De Regreso a Mis Días de Escuela

Clarissa y Calvin estaban viendo la televisión juntos cuando Carlo llegó al apartamento.

¡Clic!

Carlo, que ya se sabía la contraseña del apartamento, pudo entrar fácilmente. Entró directamente a la sala de estar.

"Eh... ¿Por qué ya estás en casa, hermano?", preguntó Carlo al ver a Calvin sentado junto a Clarissa.

La voz de Carlo interrumpió a Clarissa y Calvin, que estaban absortos en la televisión.

"Qué fastidio", dijo Calvin, volviendo a concentrarse en la pantalla de televisión frente a él.

"¿Qué están viendo? ¿Por qué parece tan interesante?", preguntó Carlo mientras se sentaba junto a Clarissa. En este momento, Clarissa estaba flanqueada por sus dos hermanos mayores.

"Mira y no preguntes tanto", dijo Calvin sin apartar la vista de la televisión.

"Es cierto lo que dice el hermano Calvin. La película casi termina. En un momento terminará", dijo Clarissa, confirmando las palabras de su hermano mayor.

Carlo ya no respondió. Siguió a sus dos hermanos que estaban absortos en la televisión. Resultó que estaba en la parte más emocionante.

"La historia es realmente genial", dijo Clarissa cuando terminó la película.

"Así es. Ahora tengo hambre. ¡Busquemos comida afuera!", dijo Calvin, tocándose el estómago hambriento.

"De acuerdo. ¿Qué tal si vamos al café favorito de Carlo? No está lejos de aquí".

"¿Qué dices, hermana?", le preguntó Calvin a su hermana menor.

"Estoy de acuerdo con lo que sea. Lo importante es que mi estómago esté lleno".

"Bien, entonces. ¡Vamos!", dijo Carlo con entusiasmo.

"Espera, hermano. Voy a buscar mi chaqueta en la habitación".

"Yo también".

Luego, sin esperar la aprobación de Carlo, ambos se dirigieron a sus respectivas habitaciones.

Clarissa se arregló el cabello atándolo en una coleta. Luego se cambió de ropa por una más decente.

Después de estar lista, Clarissa salió de su habitación. Sus dos hermanos ya estaban esperando afuera.

"Te tardaste mucho, hermana. Dijiste que solo ibas a buscar una chaqueta", protestó Carlo al ver a Clarissa acercarse a ellos.

"Así son las chicas. El hermano Carlo tiene que aprender a ser paciente antes de conseguir una esposa. Quién sabe, tal vez la esposa del hermano tarde más en prepararse que Clarissa".

"¿Por qué...?"

"Ya basta de discutir. ¡Mejor vámonos ahora o se hará tarde!"

"¡Entendido!", respondieron Carlo y Clarissa al unísono.

Los tres salieron del apartamento. Carlo los llevó al lugar donde solía pasar el rato con sus amigos.

Resultó que el café al que se dirigían era el mismo café donde se reunían Bella y sus amigos.

Afortunadamente, Bella y Aurora se habían ido, solo quedaban Rangga, Steven y Baim. Los tres todavía se resistían a irse de allí.

"¿No es esa Clarissa?", preguntó Baim al ver a Clarissa y a sus dos hermanos mayores entrar al café.

Aunque ya sabían que Clarissa tenía dos hermanos mayores, los tres nunca los habían visto en persona. Rangga y Steven también miraron en la dirección que indicaba Baim. Resultó que lo que dijo Baim era cierto. Los tres se preguntaban quiénes eran esos dos hombres que estaban con Clarissa.

Las sillas a las que se dirigía Clarissa con sus dos hermanos estaban junto a la mesa de Steven. Steven miró hacia otro lado para que no se dieran cuenta de su presencia. Lo mismo hicieron Rangga y Baim.

Como esperaba, Clarissa no se dio cuenta de que Steven estaba sentado no lejos de ella.

"¿Qué van a pedir?", preguntó la camarera del café que se acercó a ellos.

"Yo quiero chicken fingers, gyudon y té de leche", dijo Clarissa mientras leía el menú que tenía delante.

"Lo mismo", dijeron Carlo y Calvin al unísono.

"¿No van a tomar café, hermanos?", preguntó Clarissa mientras miraba a sus dos hermanos mayores alternativamente.

"No, no quiero pasar la noche en vela", respondió Calvin.

"Es cierto lo que dijo el hermano Calvin".

"Eso es todo, señorita".

"Está bien... Esperen un momento, por favor", dijo la camarera amablemente.

La camarera los dejó. Mientras esperaban que llegara la comida, conversaron.

En la mesa de al lado, Steven, Rangga y Baim se dieron cuenta de que esos dos hombres eran los hermanos de Clarissa. Pero se confundieron, ¿no había dicho Bella que Clarissa estaba de compras con su madre?

"¿No quieres volver a casa, hermana? Llevas más de una semana viviendo en el apartamento del hermano Calvin".

¡Ah!

Una vez más, las palabras de Clarissa sorprendieron a Steven y a sus dos amigos. Resultó que Clarissa no vivía en la misma casa que Bella. No podían creer que Bella les hubiera mentido.

"No quiero, hermano. Es mejor vivir en el apartamento", respondió Clarissa con calma.

"Está tranquilo, hermana... No estás en casa. Especialmente porque el hermano Calvin tampoco vuelve a casa", dijo Carlo, tratando de persuadir a Clarissa para que volviera a casa.

