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El Reino De Los Engaños

El Reino De Los Engaños

Status: En proceso
Genre:Amor en la guerra / Secretos de la alta sociedad / Pretendiendo ser otra persona / Romance
Popularitas:708
Nilai: 5
nombre de autor: Gianna Viteri (gilover28)

El Rey Arturo y su hermana de sangre, Neferet, compartieron un amor prohibido que dio origen a dos gemelas. Para ocultar su romance ilícito y evitar el castigo de sus padres, idearon un plan desesperado: Neferet se llevó a una de las niñas, mientras Arturo confió la otra a una madre adoptiva, una princesa de un reino lejano. Dieciocho años después, las gemelas han crecido en mundos separados, ignorando la existencia de la otra. Pero cuando el destino las cruza, una cadena de secretos, mentiras y traiciones sale a la luz. En El Reino de los Engaños, nada es lo que parece...

NovelToon tiene autorización de Gianna Viteri (gilover28) para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 11

Irina

La mujer desconocida me guió hasta un puente que jamás vi en mi vida. Confieso que estaba temblando mucho hasta que ella soltó mi mano y bajó la capa que cubría su rostro. Al hacerlo, vi a una mujer adulta muy elegante y que llevaba una sonrisa torcida en el rostro. Ella solo bufó y me dijo:

—Irina...Me encantaría decir qué  bueno es verte jovencita, pero no es la mejor ocasión para ello —Sonrió con un poco de amabilidad y eso hizo que me confundiera un poco más.

—¿Qué quiere de mí? ¿Para qué me ha traído a un lugar que no conozco? —La encaré con el poco de valor que me quedaba, pues el miedo era más grande.

—No me he presentado antes ti y ha sido un error mío, perdóname querida —Rió y dio un paso al frente, inmediatamente yo retrocedí uno— Soy Ingrid de Mónaco, la esposa del rey Arturo.

Fruncí el ceño al escuchar el nombre del rey al que mi madre visitó días atrás. Con que el hombre tenía una esposa, bueno era lógico al ser un rey.

—Veo que no necesito presentarme ante usted debido a que ya sabe mi nombre y procedencia, según lo ha demostrado momentos atrás —Mencioné con molestia— Ahora, me encantaría saber la razón de su visita —Le dije con sarcasmo.

—Soy muy fanática del sarcasmo querida así que sé cuándo alguien lo usa —Indicó y me encogí de hombros—En realidad, quiero saber algo.

—¿Y ese algo es...? —Suspiré, juro que no entendía las intenciones de la llamada reina.

—¿Por casualidad has visto algo extraño en los últimos días? ¿Un par de chicos elegantes y jóvenes tal vez? No me molestaría que me dijieras solamente la verdad.

Enarqué una ceja y me di cuenta que se refería a la chica que es idéntica a mí en casi todos los sentidos. Ingrid no tenía ninguna buena intención por lo que consideré, unos segundos después de pensarlo con rapidez, ella tenía algún tipo de relación con la otra muchacha y que además, podría saber algo respecto a eso. Pensé en decirle la verdad absoluta, sin embargo tampoco me permitiría confiar en ella.

—Reina Ingrid...No debería confiar en usted al apenas conocerla hace unos momentos ¿No lo cree así?

—Soy una persona de confianza —Sonrió, y noté que fue algo fingido, aquello me hizo darme cuenta que no tenía por qué contarle lo que vi días atrás.

—No se preocupe por nada, no he visto a nadie —Traté de mentir y lo logré, supongo.

La reina se mantuvo en silencio dirigiendo su mirada hacia el piso por más de veinte segundos. Imaginé que ella se iría luego de saber mi respuesta, pero me equivoqué. Se acercó a mí con ira y me sujetó del cuello causando que mi capacidad para respirar correctamente se redujera.

—Escúchame Irina —Su mirada fría y penetrante me hizo temer por un instante— Si no me dices si has visto a esa chica, te mataré aquí mismo.

—También podría matarla si me daría una buena razón —Solté una carcajada al ver su rostro lleno de confusión— Soy muy buena lanzando flechas ¿Sabe? y también lo soy sin ellas. Se equivocó si pensaba que me asustaría con sus tontas amenazas, le pido que vuelva por el mismo camino que la trajo hasta aquí y no vuelva a molestarme mientras siga viviendo ¿Entiende o necesita que le vuelva a explicar de nuevo?

—Eres una maldita infeliz Irina —Negó moviendo la cabeza de un lado a otro —Qué bueno que no te llevé en mi vientre, qué bueno que no fue a ti a quién tuve que criar como mi hija.

Sus palabras hicieron que miles de preguntas se crearan en mi cabeza en un misero segundo ¿Acaso acababa de decir que la mujer que vi días pasados si que es idéntica a mí? ¿O es que sólo soy yo haciéndome ideas muy tontas?

—Usted...Acaba de decir que lo que vi aquel día no fue una mentira ni una ilusión. En verdad vi a una mujer muy parecida a mí ¿Es así, reina? ¿Lo es? ¡Ya dígame!

—Mis palabras son completamente ciertas Irina —Asintió lentamente mientras se soltaba de mi fuerte agarre y me empujaba lejos— Ya que lo sabes, te recomiendo que te mantengas callada por siempre, no sería muy de mi agrado matarte cruelmente.

—Si usted piensa que se irá así nada más tiempo después de confesar algo tan increíble...Créame, que se está equivocando reina —Comenté volviendo a acercarme a ella— Ya que me ha dicho tal cosa, ojalá sería tan valiente cómo para continuar contándome la verdad detrás de todo.

—Eres hija del rey Arturo, el mismo que gobierna este enorme y agradable reino. Yo soy su linda esposa, por lo que vendría siendo tu madrastra —Rió y eso bastó para saber cuánta maldad podía caber en su corazón.

—Con que hija del dichoso rey Arturo...Eso explicaría por qué necesito esconderme de todas las personas —Respondí al encontrarle lógica a sus recientes palabras— Me conozco a mí misma y no soy ese tipo de persona que cree en un desconocido, no obstante, sus palabras tienen bastante sentido y no lo puedo negar. Entonces, según lo que he entendido, tengo una hermana a la que usted hace criado como su hija a pesar de que esta no lo sea.

—Eres una persona sumamente inteligente Irina, fuiste capaz de captar todas mis palabras y llegar a una conclusión demasiado bueno, que es acertada en su totalidad. Tienes una hermana gemela, que vive en el castillo y a quién he criado durante toda su vida.

—No sé si tengo que agradecerle por confesarme algo tan grave, que no le debería de importar, por cierto, u odiarla por haber arruinado el concepto de vida que tenía hasta hoy en la mañana ¿Usted qué cree debo hacer o sentir?

—Dame las gracias por serte sincera querida Irina, tienes que hacer eso porque es lo que está bien.

—Hay algo que no me ha quedado tan claro como todo lo demás...

—Dime, querida.

—¿Mi hermana gemela sabe que existo o de igual forma ha vivido bajo una mentira?

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