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Acordes De Papel

Acordes De Papel

Status: En proceso
Genre:Romance / Yuri / Ídolo / Celebridades / Amor-odio / Pareja destinada
Popularitas:4.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Paula Vidal

Luna Vega es una cantante en la cima de su carrera... y al borde del colapso. Cuando la inspiración la abandona, descubre que necesita algo más que fama para sentirse completa.

NovelToon tiene autorización de Paula Vidal para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 4: Un Gesto de Cortesía

Jennifer la observa en silencio.

Ya no intenta detenerla. Sabe que cualquier palabra rebotará en ese muro de resistencia que Luna ha levantado con los años. Así que simplemente suspira, aprieta los labios y vuelve la vista al frente.

Entonces, a través de la ventanilla, Luna se queda fija en un edificio que aparece como un fantasma del pasado: una pequeña cafetería, con el letrero gastado y los ventanales empañados por la mañana fría.

Casi no lo cree.

Había estado allí con su padre una sola vez, mucho antes de que la fama lo devorara todo. Una parada fugaz, apenas un recuerdo difuso de risas y olor a café. Y, sin embargo, sigue en pie. Como si se negara, igual que ella, a desaparecer.

El alcohol y la rabia en el pecho hacen su parte cuando dice: 

—No voy a aparecer en esa rueda de prensa.

Jennifer pisa el freno y el coche se orilla bruscamente contra la acera. Gira hacia ella, incrédula.

—¿Qué estás diciendo?

—Que no me apetece ir —responde Luna, hundiéndose en el asiento, cruzando los brazos como una niña caprichosa.

—Luna... —Jennifer la mira con esa mezcla de preocupación y rabia contenida—. Eso solo va a provocar...

—¿Y qué más da lo que provoque? —Luna la interrumpe, levantando la voz, con un amago de risa amarga—. Si todo lo que hago desde hace años es provocar a la gente. Que hablen de mí, que inventen, que me destrocen en titulares... ¿Qué diferencia hay?

Jennifer aprieta el volante, pero no dice nada.

—Simplemente no vamos a ir —sentencia Luna, con un brillo desafiante en los ojos—. Ya iré yo a visitarlo cuando no haya cámaras ni discursos, cuando no quede nadie fingiendo que lo conocieron.

Y entonces, mientras pronuncia esas palabras, su mirada vuelve a clavarse en la cafetería. Ese rincón mínimo y resistente, ahí mismo, al borde del camino hacia el cementerio. Como si la estuviera llamando.

Jennifer rompe el silencio, cortando de raíz sus pensamientos:

—Conozco a los periodistas, Luna. No se van a mover de allí. Pueden quedarse todo el día, si hace falta, con tal de sacarte una foto. ¿De verdad piensas que puedes desaparecer así de fácil?

Luna se gira hacia ella, con una chispa peligrosa en los ojos.

—Claro que puedo. Mejor dicho... tú puedes.

—¿Qué estás diciendo ahora? —Jennifer arquea una ceja, con ese tono que mezcla incredulidad y cansancio.

—Que uses mi ropa de disfraz —Luna sonríe, irónica—. La gorra, las gafas, la chaqueta ancha... te subes al coche, conduces hasta el cementerio, y dejas que los buitres te sigan. Mientras tanto, yo me quedo aquí, en esta cafetería. Cuando ya no quede ruido, cuando todos estén ocupados siguiéndote, yo podré desaparecer.

Jennifer la mira como si hubiera perdido la cabeza.

—No vas a ir a ningún sitio sin mí ni sin seguridad. ¿Te crees que esto es un juego?

Luna suspira, harta, y baja la voz hasta convertirla en un murmullo casi frágil.

—No lo entiendes. Esa cafetería... —hace una pausa, traga saliva—. Fue el lugar donde mi padre me enseñó a componer por primera vez. Allí, en una de esas mesas, escribimos nuestra primera canción.

Jennifer la observa con más atención, leyendo entre líneas lo que se esconde detrás de esa confesión.

—Tal vez... —Luna continúa, con un nudo en la garganta— tal vez aún quede algo de inspiración ahí. Algo que ahora mismo necesito.

El silencio en el coche se hace pesado. 

Jennifer sabe mejor que nadie la decadencia de las letras de Luna en los últimos meses: críticas despiadadas, artículos que repiten que ha perdido la chispa, que ya no tiene nada nuevo que decir. Y también sabe que Luna lo cree. Que cada palabra que escribe le pesa como un eco vacío.

—Si lograra recuperar esa inspiración, esos recuerdos... —susurra Luna, mirando la cafetería con los ojos vidriosos— quizá podría volver a sentir que vale la pena.

Jennifer se queda inmóvil, con las manos aún en el volante, sin responder de inmediato. Porque, en el fondo, teme que esa cafetería no guarde más que polvo y recuerdos rotos.

La mánager apaga el motor con un golpe seco y gira hacia ella, con el ceño fruncido.

