Sinopsis de Cruel Verdad Mathew Wells llevaba una vida tranquila y reservada hasta que un mensaje inesperado de Alec Moon, su antiguo compañero de secundaria y ahora famoso cantante, desata un peligroso juego de emociones. Lo que comienza como un romance lleno de ilusión rápidamente se convierte en una red de mentiras, manipulación y venganza. A medida que ambos caen en el oscuro abismo de sus propios secretos, el amor y el odio se entrelazan en una lucha donde nadie es quien parece. En el mundo de Cruel Verdad, la mayor traición puede venir del corazón… ¿hasta dónde llegarías para conocer la verdad
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Capítulo 18: Raíces Profundas
Después de la intensidad de sus promesas bajo el cielo toscano y el simbolismo del anillo, Alec y Mathew continuaron su viaje con una sensación renovada de propósito. Ya no estaban solo recorriendo el mundo; estaban plantando las primeras semillas de una vida juntos. Sus días se llenaron de pequeños rituales que, sin darse cuenta, comenzaron a formar las bases de su relación.
Desde cada desayuno compartido en alguna terraza soleada hasta las caminatas al atardecer entre campos de lavanda, su vida se volvió una sucesión de momentos que reflejaban la paz y la estabilidad que ambos habían anhelado durante tanto tiempo.
Pero la paz externa y el amor que habían encontrado entre ellos también trajo consigo una revelación inesperada: ambos comenzaron a pensar en lo que vendría después de este viaje. En algún momento, las maletas se guardarían y los billetes de avión dejarían de tener destino. ¿Dónde echarían raíces? ¿Qué lugar podrían llamar “hogar”?
Una tarde, mientras exploraban una pequeña bodega de vinos en el corazón de la Toscana, Mathew tomó la mano de Alec y lo miró a los ojos, con la seriedad de alguien que estaba a punto de hacer una pregunta importante.
“Alec, ¿alguna vez has pensado en dónde te gustaría establecerte? No hablo de ahora mismo, pero… a futuro.”
Alec sonrió, comprendiendo de inmediato el peso de la pregunta. “¿Sabes? Durante mucho tiempo, pensé que no tenía un lugar al que quisiera llamar hogar. Me movía constantemente, tratando de escapar de mis propios fantasmas. Pero, ahora que estamos juntos, siento que el lugar importa menos que la compañía. Podría estar en cualquier lugar del mundo, siempre y cuando estés conmigo.”
Mathew sonrió, sintiendo cómo una cálida sensación de pertenencia lo envolvía. Pero aún así, ambos sabían que la pregunta tenía una respuesta más profunda.
“Me gusta la idea de un lugar como este,” continuó Alec, mirando alrededor, hacia las colinas doradas y los viñedos interminables. “Un lugar donde el ritmo de vida sea tranquilo, donde podamos construir algo a nuestro propio paso. La Toscana… o algo parecido.”
Mathew asintió, imaginando una vida donde ambos pudieran establecerse, construir una casa llena de luz y paz, donde pudieran cultivar su propio jardín y ver los frutos de su vida juntos. La visión era sencilla, pero contenía todo lo que ambos necesitaban.
Esa noche, mientras cenaban bajo las estrellas, Alec propuso una idea que sorprendió a Mathew.
“¿Y si probamos vivir aquí por un tiempo?” dijo Alec, con una chispa de entusiasmo en su mirada. “Al menos hasta que sepamos si realmente es lo que queremos.”
La idea de establecerse en un lugar como la Toscana no era algo que Mathew hubiera considerado antes de este viaje, pero ahora, con Alec a su lado, todo parecía posible. Ambos acordaron alquilar la pequeña casa rural en la que se habían hospedado, transformándola en su hogar temporal.
Pasaron los meses adaptándose a una vida más estable y sencilla. Mathew comenzó a colaborar en la bodega de vinos donde solían pasear, aprendiendo sobre los procesos de fermentación y cosecha, mientras que Alec se unió a un taller de cerámica en el pueblo cercano, redescubriendo una pasión que nunca había explorado. Cada día, ambos se sumergían en una rutina que, lejos de ser monótona, los enriquecía, permitiéndoles construir algo concreto y tangible.
