Tras la muerte de su padre, Violeta se enfrenta a una desgarradora decisión: regresar a la casa que heredó de él y lidiar con la última esposa de su padre, una mujer perversa que la someterá al dolor y la inseguridad. La convivencia con esta mujer, quien busca imponerse en la vida de Violeta, se tornará un infierno.
En medio de esta difícil situación, un ángel de carne y hueso se cruza en el camino de Violeta, alguien que no revelará sus verdaderas intenciones hasta que ella no sienta amor verdadero. ¿Podrá Violeta encontrar la fuerza para superar sus miedos y abrir su corazón al amor? ¿O sucumbirá ante la maldad que la rodea?
Esta es la historia de una joven que lucha por encontrar su camino en medio de la adversidad, una historia llena de emociones, secretos y un amor que lo cambiará todo.
Con gran admiración a todas las románticas que aman leer sobre: amor, emoción, algo de tragedia y misterio, intento regalarles una lectura que me encantó hacer y emocionarme junto a Violeta
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No te conozco
Máximo se plantó frente a ella, mirándola mientras se acurrucaba, abrazando sus rodillas contra el pecho. "No sé qué problema crees tener conmigo, pero si voy a trabajar aquí, será mejor que mantengamos las distancias.
No te conozco y no me gusta que me acosen. Además, no creo que quieras perder la oportunidad de que el único ingeniero en la zona trabaje aquí", le dijo con una mirada fría y distante.
Vita lo mira enfurecida por su soberbia y por hacerla sentir tan avergonzada y humillada. Ella sabe perfectamente quién es, pero ¿por qué rayos no se acuerda de mí? Se paró y le dijo: "¡Sí te conozco y tú también a mí!". "No, lo siento, no te conozco". Vita, acercándose a él, le dice: "Permíteme hacer algo", y levanta las manos para tocar su rostro, pero este se aleja. "¿Qué haces?", le pregunta. Ella le asegura que no va a lastimarlo, a lo que Máximo se ríe y le responde: "Aunque quisieras, no podrías hacerlo, soy el doble de tu tamaño". "Está bien, por eso déjame comprobar una cosa". Se acerca de nuevo a él, levantando las manos y las coloca en su rostro, luego cierra los ojos sintiendo la barba que antes, en su sueño, había sentido.
"Ahora sí estaba totalmente convencida de que era él. Una lágrima se deslizó por su rostro, pero Máximo se separó de ella. "Lo siento, tengo trabajo que hacer. Solo quería pedirte que mantengas tu distancia mientras trabaje aquí, gracias". Y así, simplemente, se fue.
"¡Algo pasa, Eric está ahí dentro, lo sé! Primero aparece en mis sueños, cambia de cuerpo al de este sujeto, pero este sujeto no me conoce. No puede ser Eric, él jamás me trataría así. O quizás estoy perdiendo la poca cordura que me queda".
Vita se pasó el día sentada en el porche de su casa, observando a lo lejos a Máximo. Necesitaba respuestas.
Cansada del desprecio de Máximo, decidió ir a leer a su rincón favorito del campo, pero descubrió que el arroyo que pasa cerca del final de su propiedad tenía más caudal de agua. La curiosidad la invadió y empezó a caminar a la orilla del arroyo, atravesando alambrados y pasto alto. De repente, a unas dos calles, encontró una pequeña fuente, ¡una vertiente!
"Admirada por el tesoro que encontró, comenzó a explorar el lugar. Le encantó con solo verlo. Era inexplicable ver esa maravilla allí, en medio de la nada... No había construcción alguna, todo estaba en completo abandono. Se sentó junto a las rocas que la rodeaban y cerró los ojos para escuchar el sonido del agua brotar. Era mágico y relajante, tanto que se quedó dormida. La despertó un ruido, pero no supo qué era. Se puso en pie y, volviendo a la casa, vio un camino hecho de huellas que no siguió porque pronto iba a oscurecer.
Cuando llegó, se cruzó con Máximo, que estaba de salida. Sin siquiera mirarla, pasó a su lado y la saludó: "Hasta mañana"
¡Qué descortés es! ¿No se da cuenta de que soy mujer o es un idiota por naturaleza? gritó al entrar a la casa. Esther se da vuelta ante el susto y ve a Eduardo y a Vita pasando a un lado. "Iré a ducharme", dijo Vita. Ambos se miraron extrañados. Al parecer, Vita está pasando por algún tipo de cambio. No recuerdo que haya sido malcriada de pequeña. ¿Por qué lo es ahora? preguntó Esther a su marido, enarcando una ceja.
La cena fue tranquila, sin embargo, se limitaron a hablar de cosas sin importancia. Más tarde, Vita miraba el horizonte tratando de hallar respuestas a sus preguntas. Sin conseguirlo, se acostó y durmió diez veces mejor que en los últimos días.
Al día siguiente, se prepara para desayunar. Al entrar a la cocina, Esther ya tenía el desayuno listo. Se sienta y justo en ese momento entra Eduardo acompañado de Máximo. Esther le sirvió el café a Vita y a Eduardo. Cuando iba a servir a Máximo, este se pone de pie y se niega: "No, Esther, por favor, permítame servirme yo. No acostumbro a ser tratado como rico. Y con la edad que tengo, ya sé hacerlo solo. Su hija también está grandecita, debería dejar que lo haga ella", remarca la frase mirando a Vita. Esta lo miró con desprecio y dijo: "Permítame aclararle algo, Máximo, ya que le gusta hablar sin saber. En efecto, yo soy rica, y puedo...", seguía diciendo cuando es interrumpida: "Sí, claro, no era una pregunta. Que lo es, se nota con solo verla caminar. No me acuse de insolente solamente por decir la verdad", le dijo tomando la taza de café y saliendo de la casa.
"¡Uy, me está volviendo loca!", dice Vita en voz alta, a lo que Máximo la oye y, sin girar, levanta la taza en alto como dando un saludo.