"¿De verdad el hermano Carlo se alegra de ver a papá enojado todos los días? Es una pena, hermano. Especialmente porque papá tiene antecedentes de presión arterial alta". Clarissa dio una razón bastante sensata.

"Tú te dejas provocar tan fácilmente por Bella. Ya sabes que papá quiere mucho a esa niña".

¡Ah!

"¿Por qué papá no es como antes, hermano?", preguntó con tristeza.

"Ya basta... Debes saber que papá tiene una gran responsabilidad de cuidar de esa niña. Especialmente porque solo nosotros somos sus hermanos aquí".

"Clarissa lo sabe, hermano. Pero ahora Cla está muy lejos de papá. Todo es Bella". Clarissa dijo eso con los ojos comenzando a llenarse de lágrimas.

Calvin y Carlo no sabían qué responder. Lo que dijo Clarissa era cierto.

La camarera llegó con sus pedidos. No hubo más conversación mientras comían.

"¿Vienes aquí a menudo, hermano?", preguntó Clarissa cuando la camarera los había dejado.

"No muy a menudo. A veces mis amigos me invitan a pasar el rato aquí. No te preocupes por el sabor. Te garantizo que te volverás adicta", respondió Carlo sinceramente.

"¿En serio?"

"¿No me crees? Solo pruébalo".

Clarissa comenzó a meterse una cucharada de gyudon en la boca.

"¿Qué tal?", preguntó Carlo, pidiendo la opinión de Clarissa.

"Delicioso... Sabroso... El condimento también es perfecto, pero..."

"¿Pero qué?"

"No es lo suficientemente picante".

"Puedes agregarle salsa de chile, hermana, no es tan complicado".

"Ya basta... Terminen de comer. Para que podamos volver a casa rápido".

"¿Por qué volver a casa, hermano?", protestó Clarissa, negándose a aceptarlo. Planeaba invitar a sus dos hermanos a jugar primero.

"Tengo trabajo que hacer, hermana", explicó Calvin.

"Está bien, entonces", respondió Clarissa con tristeza.

"No te pongas triste. Si no tengo mucho trabajo, jugaremos juntos más tarde", persuadió Calvin suavemente.

"¿De verdad?", preguntó Clarissa con los ojos brillantes.

"Lo prometo".

"¡No se olviden de invitarme!", dijo Carlo, advirtiéndoles.

"¡Genial...!"

Clarissa estaba muy feliz. Un deseo simple pero que hacía feliz el corazón.

Steven y sus dos amigos tampoco dijeron nada. Estaban absortos en sus propios pensamientos.

Después de que terminaron de comer, Calvin invitó a sus dos hermanas a irse a casa.

Al llegar al apartamento, Clarissa entró directamente a su habitación. Lo mismo hizo Calvin. Mientras que Carlo tuvo que conformarse con dormir en la sala de estar.

Al día siguiente, Clarissa se levantó muy temprano. Después de lavarse la cara, fue directamente a la cocina. Cocinó arroz y también preparó la guarnición.

En realidad, no era una guarnición lujosa. Solo hizo judías salteadas, tortilla y salsa de soja con chile. Clarissa había comprado todos esos ingredientes con Rendi en ese momento.

El aroma de la comida de Clarissa se extendió por toda la habitación. Carlo, que estaba durmiendo profundamente, se despertó de inmediato.

Con los ojos medio cerrados, Carlo caminó hacia la cocina. Pero su somnolencia desapareció de inmediato al ver a Clarissa ocupada con los utensilios de cocina.

"¿Estás cocinando, hermana?", preguntó Carlo mientras se acercaba a Clarissa.

"No... Estoy cantando. Ya sabes que estoy cocinando, ¿por qué sigues preguntando?"

"Para que sea más formal".

"¿Para qué?"

"..."

"Debes estar confundido sobre cómo responder", se burló Clarissa.

"¿Quién dice que ya me he rendido? Yo..."

"Qué ruidosos son en la cocina por la mañana. ¿Qué están haciendo?"

"Viendo a Cla cocinar, hermano".

"¿Puedes cocinar, hermana? ¿Desde cuándo?", preguntó Calvin repetidamente.

"¿Eh? ¿El hermano Calvin no sabe que esta niña sabe cocinar?"

Calvin negó con la cabeza al escuchar la pregunta de Carlo. Realmente no sabía que su hermana menor era talentosa.

"Solo para que lo sepas, ¡los pasteles hechos por Clarissa son muy deliciosos!"

"Vaya... ¿Por qué no lo sabía, hermana?"

"No escuches lo que dice el hermano Carlo. Mi comida es normal".

"Está bien, entonces. Lo probaré más tarde en el desayuno. Ahora me voy a duchar primero". Después de eso, Calvin salió directamente de la cocina.

"¡Yo también me quiero duchar, hermano!", gritó Carlo tan pronto como Calvin entró en su habitación.

"Usa mi habitación primero. Además, todavía estoy cocinando", dijo Clarissa, dando un consejo.

"¡Está bien!"

Después de cocinar, Clarissa lo colocó sobre la mesa del comedor. Mientras esperaba que su hermano mayor se preparara, también lavó todos los utensilios de cocina que había usado.

"Listo, hermana", dijo Carlo, que ya había salido de la habitación de Clarissa.

"¡Está bien!"

Clarissa salió de la cocina y entró en su habitación. Después de eso, preparó el uniforme que iba a usar. Luego entró al baño.

Con el nuevo uniforme, Clarissa parecía diferente de los días normales. Si antes la falda que usaba llegaba por encima de la rodilla, ahora llegaba hasta los tobillos.

"¡Perfecto!"