Con el tiempo, se ganaron el respeto y el cariño de los habitantes del pueblo. Eran vistos como “la pareja de extranjeros” que había decidido echar raíces en un lugar donde el tiempo parecía pasar más lento y la vida se construía de pequeños detalles.
Un día, mientras Mathew trabajaba en la bodega, el dueño, un hombre mayor llamado Antonio, lo llamó a un lado.
“Mathew,” comenzó Antonio, con una sonrisa paternal. “He notado que tú y Alec han encontrado un hogar aquí. A veces, el destino nos lleva a lugares inesperados, pero creo que ambos han encontrado su lugar en esta tierra. Si alguna vez consideran comprar un terreno, quiero que sepan que tengo una pequeña parcela en la colina que ya no uso. Estaría encantado de vendérsela.”
Mathew, sorprendido y profundamente conmovido, le agradeció a Antonio por su generosidad. Cuando llegó a casa esa noche, le contó a Alec sobre la propuesta de Antonio.
“¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?” preguntó Alec, visiblemente emocionado pero queriendo estar seguro de que ambos estaban en la misma página.
Mathew asintió, sin dudarlo. “Alec, he estado esperando este momento toda mi vida, sin saber que lo estaba esperando. Quiero construir un hogar contigo, un lugar que sea solo nuestro. Creo que estamos listos para dar ese paso.”
Con una mezcla de emoción y nerviosismo, ambos acordaron visitar el terreno al día siguiente. Al llegar a la colina donde se encontraba la parcela, quedaron maravillados. Desde allí, podían ver los campos dorados de la Toscana extendiéndose en todas direcciones, y en el horizonte, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos rosados y naranjas.
Alec tomó la mano de Mathew y susurró, “Creo que este es nuestro lugar.”
Con esa decisión, ambos comenzaron a planificar cómo construirían su hogar. No buscaban una mansión ni un edificio imponente; querían algo sencillo, lleno de luz, con grandes ventanas que permitieran ver las estrellas y un jardín donde pudieran plantar sus propios olivos y flores.
Los siguientes meses fueron un torbellino de decisiones y preparativos, pero también de satisfacción y esperanza. Cada ladrillo, cada azulejo que elegían juntos era un símbolo de su compromiso, una promesa de amor y estabilidad que ambos habían encontrado el uno en el otro.
Finalmente, el día en que la casa estuvo terminada, invitaron a Antonio y a algunos amigos del pueblo para celebrar. Era una noche cálida, y todos se reunieron bajo el cielo estrellado, compartiendo risas, vino y palabras de cariño.
Alec miró a Mathew en medio de la celebración, sus ojos brillando con una mezcla de orgullo y amor. “Lo logramos,” susurró, entrelazando sus dedos con los de Mathew. “Este es nuestro hogar.”
Mathew lo miró, sintiendo cómo su corazón se llenaba de gratitud y dicha. “Sí, Alec. Este es el lugar donde comenzamos nuestra vida juntos.”
Bajo las estrellas de la Toscana, rodeados de amigos y de un amor que había crecido más fuerte con cada desafío, Alec y Mathew comprendieron que habían encontrado algo que iba más allá de un simple hogar. Habían encontrado paz, propósito y, sobre todo, el tipo de amor que podía resistir cualquier sombra y florecer en cualquier lugar.
La dirección que le diste a la historia me gustó, les diste la oportunidad de acercarce y enamorse, aprender lo que era el verdadero Amor y la confianza de tener a la persona especial, que comprende y ayuda a mejorar la forma de ser!!
Autor@ te felicito, es un gran trabajo. El Amor es un sentimiento, que muy pocos logramos encontrar y entenderlo y valorarlo, cuesta mucho trabajo y alegría y unas veces mucho dolor!!!
Espero encontrar más trabajos tuyos, tienes mucho talento e inspiración, pero sobre todo, Amor por tu trabajo!!!