BAJO LAS ALAS DEL FÉNIX: "Renacer".

La guerra contra los extranjeros continuaba, a pesar de que el imperio Feng tenía guerreros poderosos, estaba habiendo bajas de ambos bandos. El enemigo también era poderoso.

Los días en el campo de batalla se habían extendido.

— No podemos permitir que sigan avanzando. —

Exclama el general Wei luchando contra algunos soldados. Dos semanas desde que su nieta había sido asesinada. Dos semanas desde que aquellos forasteros se negaban a retirarse.

El ejército Feng empezaba a debilitarse, no sabía cuánto mas podrían resistir esta vez.

En la capital la noticia de las grandes bajas del ejército Feng solo ocasionaron la desesperación de los ciudadanos. No pararon de orar al Gran Dios Fénix pidiendo no ser oprimidos.

La emperatriz llevaba días sin dormir buscando alternativas para que la guerra cesara.

— Madre, traje tu comida. —

El príncipe entró al estudio de la mujer con un plato de sopa para ella. Él era el que se ocupaba de que la salud de la emperatriz no recayera.

— Gracias, déjalo ahí. —

— Debes comer madre. —

— Bien. —

Los ministros fieles a la corona ayudaban a la emperatriz, mientras los que siempre estuvieron en contra, buscaban alguna manera de beneficiarse por la guerra.

...…...

Bao-Liang en esos días siguió entrenando rigurosamente con el único objetivo de proteger a su familia e imperio. Sus avances se notaban cada día, Jin-Ling se encargaba de prepararle los alimentos adecuados, aquel anciano serpiente le ayudaba con su poder espiritual y el joven zorro la entrenaba con las armas de guerra.

— Esto es medicina para limpiar sus meridianos, bébalo. —

Dice Jin-Ling entregándole una taza del líquido. Bao-Liang arruga la nariz al oler la medicina.

— ¿Cuánto mas tengo que tomar esto? —

Pregunta llevando la taza a su boca, Jin-Ling sonríe dejando una pequeña cesta de frutas en la mesita.

— Hasta que sus meridianos estén limpios y su energía espiritual llegue a su punto máximo. —

— ¿Y volveré con mi familia? —

Cuestiona la niña dejando la taza en la mesa, luego agarra una uva y se la lleva a la boca para anular el sabor amargo de la medicina.

— Por supuesto. Está a punto de dominar todo lo que ese zorro le enseña. —

Bao-Liang sonríe antes de levantarse y llevar una manzana para el joven que se encontraba sentado lejos de ellas. Con los días ambos se empezaron a llevar bastante bien.

— Jin-Ling dijo que pronto regresaré con mi padre. —

Comenta sentándose al lado del joven que hacía una nueva flauta con el pedazo de bambú espiritual que Bao-Liang había traído de la montaña trasera.

— Eso si logras detrotarme. —

Exclama con un toque de arrogancia el joven, ella chasquea la lengua y de paso le da un golpe a la cabeza de él.

— ¡Oye! —

Reclama el zorro, pero se calla al ver la manzana que ella le extiende.

— ¡Hmph! Que ofensa, sin embargo lo acepto. —

Agrega dándole un mordisco a la manzana, Bao-Liang sonríe y agarra la flauta ya casi terminada. Entonces recuerda a su amigo de orejas largas, de manera inconsciente lleva la flauta a sus labios comenzando a tocar una melodía baja y llena de nostalgia dejando quieto al zorro que estaba a punto de arrebatarle el instrumento.

Jin-Ling que se encontraba terminando de preparar la comida, asoma su cabeza hacia el patio al escuchar aquella melodía.

El anciano serpiente suelta un pequeño suspiro y se enrolla contra el tronco del arbol de cerezos bajo los dos, los pétalos de las flores caen y la energía espiritual de la pequeña princesa las retiene en el aire, y empiezan una danza lenta que se intensifica con cada sonido rápido de ella.

El zorro observa con maravilla el gran espectáculo, la melodía antes llena de nostalgia se convierte en una melodía de determinación, de venganza. Cuando la pequeña tocaba en su punto máximo el joven lanzó la manzana al aire y las flores danzantes se tranformaron en dagas filosas que atravesaron la fruta a una velocidad impresionante.

Al finalizar Bao-Liang bajó la flauta y los pétalos de cerezo cayeron como agua del cielo, el zorro aplaudió con satisfacción.

— Perfecto, eso estuvo increíble. Sin duda eres el futuro de tu imperio. —

— Solo recordé a mi amigo. —

Comenta ella mirando hacia las montañas donde el sol empezaba a desaparecer.

— ¿Ese caballo? —

Ella asiente lentamente.

— Cuando volvamos, Lo traeré para tí. —

— ¿En serio? —

Los ojos de la pequeña brillan ante el asentamiento del joven.

— Entonces, daré todo de mí y te derrotaré. —