Cira, Princesa Cautiva

Cira tiene diecinueve años, es una belleza cautivante de cabellos negros, ojos verdes y piel luminosa, existen más de uno que quiere pedir su mano, pero el rey de Belgeun su hermano, convertido en rey hace un año, tras la muerte de su padre, ha negado completamente todos los requerimientos matrimoniales; ella no les ha dado importancia porque ninguno de los pretendientes eran de su agrado.

...Princesa Cira de Belgeun...

Ella es hija del antiguo rey y una madre desconocida, con derecho a vivir cómodamente en el palacio, pero sin ninguna propiedad que le permitiera tener autorización para hablar en el concejo real; sin eso ella jamás tendrá permiso para casarse por su propia cuenta.

Cira se ha mantenido serena ante la idea de estar encerrada en su lujosa prisión en el palacio de Belgeun, porque teme que descubran cuál es su origen; ese que oculta con especial cuidado y que la conecta con una raza que se considera extinta, prácticamente una leyenda, llamada "demonios de fuego".

Ella tiene que ocultar sus grandes poderes, porque podría desatar el miedo de los seres mágicos de la comunidad mágica de los reinos de Hurmaya y verla como una enemiga común a destruir; así que solo utiliza sus poderes mágicos relacionados con la sangre real de Belgeun que tiene, por el lado de su padre.

Cira está mirando el reino desde el balcón de su habitación, solo tiene algo en su corazón que quiere calmar, esa necesidad de encontrar a su hermana mayor, lo que sabe de ella es que se llama Bosszú y que es una demonio de fuego completa, pero hay que traspasar un portal, que con todo su poder no lo ha logrado, como si existiera una fuerza más poderosa de ella que se lo impidiera.

Lo que desconoce Cira, es que su madre con los últimos poderes lanzó un hechizo de protección para que no pueda ser rastreada por los Senmorta, que son los seres que ahora habitan en las que fueron sus tierras, que mantienen cautivas a sus mujeres y matan a sus hombres.

El sonido de la puerta al abrirse, la saca de sus pensamientos, los siervos anuncian el ingreso de su hermano Huai, rey de Belgeun. Cira hace la reverencia real, y el monarca indica que los dejen solos.

El rey Huai de Belgeun tiene treinta y cinco años, cabello negro y ojos marrones, antes de la muerte de su padre, ya tenía una esposa y dos concubinas; al convertirse en monarca, incrementó el número de concubinas y agregó amantes a su lista; parecía necesitar demostrar que era un conquistador; aunque en el fondo, su concubina favorita es quien gobierna sus pensamientos, no sabe que es una Senmorta encubierta, que quiere tomar la corona.

...Rey Huai de Belgeun...

El rey de Belgeun solo lleva a su hermana, cuando en una negociación quiere parecer agradable e inteligente, Cira posee una habilidad que el monarca desconoce, agradarle a las personas y lograr que confíen en ella, pese a que al principio llega con esa imagen de seriedad que comentarios mal intencionados le han hecho ver como un témpano de hielo, tal vez confirmada erróneamente por su falta de amigos (provocado por el encierro de su hermano después de la muerte de su padre, quien no supo dejarla protegida ante su intempestiva muerte).

Cuando la princesa Cira ayuda a su hermano a concretar una negociación recibe como recompensa tener libertad para salir a pasear fuera del palacio, y eso es algo que ella aprecia mucho; así que siempre termina aceptando lo que le pide.

- "¿No necesitas algo más en esta habitación?", preguntó Huai; realmente no le agradaba su hermana, la veía como un peligro para su corona, así que necesitaba tenerla bajo su control, por eso siempre se negaría a que ella algún día pudiera contraer nupcias.

- "No, Su Majestad está bastante cómoda", respondió Cira.

- "Que bueno. Tengo que hacer un viaje a Pallango, y me gustaría que me acompañes, aparte del rey, participará el conde de Gao, es bastante joven e impulsivo, no quiero perder la paciencia con él; necesito que lleguemos a una buena negociación, tú eres particularmente buena en eso, y como eres joven, podrás llegar a él más fácilmente", expresó el rey de Belgeun.

- "¿Qué tendré a cambio?, Su Majestad. Creo que un paseo, no será suficiente esta vez", manifestó Cira, necesitaba probar otras cosas y esa ayuda a su hermano podría servirle.

- "No juegues conmigo, soy muy condescendiente, no se te olvide con quién estás tratando", comentó el rey, no le gustaba negociar con ella; odiaría tener que deshacerse de ella, porque siempre obtiene buenas negociaciones, pero detesta ser contrariado.

- "No se me olvida, debería escuchar qué quiero, y tal vez lo tomaría con más calma", dijo Cira con una sonrisa.

- "Mientras no sea casarte con alguien que no apruebe, no voy a dejar que la sangre real de Belgeun se esparza por cualquier lugar, y se mezcle con cualquier gente, nosotros somos místicos, hijos de los mismos dioses, estas tierras son su hogar", manifestó el rey con soberbia.

- "Simples mortales, Su Majestad, somos simples mortales, si fuéramos hijos de los dioses, nos libraríamos de la muerte, pero tranquilo, solo quiero algo sencillo. Un espacio en el palacio, para flores de todos los lugares y mascotas, es bastante aburrido este lugar. Además, sabe que uso mis métodos para convencer a las personas, y deberá confiar en lo que tenga que hacer esta vez", expresó Cira con una sonrisa; necesitaba abrir portales y las flores servian como medios perfectos para ello.

- "Bien, concederé tu deseo; convence al conde de Gao del negocio, y tendrás lo que me has pedido", dijo del rey para luego retirarse.

Cira sonrió, necesitaba descubrir cuál de las flores podría ayudarla a abrir el portal que necesitaba para encontrar a su hermana, y necesitaba un animal de quien copiarse y poder desplazarse libremente, sin que noten que es ella. Lo que no sabía ella, era que ese viaje a Pallango la llevaría a conocer a alguien por quien querría salir de esa pasividad en la que había aceptado vivir.