en silencio unos minutos. Dante se quedó observándolo mientras leía.
- Así que te gusta lo romántico.
- No siempre, pero últimamente me interesa mucho.
- ¿Vives por estos lugares?
- No para nada. Mi madre vive muy cerca de aquí. Así que hoy la vine a visitar y me recomendó venir a ver esta librería. Te gustaría ir a conocer a mi madre. Bueno te presentaré como mi amigo, no como mi jefe. Digo si es posible
- Claro, sería un honor conocer a la madre de mi amiga.
Rocío compró el libro y ambos salieron de la librería sonriendo. Cuando llegaron al lugar, la madre de Rocío estaba haciendo un poco de café, porque le encantaba.
- Hola madre, este es mi amigo Dante.
- oh, pero que hombre tan guapo y elegante.
- Mucho gusto, es un placer.
La madre de Rocío, no le pregunta nada a Dante y le sirvió una taza de café.
- El que no le gusta el café, no puede ser amigo de mi hija.
- Por supuesto que me gusta.
Rocío sonrió y la madre río a carcajada.
- Es bueno saberlo.
Se quedaron conversando hasta muy tarde. Pero ya la madre de Rocío estaba agotada.
- Puede quedarse a dormir si gusta. Ya es muy tarde, y volver a su casa sería un fastidio.
Arriba hay una sola habitación y es la de Rocío ella le puede dar un colchón y ponerlo cerca de la cama de Rocío.
- Madre como puedes decir eso.
- Bueno las dos son adultos y amigos. No creo que dormir en la misma habitación les moleste.
La madre de Rocío sonrió nuevamente y se dirigió a su cuarto. Ambos la desearon las buenas noches y quedaron en la sala un rato más.