—Tienes una hora, Luna. Ni un minuto más. Voy a mandar a dos de seguridad para que te recojan en la cafetería y te lleven directamente al cementerio. Y de ahí, vamos directamente al estudio. Nada de desvíos, nada de caprichos. ¿Entendido?

Luna asiente, con esa media sonrisa que Jennifer odia porque sabe que oculta demasiado.

—Entendido.

Jennifer va a encender el motor de nuevo, pero Luna se quita su "disfraz", las gafas de sol y la gorra que siempre la acompañan. 

—Tómalas —se las extiende a su manager con gesto casi solemne.

Jennifer frunce el ceño, como si quisiera negarse, pero al final suspira y se las coloca. 

Ese simple disfraz, ridículo en apariencia, tiene un poder devastador: basta con que ella lo lleve y los periodistas enloquezcan convencidos de que dentro del coche viaja la estrella que buscan.

El vehículo arranca. 

Luna se esconde en la esquina, pegada a la pared, y observa cómo la escena se desata frente a sus ojos. Los flashes chisporrotean, las motos rugen, los coches dan volantazos tratando de seguir la estela del auto negro. Incluso algunos transeúntes se lanzan a correr tras el convoy como si realmente pudieran alcanzarlo.

En cuestión de segundos, la calle se vacía. El estruendo se pierde en la distancia, dejando un silencio tenso, como si la ciudad misma contuviera la respiración.

Luna se ajusta la chaqueta, respira hondo y, con pasos cautelosos, cruza la calzada. Tras unos instantes, empuja la puerta de la cafetería y entra sin disfraz, dejando que la luz del interior revele su presencia.

El tintineo de la campanilla resuena mientras sus pasos rompen la tranquilidad de aquel pequeño refugio.

—Pensaba que no se iban a ir nunca... —dice ella con un tono burlón cuando entra en el local.

Al instante, sus ojos se fijan en la chica detrás del mostrador: rubia, con una coleta ajustada y un delantal que cubre su ropa, ocupada en limpiar las mesas. Sin girarse, la joven pronuncia con naturalidad:

—Lo siento, vuelva más tarde, estamos cerrando.

Luna no puede evitar soltar una risa suave, casi sorprendida por la simpleza de la respuesta. Hace tiempo que nadie habla con ella sin trabarse, sin tratarla como un fenómeno mediático.

Esa naturalidad le resulta casi refrescante.

Pero antes de que pueda avanzar un paso más, un hombre sale del almacén y se detiene en seco. Su cabello, ahora salpicado de canas, delata los años que han pasado desde la última vez que vio a Luna. Sorprendido, deja caer un plato de sus manos, que se hace añicos al tocar el suelo.

El ruido rompe el instante, y es entonces cuando la chica rubia, alertada por el estrépito, se gira completamente.

El silencio tras el estrépito del plato dura apenas un parpadeo. 

La chica rubia abre mucho los ojos al reconocerla, como si las imágenes de portadas y videoclips hubieran saltado de golpe a la realidad. Luna suspira; conoce esa mirada, la ha visto demasiadas veces.

El hombre se adelanta, todavía con las manos temblorosas.

—S-señorita Vega... oh, Dios mío. Su presencia es un gran honor. ¿Quiere pasar?

Luna asiente con suavidad.

—Gracias por su hospitalidad. Solo... quiero estar segura de que no interrumpo. No quisiera ser un incordio si estáis cerrando.

El hombre se gira hacia su trabajadora, buscando respaldo. Ella se queda rígida, con el trapo entre las manos. Por un instante parece querer decir algo, pero termina respondiendo con la voz más neutra que encuentra:

—Para nada. Puedes pasar.

Luna avanza, sin apartar la vista de una mesa en particular, junto al ventanal. Sus dedos rozan la madera gastada antes de sentarse.

Levanta la mirada hacia ambos. Su voz se vuelve más grave, cargada de peso.

—Quisiera pediros un favor. ¿Podríais cerrar la cafetería un poco más tarde? Necesito estar aquí... a solas, con un café y mis pensamientos.

El jefe asiente enseguida, todavía sobrecogido por la presencia de la cantante.

Su trabajadora aprieta los labios, no parece igual de entusiasmada. Esa petición le resuena como un eco del mundo que más detesta: el mundo en el que alguien como Luna Vega puede chasquear los dedos y lograr que todo se detenga, solo para ella.

Los ojos de su jefe se clavan en ella, esperando obediencia. Y la chica sabe que no tiene opción; si quiere conservar este trabajo, debe aceptar. Al final solo logra asentir, aunque su gesto es más frío que cordial.

—Está bien. Te traeré un café —responde, con una voz que no logra disfrazar del todo su incomodidad.

Se da media vuelta hacia la barra, pero no deja de observar de reojo cómo la cantante ocupa aquella mesa como si el lugar le perteneciera. 

Por dentro, un pensamiento la consume: siempre lo mismo... porque lo desean, porque lo piden, todos corren a cumplirles.

Mientras prepara la taza, no puede evitar mirar con cierto desdén cómo la cantante saca una pequeña libreta, arrugada en las esquinas, como si llevara tiempo escondida en un bolsillo. No tarda en alzar la mirada hacia el mostrador.

