La nobleza de Susan Fontaine era demasiado, tanto que por las relaciones familiares y el bienestar de su padre, ella le propuso casarse a Arturo Lacronte, el Presidente de la Multinacional más importante de la Región y prometido de su hermana, la dulce niña por cariño a su padre le propuso estar casados durante un año y es que una de las razones es que Arturo Lacronte según su madre no puede enojarse con la familia Fontaine de lo contrario sus empresas desaparecerán. El padre de Susan estaba muy enfermo, un infarto lo había dejado en cama, todo por descubrir a su hija mayor envuelta con su amigo que bien podría ser su padre, incluso Gabriela Fontaine se había escapado con su amante tres días antes de su matrimonio con Arturo Lacronte, pero Susan no podía permitir que su padre sufra más, por ende ella llegó a un acuerdo con Arturo Lacronte, por supuesto la familia había ocultado del poderoso hombre la verdadera razón por la cual se convertirá en la noble esposa del Presidente.
NovelToon tiene autorización de Charles Herebia para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPÍTULO 24
— Recuerdo que te he dejado en claro que vamos a cumplir con el tiempo estipulado en el contrato de matrimonio que tenemos - Arturo se acarició los labios, aquella acción era estimulante para cualquiera, Susan se sintió nerviosa ante él por supuesto que recuerda las palabras de su marido.
— Pero si no nos íbamos a divorciar, yo solamente me iba, así tú cumples con el contrato.
— ¿Sabes qué me estás haciendo muy infeliz? - Arturo la miraba profundamente. — y tienes que contentarme.
— ¿Cómo se supone que yo voy a lograr eso? Yo solamente quiero mi libertad.
— No - la respuesta era contundente.— Con cada intento tuyo que dejarme, de escaparte de mi es un mes más al contrato, ya van como 3, ojo con lo que haces Susan.
— No puedes hacer eso, estás lastimando a la mujer que amas y.
— Yo puedo hacer lo que a mí se me plazca, los asuntos de nuestro matrimonio están en mi poder, entonces yo hago y deshago lo que quiero de ella.
— Arturo - Susan estaba por agregar algo más cuando el hombre la interrumpió.
— No me pongas tu carita de cachorro, porque conmigo no funciona eso.
— ¿Cómo llegaste hasta aquí? - Susan siempre es consciente de que con Arturo nada se puede.
— La villa y sus alrededores me pertenece, entonces salir de ahí solamente es posible si yo lo permito - Se acomodó un mechón de cabello rebelde para agregar algo más- tenemos 3 días para nuestra luna de miel.
— Arturo, ¿estás bien? - Susan no lo entendía en lo absoluto.
— Solo disfruta y no me des dolor de cabeza - La mujer suspiró, pequeñas gotas de lluvia empiezan a caer, Arturo le hizo un gesto con la mano y ella entendió que debía de entrar.
El yate era espacioso, tenía cierta calidez, Arturo se había puesto a leer, mientras Susan se había puesto a pensar en su hermana nuevamente, aquello le dolió en el corazón, miro al hombre que tenía por delante, Arturo era demasiado apuesto, entendía el temor de Gabriela de perderlo, todas las mujeres de Londres lo querían para ellas.
Cuando habían llegado a destino, una fuerte tormenta los había recibido, rápidamente la pequeña cabaña en donde se quedarían los acoge, la lluvia siguió por varias horas más, cuando Susan tomó la decisión de prepararse un chocolate, sintió unas manos firmes puestas en su cintura, percibió la fragancia única de Arturo.
— Arturo ¿Qué estás haciendo? - la voz de Susan salió un poco temblorosa.
— Estoy acariciando a mi esposa - la voz del hombre también se escuchaba distinta, y por primera vez aquella noche, incluso recordando las lágrimas de su hermana, Susan sintió que su corazón late desenfrenadamente, sentía la respiración caliente de Arturo en su nuca, su barbilla se posó por encima de su cabeza.
— ¿Quieres chocolate?. — Arturo había sonreído al escuchar lo expresado por Susan y aquella sonrisa generó una sensación de cosquilleo en ella.
— Te quiero a ti - Arturo la hizo darse la vuelta, sus miradas se habían encontrado, ambos se perdieron en el verde de aquellos ojos, y sin previo aviso Arturo la beso, un beso fuerte que hizo gemir a la mujer, cuya resistencia cada día que pasaba era menos, bien Arturo ya lo había dicho, su cuerpo era traicionero, el hombre sin cortar el beso la colocó por encima de la pequeña encimera.
— No hagas esto hoy - Expuso Susan con la voz entrecortada.
— Me has hecho infeliz hoy nuevamente, ¿qué vas a darme a cambio?.
— Lo que quieras, pero no me pidas esto hoy - Susan agachó la cabeza, Arturo la abrazó con fuerza, el oído de Susan se pega al pecho del hombre y la mujer claramente pudo escuchar los latidos de su corazón, fue allí que Susan cayó en cuenta de que en este juego peligroso ella y su hermana pueden salir lastimadas, porque si suelta las riendas de su corazón y su demonio ella puede caer en la tentación del coqueteo de Arturo, ella también puede terminar enamorándose de él.
— ¿Quieres muchos hijos? - La pregunta de Susan estremeció al hombre, Susan lo sintió ponerse rígido, ella pensó que aquella mención le trae malos recuerdos de sus sueños con Gabriela.
— ¿Por qué preguntas eso? - Arturo no había mirado a la mujer, pero ella sentía que sus manos se volvieron frías.
— Solamente pregunto - Susan respondió.
— Si quería muchos hijos, pero aquello hoy es un poco difícil, es prácticamente imposible - Susan no entendía el significado de aquellas palabras, incluso pudo sentir un poco de dolor en aquella expresión.
— ¿No quieres chocolate? - Susan cambió de tema, ella se estaba percatando de que aquel tema de conversación parecía doler al hombre.
— Siempre y cuando no tenga veneno para que nuevamente intentes de huir, lo aceptó - Fue la respuesta de Arturo.
— ¿A dónde podía ir? Ya me has dejado en claro que nada ocurre sin que tú lo sepas - Susan le dio la espalda y buscó otra taza, cada movimiento de la mujer había quedado a vista de Arturo.
Fueron días tranquilos, Susan se había dedicado a disfrutar de aquella maravilla, hoy era el último día, Arturo no había tenido intimidad con ella, pero si la había invitado a dar varias vueltas alrededor del bosque, veían las estrellas y la luna, de día él tenía algunas conferencias mientras ella cocinaba.
— Es hermoso, debemos de tomarnos una fotografía juntos - La voz y la proposición de Arturo la habían asustado, estaban en una pequeña colina, por detrás se observaba un paisaje hermoso, y Arturo había sacado la fotografía.
— Oh, salió perfecta - Susan tenía los ojos brillantes, definitivamente Arturo todo lo hace bien, sus manos acarician la pantalla del celular.
— ¿Quieres tener una cita conmigo hoy? - la propuesta de Arturo, esta vez si la estremeció, ella quiso negarse, pero en el fondo descubrió que la compañía de Arturo era agradable.