—¿Tienes un lápiz? —pregunta Luna, su tono seguro, como si estuviera acostumbrada a que nadie le niegue nada.

El jefe de la cafetería casi tropieza en su entusiasmo. Se apresura a hurgar entre los cajones y, al encontrar un bolígrafo, se lo acerca con un brillo en los ojos que roza lo infantil. Murmura algo, una mezcla de halago y confesión, de fanatismo, pero la chica rubia ni se molesta en escuchar.

Ella deposita el café en la bandeja y, mientras lo lleva a la mesa, no puede evitar pensar que cada segundo que pasa ahí es otra hora robada a su descanso. 

Todo porque una cantante decidió que necesitaba silencio.

Coloca la taza frente a Luna con un gesto medido, casi mecánico.

—Aquí tienes —dice, y por primera vez, sus miradas se cruzan de lleno.

Luna sonríe con un destello inesperado y entorna los ojos hacia el delantal de la camarera.

—Muchas gracias... Selena.

El nombre en boca de la cantante la sorprende más de lo que debería. 

No esperaba nada de cortesía, mucho menos un "gracias". Ese gesto simple, casi humano, se le queda resonando mientras regresa al mostrador para terminar de recoger las últimas cosas que quedaban fuera de lugar.

De reojo, Selena observa a Luna, intentando disimular. 

La cantante sostiene el lápiz entre los labios, jugueteando con él como si buscara atrapar una idea esquiva. Su mirada parece perdida en algún punto invisible, concentrada en algo que nadie más puede ver.

Selena frunce el ceño, incómoda, preguntándose qué hace alguien como ella en un sitio tan común, tan lejos del ruido que siempre la rodea. 

Y aunque intenta apartar el pensamiento, la duda se clava honda, acompañándola mientras la cafetería se sumerge en un silencio extraño: ¿Qué demonios busca aquí, Luna Vega?

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...✨ Gracias por llegar hasta aquí ✨...

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...¡Me ayuda muchísimo a seguir creando y me motiva a compartir más historias con vosotros! 💖...

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1
Yusmery Gomez
Autora por favor maratón de capitulos por favor 😜
Yusmery Gomez
Aún lo ignores ella también sabe que sus sentimientos Hacia Luna es Amor ❤️❤️❤️
Kailex
Chloe es como que muy madura.! y super inteligente. wow conoce mucho a Selena. o es el tipo de instinto de hermana mayor o madre que se yo. ya se están empezando a gustar las dos locas ahora quien era la valiente que de el primer paso? .,. no sé pero lo vemos en algún futuro . . creo.
AlyaCabello: Adoro a Chloe, esta inspirada en la hermana mayor que nunca he tenido 🥰😭
total 2 replies
Yusmery Gomez
Buenas noches autora muy Hermosa Novela..
Yusmery Gomez
buenas noches autora Luna se sintió prácticamente herida por la definición que Selena Dijo Amiga 😭 sabiendo que el sentimiento Es otro ☺️
Pamela Duran Sandoval
hola autora podrían ser dos capítulos por día por favor es que está buenísima su novela me encanta gracias
AlyaCabello: es que no me da tiempo a subir tan rápido los capítulos, por mi trabajo estoy bastante ocupada 😭
total 1 replies
/Issy_Is/
Lo sé, ¿verdad? 😔
/Issy_Is/
Oh, querida, muy pronto... Muy pronto 💜
Yusmery Gomez
Maratón de capitulo Autora por favor...☺️
Yusmery Gomez
Me encantaría que ella conociera lo que sienten mutuamente ❤️☺️😜
Kailex
me acabo de acordar de algo. está no soy yo. cómo buena payasa jodona que soy por qué soy yo. tengo que joder a la gente con una pregunta.,. o dos 🙃 distinguidisima señora señorita dama joven jovencita autora genia literaria :> como se le ocurrió este historia? está inspirada en algo? tiene algún personaje favorito? quien es más alta Luna o Selena :>?
Kailex: ohh entonces todo fue encendido por una chispa gracias a una película y baso a luna en su personalidad 😯 gracias por responder señorita autora 🙂 tenga buena noche.
total 2 replies
Yusmery Gomez
Que de una vez sé confiesen lo que Siente ❤️👏
Yusmery Gomez
Comenzaron los celos ☺️☺️☺️☺️
Kailex
andaaa PERO QUE ESCUCHAN MIS OJOS ! ay que bonito los celos y el amor que buena gente que es Chloe. ya literalmente mi nuevo personaje favorito
Kailex
Se las llevo el díablo.
Yusmery Gomez
Buenos días autora cuándo se va a declarar su Amor 😍☺️😍😍😍
Yusmery Gomez
Buenos días autora maratón de capitulo por favor
Pamela Duran Sandoval
estas dos están que arden la una por la otra
AlyaCabello: siiii jajajajja lo único que ninguna de las dos parece aceptarlo🤭
total 1 replies
Yusmery Gomez
la 😍 descubrieron 👏👏👏😍
Yusmery Gomez
La chispa del Amor
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